El ayer y el hoy de Concepción
Paseando por las calles de Concepción uno puede ser testigo de hermosos rincones cargados de historia. Recuerdo que mi abuelo acostumbrada referirse a los antiguos teatros donde asistía a funciones en “matinée, vermouth y noche”. Atrás han quedado los teatros como espacios de encuentro y diversión y hoy solo pasamos sin saber todas las historias que se esconden en aquellos rincones del ayer, de hecho mi abuela comentaba como mi abuelo la invitaba a estos lugares y graciosamente decía: “No hay entradas para esta función”.
¿Dónde ha quedado la historia de nuestra ciudad? ¿Por qué razón dejamos de valorar nuestros espacios? Heidegger nos diría que debemos reinterpretar lo que somos como sociedad, pues da la impresión de que no hay una relación apropiada que conduzca nuestro construir, habitar y pensar. Hoy vivimos una sociedad de lo instantáneo y poco o nada nos importa el pasado.
Ahora bien, quisiera proponerles que se detengan en el paisaje que les rodea y que la próxima vez que pisen las aceras de la ciudad sean capaces de descubrir que aún nos queda historia por reconocer. Esta experiencia la tengo cada vez que visito a mi peluquero quien amablemente me atiende y con quien puedo dialogar sobre diversas problemáticas, en cierto sentido ambos somos capaces de “construir realidades” luego, todo termina de un modo abrupto cuando me paro del sillón, estrecho su mano y me despido con un hasta pronto. En esa misma galería me sorprendo por un sastre que a su avanzada edad sigue diseñando trajes a medida, algo que resulta paradójico para una sociedad tan antipática como la nuestra, en la que todo es desechable y se produce a gran escala. En cierto sentido, pensar estas situaciones es abrir la mirada a una realidad presente en pequeños recovecos de nuestra ciudad.
Continuando con este viaje no puedo dejar pasar al señor que con su perfecta cotona blanca vende maníes y caramelos a la entrada del Teatro Concepción, y que cada vez lo que veo, me hace rememorar viejos films italianos en que las pequeñas cosas son valoradas de una forma inusitada.
Recuerdo mis paseos por la plaza Perú en los que en cada sábado me encuentro con cientos de antigüedades, libros, discos de vinilo y otros elementos que hacen pensar el pasado. Nuestra ciudad tiene hermosos lugares, tenemos la Universidad de Concepción con su campanil que marca presencia. Los vendedores de libros de calle diagonal que dialogan con Neruda y con Rilke. A veces pienso estos sitios como pequeños “Montmartres” que se alzan para decirnos cientos de cosas, que por nuestro apurado caminar, no somos capaces de entender.
Observo las vitrinas de antiguas galerías de la ciudad, uno que otro Volkswagen escarabajo revoloteando con su llamativo sonido de motor. Pienso en las épocas pasadas del mercado de Concepción, de la vida de quienes nos precedieron deambulando por la Plaza Independencia.
Recuerdo a mis amigos lustrabotas que se esfuerzan por dar lo mejor de ellos, del relojero que cambió la pila de mi reloj de pulsera y de quienes reparan bolsos de cuero, todo esto me hace pensar que desearía perpetuarlos por siempre, aunque sé que el inexorable paso del tiempo no perdona.
Hay que esforzarse por seguir encontrando miles de ejemplos como los que yo les he mencionado, hay que valorar nuestro entorno, hay que dejar de lado la comodidad y caminar la ciudad, revisitando su historia y desentrañando hermosos momentos del pasado, pues quizá cuando lo hagamos estaremos pisando el mismo lugar que dos enamorados pisaron hace más de 50 o 60 años atrás.
“Les musées, les églises ouvrent en vain leurs portes, inutile beauté devant nos yeux déçus”. (“Los museos, las iglesias abren en vano sus puertas, inútil belleza delante de nuestros decepcionados ojos”.) De la canción Que c’est triste Venise de Charles Aznavour, cantante francés de origen armenio.
Excelentes artículos, Patricio. Cuentas y cantas y pedagógicamente ilustras, entretienes y hacer reflexionar sobre tantas cosas. A seguir escribiendo !!!
Muchas gracias querido Tulio, hay que promover la sana reflexión en nuestra sociedad. un abrazo
Un reencuentro con el pasado, siempre importante y mágico.
Muy bueno su artículo.
Muy muy hermoso y romántico.
Felicitaciones señor
Un país, una ciudad, un territorio sin historia, no puede desarrollar futuro coherente y menos aún desarrollo con LETRAS MAYUSCULAS!!!
El conocimiento, la sabiduría y las tradiciones son el fomento verdadero para que los pueblos intenten un desarrollo consciente ligado a su historia y tradiciones.
Patricio, la suya es una… Buena lección de historia, sobre manera para las nuevas generaciones!!!