«La concentración de riquezas, el poder del dinero, por sobre todo, el dinero fácil, en su accionar destruye la historia, la educación, cultura , los valores de una sociedad que desee permanecer limpia y sana.»

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¿Estamos aún a tiempo?

Carlos Bonifetti Dietert

Ingeniero C. Mecánico UdeC. Ambientalista.

A la vista de los recientes desastres que están ocurriendo en el planeta Tierra, en todos los continentes y en Chile, será cada día que pasa más difícil detener y revertir los fenómenos que estamos observando día a día: la rápida disminución  de las masas de hielo en el Ártico, en Groenlandia y en la Antártica; la disminución del hielo de los glaciares costeros y de montaña; la pérdida de millones de hectáreas de bosques nativos por incendios, muchos de ellos provocados para generar más terreno para monocultivos como soja, aceite de palma, aguacates, frutales, caña de azúcar y plantaciones forestales; contaminación de agua y suelos por la mega-minería; exterminio de fuentes de agua superficiales y subterráneas por causa de la agricultura, silvicultura y del urbanismo  avasallador; avance de la desertificación; acidificación de los mares y aumento del nivel del mar; aumento paulatino de la temperatura del aire y del mar, etcétera.

Los científicos fijan el año 2030 como la fecha límite de la humanidad para evitar una catástrofe global.  Científicos del M.I.T. han calculado que el equilibrio del planeta se perdería completamente hacia el año 2070 y sus proyecciones de los efectos negativos, publicadas en el año 1970, se están cumpliendo con un grado de  precisión notable.     

En la actualidad, las temperaturas globales han aumentado cerca de 1°C por sobre los niveles pre-industriales y están aumentando alrededor de 0,17ºC por cada década. Una diferencia de solo 0,5°C de temperatura tendría consecuencias devastadoras para nuestro planeta, por lo que cada vez es más urgente limitar el  aumento de la temperatura global a un máximo de 1,5 °C, según lo han anunciado los científicos el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés).

Es posible aún evitar que 2030 sea la fecha límite para una «catástrofe global» causada por la “crisis climática”, pero el tiempo para actuar se nos está acabando, nos advierten los últimos informes del IPCC, previos a la COP25 de diciembre de 2019 en Madrid, insistiendo que este sería como «un último llamado» para salvar a la Tierra de una catástrofe inminente. Actualmente vamos caminando inexorablemente hacia un aumento temperatura de 3°C, muy por encima del máximo de los 2°C contemplado por los Acuerdos de París sobre Cambio Climático. En 2015, los gobiernos del mundo se comprometieron a mantener los aumentos de temperatura muy por debajo de los 2 °C y a esforzarse por conservarlos por debajo de 1,5°C, pero ese compromiso no se ha cumplido. Los planes actuales para reducir las emisiones de carbono están fracasando con la complicidad culposa de EE. UU., Rusia y China, países que no están en línea con los mandatos de las COP y de las recomendaciones del IPCC  y que abandonaron el Acuerdo de París. Y Brasil, con Bolsonaro en el gobierno, sigue aguas a las grandes potencias.

La humanidad está perdiendo el control y ya hemos sido advertidos que una vez que pasemos los 2°C, perderemos definitivamente el equilibrio ecológico y el estado de homeostasis y la Tierra nos castigará con mayor fuerza que la que nos está aplicando ahora.

Que los humanos no estamos tratando a la Tierra de forma adecuada es innegable y que Chile prácticamente no está aportando con acciones para frenar los desastres, también. La paupérrima actuación que tuvimos como organizadores de la COP25, y los discursos blandengues y sin sustancia de nuestro actual gobierno, no auguran un futuro de desarrollo sostenible –del que todos hablan sin saber lo que ello significa-, no solo porque no estamos evitando perjudicar más el medio ambiente, sino porque las prácticas cotidianas contra la naturaleza están impactando fuertemente los ecosistemas, y por ende, la vida de los seres vivientes que comparten con nosotros este planeta Tierra. Los estudios disponibles nos indican que “la Tierra está perdiendo su biodiversidad, en las últimas cuatro décadas, a un ritmo solo visto durante las extinciones masivas de los ciclos de cambios naturales  a través de su historia.” En algunos ecosistemas el impacto ha tan grande que, por ejemplo, los arrecifes de coral de aguas someras se han reducido a la mitad en los últimos 25 a 30 años, mientras que alrededor del 20% de la selva amazónica ha desaparecido bajo el fuego y la deforestación en las últimas cinco décadas. En África está sucediendo algo similar. Otro indicio catastrófico: si en la década de los 60’ el 5% de las aves marinas tenía plásticos  y micro-plásticos en sus estómagos, hoy la cifra se sitúa en el 85-90%. La pérdida de fauna y flora se ha notado en todo el globo, pero hay ciertas regiones como América Central y del Sur que se han visto mayormente afectadas, con disminuciones de especies animales del orden de 75 a 85% en las últimas cinco décadas. Algunos piensan que todo este daño solo tiene consecuencias para la fauna y la flora, pero se equivocan pues no es así: los humanos también sufriremos por nuestras malas acciones, por dificultades alimentarias y de acceso al agua con grave impacto en la salud y así, a medida que se reducen los recursos, no toda la gente en el mundo tendrá acceso a ellos.

Según los científicos, aún podríamos tomar ciertas medidas inteligentes para frenar algunas pérdidas. Pero el margen de acción es cada vez menor. En Chile no vemos ningún indicio ni intención de buscar soluciones para estos graves problemas y, peor aún, notamos un grave nivel de ignorancia e indolencia para reconocer lo que está sucediendo y actuar a tiempo en todos los estamentos políticos, sociales, empresariales, gremiales y hasta universitarios. Solo las entidades y ONG ambientalistas tiene muy clara la situación y, con los escasos recursos financieros que logran reunir, hacen denodados esfuerzos por contribuir a resolver la situación. Sin embargo son muy poco considerados (y muchas veces estigmatizadas) por los gobiernos e instituciones, perdiéndose una gran oportunidad de trabajar en equipo para evitar la catástrofe que se avecina a pasos agigantados.

Fuente de figura: NASA https://climate.nasa.gov/blog/2910/what-is-the-suns-role-in-climate-change/

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2 Comentarios en ¿Estamos aún a tiempo?

  1. Gracias Carlos por tus siempre acertados aportes, gracias por tus muy sólidos artículos y referencias.

  2. Para quienes tengan interés en saber más acerca del calentamiento global, los aportes y comentarios de lectores y las respuestas de la NASA que encontrarán en el enlace al pie de mi artículo son muy interesantes.

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