«Aquellos o aquellas que creen que la política se desarrolla través del espectáculo o del escándalo o que la ven como una empresa familiar hereditaria, están traicionando a la ciudadanía que espera de sus líderes capacidad y generosidad para dar solución efectiva sus problemas.»

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El medio ambiente no le importa a nadie

Carlos Bonifetti Dietert

Ingeniero C. Mecánico UdeC. Ambientalista.
“Somos la primera generación que entiende perfectamente lo que está pasando con el clima y posiblemente seremos la última que pueda evitar la catástrofe hacia la que nos dirigimos.”
Jorge Riechmann

Este es el título del libro que el biólogo y periodista argentino Sergio Federovisky (1962) -actual Vice-Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Argentina- escribió en 2004. “El medio ambiente no le importa a nadie – Bestialidades ecológicas en la Argentina. Del Riachuelo a las papeleras[1], relata de manera descarnada la realidad de los problemas ambientales de la República Argentina a ese año. Ya me había referido a él en una columna anterior, en la edición de LVC del 14.12.2020. Actualmente, 19 años después, esos problemas han aumentado enormemente en todo su territorio, en Chile y en todo el orbe.

El poder político-empresarial-financiero mundial y nacional, continúa impertérrito ensimismado con el ‘extractivismo’ exterminador destruyendo ecosistemas sin pausa ni descanso para alimentar las insaciables fauces del modelo neoliberal.  

Los graves problemas ecológicos de Chile han crecido y se han diversificado en los años recientes a raíz de nuevos y peligrosos proyectos de inversión que penetran por los grietas y resquicios de nuestras febles leyes medioambientales, por la carencia de instrumentos legales de planificación territorial y por el “laissez faire” de las castas políticas del amplio espectro izquierda-derecha, unos en las líneas conocidas ya tradicionales y los otros de nuevo cuño producto de la penetrante creatividad anti bien común.  

Entre los del primer grupo podemos mencionar, entre varios otros: las invasivas “inversiones inmobiliarias” que arrasan con humedales urbanos y peri-urbanos, playas, cerros y reservas naturales merced a la vista gorda cómplice de autoridades y municipios; los loteos de propiedades rurales para el suculento negocio de venta de parcelas de 5.000 m2; la intromisión de la agresiva y contaminante crianza de salmones en cautiverio en los mares del sur de Chile, incluyendo áreas marinas (pseudo)protegidas por leyes burladas, como es el caso del PN Kawésqar, del Seno Alberto M. de Agostini, y otras en la Región de Magallanes y Antártica Chilena.

Entre los segundos cabe mencionar las siguientes graves amenazas ambientales: la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde (que le llaman verde, sin que tenga nada de verde [2]); la línea de Alta Tensión Itahue-Hualqui (L= 407 km a través de la Cordillera de la Costa) [3] ; la minería de Tierras Raras o elementos lantánidos (¡con más de 600 mil hectáreas en más de 2.000 concesiones mineras otorgadas entre las regiones de Maule, Biobío y la Araucanía!), con el primer intento tras la ciudad de Penco [4]

Los problemas ambientales se siguen denunciando, intentando detener desastres que están aumentando de modo alarmante. Sin embargo, las instituciones estatales y las empresas privadas que -son los principales responsables de las vulnerabilidades generadas para fomentarlos-  se dedican a emitir discursos enredados y evasivos eludiendo hacerse cargo de la verdad.

Todos los desastres ambientales que padecemos y que sabemos ¡que no son naturales!, son perfectamente evitables y, para ello, las técnicas y las soluciones están. Sin embargo, no se aplican y así vemos cómo la destrucción de los ecosistemas continúa viento en popa. Lo estamos sufriendo ahora mismo con los enormes incendios forestales del centro sur de Chile, de los cuales los principales responsables son las empresas forestales con sus extensas plantaciones de monocultivos de árboles de reconocida inflamabilidad, como son los pinos y eucaliptos. ¿Y qué hacen estas empresas extractivistas exterminadoras de suelo y provocadoras de agotamiento de agua y de sequías? Pues salir a defenderse con la mejor de las técnicas conocidas: ¡el ataque! Así esconden su ineludible irresponsabilidad, culpando a medio mundo antes de mirarse en el espejo.

