¡Extraño!
Desde Castelar, Argentina
Sumergida en una tarea que me place de pronto escuché una música que me obligó a levantar la cabeza y quedarme muy quieta.
Casi como si en esa actitud trasladara mi cuerpo y pensamiento a miles de kilómetros, allá en otra orilla amada y lejana.
Temblaba, traté de respirar de forma pausada armonizando los pensamientos y las visiones que de pronto borraron el entorno en que me hallaba.
Esta sensación tan particular como de presentimiento me obligó a mirar la fecha 24 de julio de 2022.
Comprendí era un aviso mis genes estaban dando sus volteretas y llamaban la atención a su modo.
La reacción fue instantánea dejé todo lo que estaba en mano y solo el celular como medio de información para ubicarme en una realidad que sucedía a más de 13.000 de distancia.
Si, faltaba apenas una hora para que comenzara en Santiago de Compostela la gran fiesta del Apóstol Santiago en este Año Santo tan particular prolongado por razones de pandemia.
Corrí a la cocina me preparé un tazón de té le puse un poco de canela, media
cucharadita de miel, mi infusión preferida.
Volví al escritorio busqué una manta y me arrebujé en el sillón como un ovillo, decidida a transportarme.
Así en esa situación de vuelo protegido tibios los labios el corazón latiendo como loco cerré los ojos y me marché a Compostela.
Sentí el tintineo de mi reloj anunciado las 20 hrs. acá, en Argentina, las 24 en Galicia.
Ya habían comenzado los fuegos la fiesta la algarabía el canto
con el himno a Santiago, los estallidos de las luces, la iluminación de la Catedral dejada a nueva por dentro y por fuera.
Hermosa de las hermosas.
Y las gaitas sonando a gloria.
Y las gentes hermanadas en ese festejo que deja el cuerpo y el alma plena
de gozo casi como si se flotara.
Y el aroma de la noche tibia endulzada por los eucaliptos de la alameda.
Y las calles repletas de gentes festejando en esas horas imposible de olvidar.
Todo eso delante de ms ojos cerrados humedecidos extrañando.
Y mi sangre batiendo como una pandereta alegre echando a vuelo su sonido, su ritmo y su letanía de canciones aprendidas en tardes serenas a la orilla de las rías humedeciendo la cara, las manos, los labios, dejando tierna la sonrisa.
No estoy, pero estoy, ah que juego de palabras con las que vagabundeo en esta hora de sueños y recuerdos.
Mientras la noche compostelana me envía su tibieza que penetra por mi manta y me deja inmersa en esa canción que adoro…
¿A dónde vas?
A Compostela.
Amanecer del 25 de julio de 2022 desde mi lugar en la Plaza del Obradoiro.
Regreso.
Gladys Semillán Villanueva
Argentina-España
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