
¿HABITAR EN ALTURA O IDENTIDAD APROPIADA?
El creciente encarecimiento de las viviendas urbanas y la carencia y/o sobredemanda sobre espacios urbanos para uso habitacional de baja o mediana densidad nos ha enfrentado al dilema o el problema de albergar a un gran número de personas en un espacio cada vez más escaso. Ya hace tiempo nuestras ciudades sobretodo las de características metropolitanas o capitales regionales se han convertido en atractivos polos para desarrollar una vida urbana, lo que ha permitido desarrollar o renovar importantes piezas urbanas con gran velocidad a veces a costa del sacrificio de edificios patrimoniales o de la falta de sensibilidad ante el espacio público, el paisaje o entorno existente o con algún valor social.
Es así como la verticalidad o el habitar en las alturas ha pasado a formar parte de la vida urbana. Esto implica un cambio fundamental en los hábitos y comportamientos humanos que ahora se ven enfrentados a acordar en forma conjunta una tipología de comunidad en conjunto, donde el espacio común es el lugar donde la vida familiar se filtra como un acto doméstico.
Sin embargo, vemos que las comunidades y la forma de construir relaciones entre vecinos han quedado relegadas hoy básicamente a la instancia de la reunión del condominio o al encuentro ocasional del pago de gastos comunes del conjunto habitacional. Algunas comunidades generalmente asociadas a vecinos permanentes en el tiempo logran ser más activas conformando juntas de vecinos, compartiendo problemáticas comunes, celebraciones conjuntas o actividades solidarias por el bien común todos o de algún vecino con alguna carencia temporal. Lamentablemente el habitar en las alturas trae algunos problemas asociados como por ejemplo los vecinos de domicilio temporal o que viven solo por periodos cortos lo cual atenta contra la construcción de identidad o falta de compromiso con dicha comunidad, más grave aún son aquellos que solo pernoctan semanas, días o noches cuando su uso es estrictamente habitacional.
En las últimas dos generaciones y principalmente estos últimos 20 años, profesionales jóvenes han abandonado todo vínculo con sus lugares de origen, muchas veces rurales o vulnerables adoptado esta forma de vivir en las alturas como una tendencia propia de la vida contemporánea y competitiva con la idea de desarrollarse profesionalmente lo que constituye una genuina aspiración, muchas veces ignorando el desarraigo o hipotecando siempre o casi siempre calidad de vida futura. En menos de 50 m2 podemos encontrar a veces 2 o incluso 3 dormitorios, o en 17, 24, 28 m2 un “home studio” muy chic o claustro en pleno centro de la ciudad; todos estos modelos buscan principalmente maximizar ganancias de la empresa que los oferta y en la mayoría de ellos sus aportes en términos de diseño, calidad constructiva o calidad espacial son mínimos.
Sin duda algunos proyectos han apostado en valorar el espacio comunitario, terrazas, azoteas y cubiertas habitables, patios verdes o duros y plazas interiores con equipamiento, piezas de arte, salones multiuso transparentes y bien iluminados como un esfuerzo significativo, sacrificando ganancias directas por calidad y así finalmente apostando a ciudad. Hoy el verdadero lujo de habitar en altura es espacio interior y su flexibilidad con el entorno inmediato, surge la pregunta ¿cuánto estamos dispuestos a sacrificar por nuestra calidad de vida?
Sin embargo, los recientes hechos y demandas sociales nacionales, en especial el debate respecto a calidad de vida y la generación de un habitar digno, inclusión social y equidad urbana entre muchos otros, nos platea problemáticas nuevas y otras pendientes, discusiones y desafíos ante la próxima modificación del Plan Regulador Comunal de Concepción.
El proceso es y será nuestro aprendizaje; la participación vinculante, la discusión, acuerdos y desacuerdos, estudios, posturas, intereses, valores, valor de las contribuciones, la integración social, atributos de barrio, patrimonio, identidad, etc., son hoy justas demandas, y aspecto a considerar para construir una ciudad más justa y sostenible. Todos los aspectos son relevantes y ninguno puede o debe quedar fuera del debate, así tampoco ningún actor o rol ciudadano.
Sin duda la altura es un factor relevante, pero no una única escala de medida. Somos un sistema, por lo tanto, la densidad permitida, dimensión de predio mínimo, porcentaje de espacio público y superficie de área verde por habitante, unidad mínima ética habitable, nuestra geografía y clima, sistemas constructivos idóneos, modelos de incentivos para la regeneración urbana y patrimonial, etc., podrán sin duda nutrir nuestra ciudad de una identidad apropiada.
¿Queremos un gran Concepción con edificios íconos como otras ciudades del mundo, como el Empire State Building en Nueva York y el Al Burj Dubai en Emiratos Árabes?
Frente a los extremos me inclino por que lo descubramos en conjunto, dialogando.
Fuente de figura: https://sabes.cl/2020/01/06/concepcion-piden-al-minvu-para-postergar-permisos-de-edificacion/
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