Luego de los grandes incendios del verano de 2017, han hecho prácticamente nada para evitarlos. Hablan también, dichas empresas, de los “incendiarios y pirómanos” con una hipocresía que indigna, cuando ellas mismas han empleado el fuego para eliminar frondosos bosques autóctonos de fagáceas y otras especies para “limpiar con roces” miles de hectáreas de las cordilleras de Nahuelbuta y de la Costa y faldeos cordilleranos de la Cordillera de los Andes, en las Regiones de Maule, Biobío y de la Araucanía, para luego plantar pinos y eucaliptos. Muchos adultos mayores lo vimos, lo vivimos y lo sufrimos, sobre todo han sufrido, hasta el día de hoy, las comunidades campesinas y mapuche expulsadas a la fuerza de sus territorios ancestrales.

Por su solidez conceptual, traspaso acá este párrafo de la anterior columna mencionada: «Federovisky nos plantea -basándose en una idea de Ignacio Lewkowicz, según la cual “un poder se define por su capacidad de producir realidad”, así como Marx postulaba que luego de Hegel la filosofía debía concentrarse en cambiar la realidad, ahora la ecología –área de estudio creada por Ernst Häeckel en 1869– debería “pasar de describir el vínculo entre factores bióticos y abióticos a meter las manos en el lodo para transformar la relación anómala entre la sociedad y la Naturaleza”.»

En Chile hemos ganado grandes batallas en defensa de las agresiones de los poderosos del mundo hacia los ecosistemas, las que no deberíamos olvidar jamás. Quiero, para contribuir a ello, mencionar nuevamente a dos de las más destacables: 1) La Batalla por los Bosques de Tierra del Fuego, contra la empresa Forestal Trillium, en Magallanes y2) La gran Batalla contra Hydroaysén, en la Región de Aysén. Ambas gracias a la actuación de muchas personas y organizaciones, de ambas regiones, de todo Chile y del extranjero, que entregaron lo mejor de sus capacidades y esfuerzos a la noble causa de la defensa de la naturaleza en peligro.

Es hora de recuperar ese espíritu, esas estrategias y esa forma de actuar en bien de la humanidad, de la biodiversidad y de las generaciones que vienen, para las nuevas batallas que se están incubando y que nos afectarían tanto o más que las evitadas en aquellas notables epopeyas de las regiones más australes. Ello será indispensable para dejarles a nuestros descendientes, por lo menos ese “1/2 Ambiente que nos va quedando”, como bien lo expresó Sergio Federovisky al final de una reciente charla TED-Córdoba, que pueden ver en este enlace: https://eligeeducar.cl/ideas-para-el-aula/cuidar-el-medioambiente-desde-la-colectividad-la-invitacion-de-esta-charla-ted/

Todo esto obliga a traer a colación una reflexión de Federovisky: “Hay una muestra acabada más de que –aunque hay muchos que se preocupan, se desgañitan, se desgarran y se inmolan– el medio ambiente no le importa a nadie: es la historia de la postergación eterna”.

Fuente de figura: archivo del autor (Jardín urbano, Concepción)

Referencias:

[1]https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/futuro/13-1028-2004-12-11.html                               

[2]https://www.ciperchile.cl/2021/11/22/hidrogeno-verde/

[3]https://www.iberlibro.com/firmado/Batalla-Bosques-Tierra-Fuego-Gligo-Viel/30052703551/bd

[4]https://laventanaciudadana.cl/la-mineria-el-medioambiente-y-los-seres-humanos/

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