«El mayor problema ecológico es la ilusión de que estamos separados de la naturaleza.»

Alan Watts.

Actualmente nos leen en: Francia, Italia, España, Canadá, E.E.U.U., Argentina, Brasil, Colombia, Perú, México, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile.

Las múltiples caras de Jano.

La leyenda dice que Jano, el legendario primer rey del Lacio, había sido favorecido por Saturno, el dios de la agricultura y la fertilidad, con la facultad de conocer simultáneamente el pasado y el porvenir. De ahí que se le haya representado como una cabeza con dos caras.

El aún inconcluso proceso constituyente de nuestro país, siguiendo esa imagen de la historia, presenta una multiplicidad de rostros que requieren ser estudiados en detalle para poder obtener conclusiones que estén revestidas de un mínimo de racionalidad y que se ajusten a los elementos duros que nos ofrece la realidad.

El momento que vivimos como país es bastante complejo y resulta casi increíble que, como sociedad, estemos demostrando que no somos capaces de sostener un debate maduro que nos permita aprovechar las experiencias del pasado y al mismo tiempo visualizar la construcción de un futuro posible.

El camino hacia adelante tiene como punto clave el próximo “plebiscito de salida” mediante el cual la ciudadanía calificará el trabajo realizado por la Convención constituyente. El extenso texto no es de fácil comprensión para las personas que carecen de formación política y jurídica y su debida inteligencia, conjugando adecuadamente sus disposiciones, requiere un esfuerzo mayor. El espacio televisivo puesto a disposición de la comunidad nacional, ha sido utilizado, tanto por los bandos del “apruebo” como del “rechazo”, de una manera paupérrima quedando la impresión de que sus creativos están convencidos de que los ciudadanos simplemente no piensan.

Las limitaciones del espacio disponible nos obligan a centrarnos en algunas consideraciones gruesas que podrían ser útiles para discernir adecuadamente y orientar la toma de decisiones.

En general, la propuesta considera exhaustivamente el tema de los derechos sociales con una mirada amplia que incluye los derechos humanos individuales y colectivos (primeros pueblos) y derechos culturales. Sin embargo, en la estructura global del documento es notoria la carencia (que debió ir en el preámbulo de la Carta) de un marco valórico global que sirviese de sustento para toda la Constitución y de instrumento útil para su interpretación y aplicación. Por esa razón, llama particularmente la atención que los convencionales, enfrascados en un enfrentamiento dogmático, hayan sido incapaces de concordar un texto o preámbulo en tal sentido. El artículo 35, referido al derecho a la educación y a los deberes del Estado en este campo, ponía a su disposición las herramientas para una definición básica: “Construir el bien común, la justicia social, el respeto de los derechos humanos y de la naturaleza, la conciencia ecológica, la convivencia democrática entre los pueblos, la prevención de la violencia y la discriminación….., el pensamiento crítico, la capacidad creadora y el desarrollo integral de las personas… en sus dimensiones cognitiva, física, social y emocional”. Bien se pudo sustraer estos conceptos del limitado campo de los “sistemas de educación formales” para abordarlos como fines propios a promover por el Estado y la comunidad.

Por otra parte, la propuesta, en general, elimina los nudos de la Constitución vigente que han atado el desarrollo económico del país a un determinado modelo estructurado en torno al ideologismo neoliberal, haciendo posible la perpetuación de una sociedad de privilegios y exclusiones. Debe, entonces, destacarse que cuarenta economistas del más alto nivel mundial, (encabezados por el francés Thomás Piketty, la ítalo estadounidense Mariana Mazzucato, el surcoreano Ha-Joon Chang) han sido claros en afirmar que la propuesta constitucional chilena “crea un marco legal que logrará preparar a Chile para un nuevo siglo de crecimiento equitativo, con disposiciones para atraer inversiones, proteger la estabilidad financiera y promover el desarrollo de todos los chilenos”. “Creemos que la nueva Constitución establece un nuevo estándar global en su respuesta a las crisis del cambio climático, la inseguridad económica y el desarrollo sostenible”.

Frente a la realidad contingente, la pregunta que surge, y que ya ha sido formulada por diversos académicos del mundo, es: ¿Por qué logran éxito o por qué fracasan los países en su camino al desarrollo? La respuesta uniforma a esta cuestión apunta a la calidad de sus instituciones. Precisamente el proyecto que se someterá a la votación ciudadana tiene en este campo sus principales falencias. A nuestro juicio, es notoria su carencia de una visión en perspectiva del futuro ya que todo el aparataje político concebido constituye un tramado cuya aplicación práctica (y los costos del caso) es inviable.

Lo anteriormente expresado hace referencia a algunos de los aspectos que consideramos más trascendentes del problema. La decisión ciudadana debe tenerlos presentes.

Por supuesto, nada de lo dicho tendrá valor alguno si no somos capaces de concebir nuestro futuro dentro del marco del esfuerzo y el sacrificio individual y colectivo y del establecimiento de relaciones de solidaridad y respeto mutuo.

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