
EL MODELO Y EL CORONAVIRUS
En varios artículos he comentado, desde ópticas diferentes pero inter-ligadas, acerca de los porqués este modelo político-económico, desde su génesis durante la dictadura cívico-militar, era y es insostenible, y que además está derrumbado. El Capitalismo ha entrado en otra de sus crisis existenciales. [1]
Es insostenible porque en ningún país del mundo existe un modelo económico tan extremista y atrabiliario como el que el que tenemos -y se trata de mantener a toda costa y a cualquier costo- en Chile. Más que liberal, neoliberal, o más cercano a ultra-neo-liberal, es “libertino” pues al gran capital y la banca enquistados en la política y en los gobiernos, con muchos santos en la corte, se le ha permitido ejercer su creciente poder avasallador a su arbitrio.
Los derechos humanos y civiles de las mayorías ciudadanas se han mantenido por más de tres décadas en un notable segundo o tercer plano, aplastados por las instituciones del Estado -orientadas fundamentalmente ‘a servir’ al sector privilegiado del primer plano- el de las grandes empresas y grupos económicos.
Si sumamos a todo lo anterior, el enfermizo centralismo capitalino y el escasísimo respeto por la naturaleza y el medioambiente que notamos en los desprestigiados partidos políticos y en los gobiernos que han estado al mando de la nación desde la dictadura hasta hoy, concluiremos que ahí están las causas principales de los malestares ciudadanos que se venían acumulando y que reventaron el 18 de octubre de 2019, día bautizado por los medios como “el estallido”.
El mamotreto llamado “El Ladrillo”, diseñado y escrito por jóvenes ingenieros comerciales -devenidos en sobrevalorados y ambiciosos economistas, entrenados por su venerado profesor, don Milton Friedman-, es el origen de las desgracias y el caos que estamos viviendo hoy. Su dogma fundamental fue: “El mercado lo regula todo, por tanto, debe dejarse que se desarrolle solo bajo el esquema de una sana y libre competencia. El Estado quedará al margen en una función subsidiaria y no debe intervenir en el mercado, pues son los entes privados y las empresas privadas los que se encargarán de conducir al país, con eficiencia, por una senda crecimiento y progreso. El Estado solo se hará cargo de los rubros de la economía en los que aquellos, por diversas razones (tamaño, dispersión geográfica u otras), no estén interesados”.
Ni sana, ni libre, resultó la competencia que fuera anunciada con bombos y platillos. Si hacemos un ejercicio de imaginación, y practicamos una disección al dogma -ya devenido en cadáver conservado en formalina-, con un bien afilado bisturí, descubriremos que el mercado nunca ha sido libre, que nada regula, que solo provoca desorden y caos y mueve a la desidia y a la irresponsabilidad en las burocráticas instituciones. Y no es necesario hablar acá del elevado grado de corrupción que hay en casi todos los estamentos del país, lo que está bien tratado por periodistas de investigación de prestigio en sus ensayos y libros, que describen hechos luctuosos y de corrupción nunca desmentidos por sus hechores.
Los resultados están a la vista y, pese a las tortuosas y rebuscadas explicaciones -muchas veces balbuceantes, entrecortadas y algo tartamudas, de políticos y empresarios, dadas en entrevistas en medios de prensa y TV, como asimismo en revistas de todo tipo-, no logran convencer a los atónitos auditores y lectores.
Falló la hipótesis del rebalse y del chorreo. La regulación automática esperada desde el mercado no funcionó. La mayoría de las instituciones y ministerios está en franco deterioro, dando palos de ciego, improvisando, haciendo mal sus tareas y chuteando los problemas para adelante.
Y para mal de males, luego de terremotos, tsunamis, incendios forestales, urbanizaciones banales (que están destruyendo las ciudades), del “saqueo” del agua, de la desertificación por los efectos del calentamiento global y la crisis climática, se nos viene a meter el Coronavirus o COVID-19.
Pero “no hay mal que por bien no venga”. Mientras tratamos de barajar esta pandemia universal lo mejor que podamos, tenemos una buena oportunidad para reunir a profesionales con conocimientos y experiencia -esos que son “molestosos” para el gobierno y las instituciones-, alrededor de “think tanks” para comenzar a dar vuelta la hoja y diseñar -con calma, serenidad y buena letra- el único modelo de desarrollo posible al que podemos echar mano para salir del atolladero: un modelo de Desarrollo Sostenible que, como hemos dicho tantas veces en estas columnas, sea sostenible de verdad y no el remedo de Desarrollo Sustentable groseramente usado por el oficialismo de turno como eslogan barato de marketing. Un modelo que seadescentralizado, disperso, que se aplique con planes de desarrollo hacia adentro, potenciando a las pequeñas y medianas empresas, rescatando la ruralidad, volviendo a la educación pública inclusiva, gratuita y de calidad como la que tuvimos hasta la década de los 60’ y a una locomoción pública bien regulada, eficiente y pulcra (como en la gran mayoría de los países más desarrollados del orbe). Así aprovecharemos de buena manera los retiros de la cuarentena voluntaria u obligada, forzada por el Coronavirus.
Si salimos bien parados de esta pandemia, y luego del plebiscito que nos permitirá crear una Asamblea Constituyente para escribir la Nueva Constitución, verdaderamente democrática que deseamos y necesitamos, podremos continuar trabajando en el diseño del nuevo modelo de desarrollo social y económico, sustentado en macro-regiones, pluri-nacional, democrático e inclusivo.
Tenemos la gente buena, capaz, esforzada y trabajadora de nuestro pueblo, ese pueblo del Chile Lindo, que con unidad, respeto y con miradas optimistas hacia el futuro, podrá re-construir el país y repetir epopeyas como aquella de la construcción del gran edificio sede de la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo en el Tercer Mundo, más conocido como UNCTAD III. [*] [2]
Es tiempo de pensar, es tiempo de unión, es tiempo del buen convivir. Es tiempo de esperanza. Reconstruir culturas, geografías, ecosistemas, ciudades y territorios destrozados, será arduo, pero es posible.
[*] El edificio fue diseñado por los arquitectos José Covacevic, Hugo Gaggero, Juan Echenique, José Medina y Sergio González; comenzó a construirse en 1971 y para lograr su terminación para la conferencia, se reclutó a cientos de voluntarios quienes lograron terminar la construcción en un tiempo récord de 275 días.
Fuente de imagen: https://ctxt.es/es/20200302/Politica/31295/coronavirus-epidemia-crisis-capitalismo-recesion-joan-benach.htm
Referencias:
[1] http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-013X2015000300924
[2] http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-128020.html
Manifiesto para un recomenzar, eso es tu magnifico y clarisimo articulo, Carlos. Me identifico como si yo lo hubiese escrito, que bien!! Hay que seguir…..
Gracias Antonio, eso es porque tenemos prácticamente la misma forma de ver las cosas y de pensar. Sigamos.