«A propósito de los 50 años del golpe: Negar, esconder o tergiversar el horror provocado en ese nefasto acontecimiento, es una acción, una actitud tremendamente perversa que daña y mancha el futuro de la Nación. Perversidad: Cualidad de quien obra con mucha maldad y lo hace conscientemente o disfrutando de ello.»

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EDITORIAL. Los problemas de la educación.

Equipo laventanaciudadana.cl

Periodismo ciudadano.

En medio de la vorágine de problemas en que se ve envuelta la sociedad chilena, los temas de coyuntura (y también los de farándula) ocupan las páginas de la gran prensa y los fatigantes minutos de los programas de televisión. Así, los indultos, los delitos, los incendios forestales (intencionales o no), la inmigración, por ejemplo, plagan los informativos y transforman en esencial lo que es de llamativo interés pero descuidan aspectos que son vitales para el diseño y concreción de la comunidad nacional con miras al futuro.

El ministro de Educación, Marco Antonio Ávila ha dado a conocer recientemente el “Plan de Reactivación Educativa”, iniciativa mediante la cual, al parecer, el Gobierno deseaba poner el foco de atención de la agenda pública en este tema central para el desarrollo del país. En verdad, el documento anunciado ha pasado sin pena ni gloria en los medios de comunicación salvo las indispensables menciones que exige la buena crianza.

Lo único claro de esta lamentable situación es que la “opinión pública” expresada, al igual que la sociedad – centros de padres, juntas de vecinos, sindicatos, colegios profesionales y la ciudadanía en general – pareciera no dimensionar la trascendencia y la urgencia de todo lo que se pueda hacer en este terreno.

Teniendo claro que el abordaje de la crisis educacional es difícil y complejo, ya en oportunidades anteriores hemos insistido en la necesidad de que el Estado, en su sentido más amplio, abandone una cierta actitud displicente y proceda a demostrar en los hechos que la EDUCACIÖN, con mayúsculas, sí le importa.

Un primer paso, indispensable, es asumir que las condiciones materiales constituyen una condición necesaria del proceso. El aparato público cuenta con las herramientas indispensables tanto para actuar directamente como para forzar a sus agentes indirectos (sostenedores municipales y particulares) a tomar de inmediato las medidas mínimas que demuestren su compromiso. No es aceptable que un elevado número de establecimientos subsista en condiciones vergonzosas con deficiencias en ventanales, techumbres, servicios higiénicos, además de amenazas de inundaciones invernales, a lo que se suma la carencia del equipamiento pedagógico requerido. La mayor cantidad de víctimas se encuentra entre las comunidades rurales y los sectores barriales de pobreza. A lo dicho, se suma la atención que debe prestarse a la necesidad de proporcionar condiciones de traslado que hagan posible el acceso del alumno a su escuela.

Chile está enfrentando ya una carencia significativa de profesores, para lo cual deben diseñarse políticas de largo plazo. En lo inmediato, pareciera ser conveniente utilizar el alto número de profesionales ya jubilados para complementar la labor del docente mediante la realización permanente de talleres especializados en biología, química, física, idiomas, que, a partir de la experiencia, abran nuevos horizontes tanto al educando como a sus familias.

Lo señalado, implica un radical cambio de actitud de la comunidad para que sus integrantes vayan asumiendo paulatinamente crecientes compromisos. Estos son pasos que marcarán sin duda el devenir del proceso.

Pero, obviamente, la centralidad del tema radica en la capacidad que la comunidad nacional tenga para tomar conciencia del imperativo de dar respuesta a algunas cuestiones esenciales.

El profesor Humberto Maturana, en una de sus conferencias, nos desafiaba a plantearnos algunas interrogantes que habitualmente son eludidas pero que debieran estarse reformulando día a día.  ¿Qué significa educar? ¿Qué queremos con la educación? ¿Para qué queremos educar?, para terminar concluyendo en la cuestión más importante: ¿Qué país queremos, con qué país soñamos?

 “Tal vez nuestra gran tragedia actual es que no tenemos un proyecto de país”.

Ya no nos sorprende ver que las páginas de la gran prensa pretenden orientar las vocaciones de la juventud chilena a través de les perspectivas de ingreso que puedan ofrecer las diversas opciones profesionales y técnicas, entregando una concepción individualista y materialista. Esa estrecha visión, le hace muy mal al país y nos condena a perpetuar una fragmentación social y cultural intolerable.  

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1 Comentario en EDITORIAL. Los problemas de la educación.

  1. Bien planteado el tema del precario estado de la educación en Chile, que sigue su decadencia continua desde los años de su privatización, a principios de los ‘80. Aún nadie le pone el cascabel al gato.

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