«Somos naturaleza. Poner al dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe»

José Luis Sampedro

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16 de Mayo de 2018/SANTIAGO Cientos de estudiantes comienzan a llegar hasta Plaza Italia, para participar de una nueva marcha feminista convocada por la Confech, "contra la violencia machista, educación no sexista". FOTO:CRISTOBAL ESCOBAR/AGENCIAUNO

Himnos feministas

Belén Pulgar Neira

Periodismo U. de Concepción.

Como toda corriente político-social, el feminismo ha ido evolucionando con el pasar del tiempo y lo seguirá haciendo. Comenzando con la lucha por derechos laborales de la mujer en el siglo XVIII, luego con las sufragistas en el siglo XIX, o actualmente con sus ramificaciones y divisiones como son aquellos conjuntos que predican el feminismo radical o por ejemplo, el feminismo que no considera a personas trans, a quienes se les hace llamar “TERF”, acrónimo del inglés Trans-Exclusionary Radical Feminism (feminismo radical transfóbico).

Tales cambios comprenden no solo la metamorfosis de ideales sino también de las formas e instrumento de lucha. En solo un año (período 2019 – 2020), dos creaciones se han convertido en los himnos más recientes del movimiento por sobre todo en América Latina. En primer lugar, la performance “Un violador en tu camino” creada por el colectivo de mujeres chilenas Las Tesis, y en segundo lugar, “Canción Sin Miedo” de la cantautora mexicana Vivir Quintana. Para entender más al respecto de su impacto, fuerza, contenido y necesidad como grito de guerra, es necesario hacer un análisis en paralelo de estas dos obras.

<<El patriarcado es un juez, que nos juzga por nacer y nuestro castigo es la violencia que no ves>>, así comienza la letra de “Un violador en tu camino”, tema que habla directamente sobre feminicidios, desapariciones, violaciones y la impunidad de la que suelen gozar los hombres responsables de estos crímenes hacia mujeres, libertades que serían otorgadas por el Estado, sus jueces y el Presidente como indica la performance.

El primer coro, <<Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía. El violador eras tú. El violador eres tú>>, hace alusión a que a las víctimas o sobrevivientes de violencia de género, se les echa la culpa por provocar, dejarse o no defenderse frente a sus abusadores, en vez de culpar a quien ha cometido el acto de agresión.

Posterior a ello viene el segundo coro, <<El Estado opresor es un macho violador>>, el cual refiere a la participación constante e indiferencia que tendría el Estado, como un ente que juega un papel de cómplice ante casos de violencia machista.

Finalmente, el tema utiliza como referencia el quinto verso del himno institucional de la policía chilena, éste dice: <<Duerme tranquila niña inocente, sin preocuparte del bandolero, que por tus sueños, dulce y sonriente, vela tu amante carabinero>>. Esto tiene como fin dejar en claro la desconfianza hacia la policía por su actuar en casos de discriminación sexual y que la institución no está cumpliendo con su deber protector.

Esas son las cuatro partes principales de “Un violador en tu camino” que dejan en claro una postura política sobre el rol de las autoridades y la justicia chilena en crímenes perpetrados en contra de mujeres. Además de ello, la coreografía de la performance tiene como elemento principal una sentadilla, lo cual tiene directa relación a que cuando a una mujer se le lleva detenida en Chile, la policía hace que se desvista y realice ejercicios.

La “Canción Sin Miedo” deja constantemente en claro su intención de enfrentamiento, al comenzar diciendo <<Que tiemble el Estado, los cielos, las calles. Que tiemblen los jueces y los judiciales>> al inicio de la canción. Luego, <<Cantamos sin miedo, pedimos justicia>>, después con <<Si tocan a una, respondemos todas>>, y finalmente con <<Y soy esta que te hará pagar las cuentas. ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!>>.

Esta manifestación de intenciones se realiza en el lugar de otras mujeres al decir <<Gritamos por cada desaparecida>> y <<Soy la niña que subiste por la fuerza. Soy la madre que ahora llora por sus muertas>>. Además, se recurre a la exposición de casos de mujeres latinoamericanas cuyos nombres se mencionan: <<Soy Claudia, soy Esther y soy Teresa. Soy Ingrid, soy Fabiola y soy Valeria>>.

Finalmente, la canción hace mención a la sororidad, concepto acuñado fuertemente por el movimiento feminista que refiere a la complicidad o alianza entre mujeres frente a actos de violencia de género, <<Y retiemble en sus centros la tierra. Al sororo rugir del amor>>.

La gran diferencia entre ambas es que la primera es un ataque directo dejando en claro específicos abusos y violencias que viven las mujeres por distintos personajes de la vida cotidiana, del gobierno y de la policía; mientras que el segundo es una declaración de guerra en nombre de aquellas que fallecieron y/o que han sido abusadas a manos de la misoginia.

Ambas son un canto que enfrenta a una sociedad patriarcal que justifica modos de crianza y un comportamiento que libera a los hombres, que les permite cometer abusos y violaciones a la vida y cuerpo de mujeres en todo el mundo.

La creación de estos temas pasa de ser solo una canción a un canto sobre el cual recae el sentimiento de identificación, por ello, se convierte en un himno del movimiento que ha sido utilizado en diferentes manifestaciones en el mundo por mujeres que se unen en la lucha feminista. Entonces, se puede hablar de la necesidad de unificación mediante la expresión artística y a su vez, la necesidad de un discurso que sea capaz de resumir y representar lo que se busca comunicar.

Esto tiene relación con la identidad colectiva la cual “es, ante todo, una construcción subjetiva, resultado de las interacciones cotidianas, a través de las cuales los sujetos delimitan lo propio frente a lo ajeno.” (p. 231) de acuerdo a lo señalado por Mercado y Hernández. Asimismo, Cabrera explica que:

“La identidad colectiva se conforma como el conjunto de creencias compartidas por una sociedad que implican una visión de sí misma como “nosotros”, es decir, una autorepresentación de “nosotros mismos” como estos y no otros. (…) Por ello, las significaciones sociales que constituyen la identidad colectiva son “significados aceptados e incuestionables” por una sociedad, más aún son la “matriz” de esos significados.” (p. 2 – 3)

Lo anterior significa que existe un estrecho vínculo entre un discurso -en este caso la expresión artística a través de los temas mencionados- y la autodeterminación de un colectivo humano, lo que llevaría a un grupo de personas a realizar acciones por un fin en común. Aquello podría explicar por qué el movimiento feminista ha crecido tanto a nivel tiempo-espacio, puesto un discurso breve como una canción que diga mucho en pocas palabras sería capaz de unir comunidades que no se habían unido antes. Como un adhesivo, un pegamento que cumple tanto el rol de pegamento como el de expresar lo que necesita ser expresado.

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