«No podemos resolver la crisis climática sin cambiar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos.»

Naomi Klein.

Actualmente nos leen en: Francia, Italia, España, Canadá, E.E.U.U., Argentina, Brasil, Colombia, Perú, México, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile.

Las ciudades y la transición energética, ¿parte del problema o parte de la solución?

Carlos Bonifetti Dietert

Ingeniero C. Mecánico UdeC. Ambientalista.

El país se encuentra en una crisis multidimensional que es al mismo tiempo ecológica, social y económica. Las causas están en la aplicación de un modelo económico capitalista liberal basado en el crecimiento permanente e ilimitado, cegado ante la finitud del planeta y entreverado con la concentración de la riqueza y del poder en cada vez menos manos.

En la problemática de la adicción a la energía, la transformación energética justa nos se ve en parte alguna y lo que hay es una mala copia de modelos de desarrollo energéticos aplicados en países de la comunidad europea, los que hoy están fallando por razones técnicas, de sus propias crisis económicas, caída del consumo de electricidad y escacez de materias primas minerales. 

De la nueva tendencia hacia un nuevo modelo de desarrollo basado en un decrecimiento programado –que no es nuevo pues se viene proponiendo y estudiando por reconocidos economistas y científicos desde fines de los años ‘60 del s.XX– que cobra año a año mayor ímpetu desde los comienzos de este siglo XXI, el “Siglo de la Gran Prueba” mencionado por el filósofo español Jorge Riechmann– y que, a la postre es la única salida cuerda que nos queda, no se oye una sola palabra ni se trata en los medios de prensa nacionales y extranjeros, aplicándose la conocida artimaña del silencio y el viejo dicho: “de lo que no se habla, no existe”.

La emergencia climática a nivel mundial se hace cada vez más palpable, así como sus efectos de devastadores fenómenos meteorológicos extremos, reducción de cosechas, pérdida de ecosistemas y de fuentes de agua, migraciones y genocidios. Las emisiones de gases de efecto invernadero siguen en alza, incumpliéndose los acuerdos climáticos de las COP y haciendo ya prácticamente imposible frenar el aumento de la temperatura media global de la atmósfera por sobre los 1,5ºC-1,6°C con respecto a los niveles preindustriales. Todo ello implica una gran incertidumbre  en el comportamiento futuro del clima acompañado con el encendido de las alarmas que anuncian el inminente punto de no retorno que pone en riesgo el futuro de la humanidad.

La pérdida de biodiversidad y el deterioro de los ecosistemas es otra de las crisis que no estamos enfrentando. Hay cerca de un millón de especies en peligro de extinción,  lo que afectará directamente al resto las especies y, por ende, las funciones de las que depende la vida de la nuestra y de todas las demás que aún permanecerán: fotosíntesis, regulación de los ciclos biogeoquímicos, polinización,  fertilidad, etc. Nuestra cultura tecno-optimista audaz nos está traicionando al hacernos creer que la tecnología vendrá a salvarnos milagrosamente y suplir todas las carencias.

Por otro lado, la crisis energética es también cada vez mayor. La sobreexplotación de los combustibles fósiles y el calentamiento global son dos caras de la misma moneda. El pico del petróleo barato ya se alcanzó en 2018 como asímismo se está acrecentando el agotamiento de muchos minerales indispensables para alimentar el consumismo, de acuerdo con los estudios de la ingeniera española Alicia Valero [2]. Es por esto que las energías renovables, en las que se está confiando con exagerado optimismo, también están sujetas a límites dada la necesidad de minerales críticos como el litio, el cobalto y los de las tierras raras, indispensables para la fabricación de los equipos de generación.


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De los nueve límites planetarios establecidos por los científicos (ver figura), ya se ha superado seis. El cambio climático, la biodiversidad, los ciclos biogeoquímicos del nitrógeno y el fósforo, la disponibilidad de agua dulce, la acumulación de sustancias químicas nocivas y los cambios en los usos del suelo han sido sobrepasados y solo la capa de ozono, los aerosoles atmosféricos o la acidificación de los océanos se pueden considerar todavía dentro de los límites planetarios estudiados, aunque todo apunta a que también podrían ser superados si no se toman medidas [3].

No queda entonces más que concluir que tanto las ciudades (y sobre todo las grandes urbes) como la transición energética, nacional y mundial, son parte del problema.

Fuente de imagen:

https://blog.dormakaba.com/es/estas-5-ciudades-latinoamericanas-apuestan-por-un-futuro-inteligente/

Referencias:

[1] ‘El socialismo puede llegar sólo en bicicleta’ – ENSAYOS ECOSOCIALISTAS, Jorge Riechmann, Ed. Catarata, 2ª edición revisada y ampliada, 2022, págs. 302 a 306.

[2] Charla de Alicia Valero: https://youtu.be/jreclsdT34U

[3] https://www.15-15-15.org/webzine/2024/12/30/umbrales-de-dignidad-energetica-audio/

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