
EL NECESARIO DIÁLOGO
Especial para La Ventana Ciudadana
Desde Madrid
El diálogo es la base de la convivencia social. Desde antiguo, el diálogo ha sido fundamental para establecer la organización de los pueblos, la vida en común, el desarrollo de la especie humana. Debatir ideas, intercambiar opiniones, aportar otras nuevas, es lo necesario para avanzar y desarrollar una vida en constante potenciación y mejora.
La democracia es el resumen, el compendio encontrado por los hombres para ordenar esa convivencia y hacerlo en justicia, con participación general y, en especial, para hacerlo en paz.
Esto significa que si no hay diálogo, no hay democracia. Y si no hay democracia, viene el caos, el desastre social, el fracaso del desarrollo de una sociedad. En definitiva, predomina la violencia y sale derrotada la inteligencia.
Todo lo enunciado anteriormente, tiene que ver con lo que está ocurriendo en Chile. No hay un diálogo fluido, constante, generoso y positivo. Y si no hay confrontación de ideas, con espíritu constructivo y pensando en el conjunto de la sociedad, el sistema se resquebraja, la democracia corre el riesgo de desaparecer.
¿Por qué no hay diálogo? Porque la gente ya no cree a los políticos, sean de la línea ideológica que sean. Se ha generalizado el concepto de la corrupción en la política, aunque sólo hayan sido o son, casos muy identificables e identificados. Y tampoco se cree al Gobierno, alejado de los intereses del pueblo, de las reales necesidades del momento y sin reaccionar ante acontecimientos graves y adoptando decisiones imprecisas, vagas, ambiguas.
Las injusticias, las corrupciones, las colusiones, los escándalos judiciales, las inequidades, la permisividad de la autoridad, han llevado a la gente a protestar, a salir a la calle y gritar su descontento. Y envueltos en esa justa reivindicación, se mezclan los elementos que pregonan la violencia como única solución.
Entonces, ante la inestabilidad política que se vive y los graves efectos de la pandemia que azota a todos y que es mundial, se buscan otros hechos como elemento de justificación para la confrontación violenta. Es el caso de los mapuche, por ejemplo, que siendo un problema de corte político, se quiere convertir en policial. Por uno y otro lado. O sea, ahí no hay diálogo.
Pero, claro, para que haya diálogo también debe haber liderazgos. Líderes reales, creíbles, no contaminados. Y en Chile, en este momento, prácticamente no los hay. Como la gente no le cree a la clase política, hay que renovarla, para lo cual, la democracia tiene los mecanismos suficientes. O sea, se necesitan rostros nuevos, mensajes nuevos, visión nueva, sin vinculación con los errores del pasado, sin vestigios de corrupción, sólo pensando en estrechar la brecha de la inequidad, en el bienestar de la gente y en el establecimiento de un sistema más igualitario, más justo y en paz.
Para encontrar esos nuevos líderes, se necesita, en consecuencia, abrirse a la participación ciudadana. Abrir cauces para que se exprese la gente, para que surjan las nuevas ideas que sean aceptadas por las grandes mayorías, reordenar el sistema vigente para evitar las filtraciones que inundan de dudas a la ciudadanía.
Y, por sobre todo, hace falta que los problemas actuales se solucionen como corresponde, en los lugares que corresponde y abriéndose al diálogo constante y pertinente. Profundizar en políticas sociales de significación general. No valen las estridencias, las amenazas o los golpes violentos de efecto, que más perjudican a las mayorías y que no se encaminan hacia las soluciones. La violencia genera más violencia. Y cuando la violencia se impone, es porque la inteligencia ha sido derrotada.
Fuente de figura:
https://www.ateneovalencia.es/evento/dialogos-sobre-los-dialogos-de-platon-iii-la-republica-vii-y-viii/
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