Las redes del poder
El llamado eufemísticamente “caso Audio” o “caso Hermosilla” tiene conmovidas a las elites política, económica y financiera del país.
Y, por supuesto, es muy bueno que ello ocurra ya que al develarse los entretelones de esta trama delictiva la ciudadanía ha podido acceder al conocimiento de hechos y conductas que se suponía que existían pero que se mantenían entre bambalinas cubiertos por el uso del poder de los mismos hechores.
La deliberada indiscreción de la abogada Leonarda Villalobos, al grabar conversaciones indiscretas y entregárselas a una amiga de confianza quien la entregó a su marido (Topelberg) y este a CIPER, abrió las ventanas de un escándalo mayúsculo. El hasta entonces prestigioso abogado penalista Luis Hermosilla, en reunión con ella y clientes, confiesa en voz alta delitos de cohecho, soborno, lavado de activos, facturaciones falsas, fraude tributario, y manifiesta cínicamente su voluntad de seguir sobornando a funcionarios públicos y reconociendo que lo que está proponiendo son acciones constitutivas de delito.
Todo eso está por ahora en manos de “la Justicia” y, salvo que se opere con mano mora, difícilmente la tormenta desatada tendrá un happy end.
A pesar de la enorme cantidad de hechos punibles que han fluido tanto de la grabación de Villalobos como de la incipiente revisión de las 760.000 páginas del whatsapp de Hermosilla, es evidente que no todo lo que emana de uno y otro es delito penal. En efecto, en medio del lenguaje coprolálico a que recurren los partícipes en la “reunión de trabajo” y del desenfadado vocabulario que trasuntan las conversaciones de “Hermosilla y su pandilla”, hay un comportamiento que refleja dobleces, deslealtades, actos de frescura, sinvergüenzuras y tretas propias del mundo del hampa.
Si bien a los Tribunales corresponderá en su momento discernir dónde comienza y y termina “lo malo” y dónde se inicia y concluye “lo feo”, hay interrogantes que pasan por la cabeza de los ciudadanos de a pie y que imperiosamente deben esclarecerse.
Trataremos de puntualizar algunas:
- ¿Qué explica que una profesional casi recién recibida y egresada de una universidad de mínima acreditación acceda a importantes círculos de poder financiero y sea presentada como experta en el complejo mundo tributario?
- ¿Qué explica que siendo más que evidentes las operaciones sospechosas de los involucrados, ni los bancos, ni el Servicio de Impuestos Internos, ni ninguno de los entes fiscalizadores haya podido detectar oportunamente los miles de facturas falsas que se utilizaron por años en la gigantesca bicicleta financiera?
- ¿Es efectivo que los las familias del grupo Patio aportaron ilegalmente 150 millones a la campaña de Sebastián Piñera? ¿Cómo?
- ¿Qué interpretación se le puede dar a la frase de Hermosilla, cuando, tras el triunfo de Piñera, señala “ahora tenemos todo el power”?
- Siendo por ley las universidades entidades sin fines de lucro ¿qué lleva a un empresario provinciano a comprar sucesivamente dos planteles?
- ¿Por qué una empresa ligada al Estado italiano (ENEL) adjudica a una empresa desconocida (Syner) un contrato multimillonario sin considerar otros oferentes?
- ¿Cómo una entidad de seguridad adultera licencia de trabajador accidentado de Syner para “limpiar” los antecedentes de Syner? ¿Por qué dicha entidad ha guardado silencio sobre el caso’¿Quién es el trabajador afectado?
- Para la defensa del entonces ministro Andrés Chadwick Piñera, acusado constitucionalmente, se pagaron 226 millones en honorarios….¿Quién financió finalmente esta suma? ¿Sabía Chadwick el origen ilícito de estos recursos?
- Cuando la precandidata presidencial Evelyn Mathei dice que en esta materia hay que ser “implacables” y que “tiene que caer el que tenga que caer” ¿realmente comprende en su frase publicitaria a todos los involucrados en el affaire?
El cuestionario puede alargarse indefinidamente, más aún cuando hasta ahora han salido a la luz pública antecedentes que constituyen solo el 1% de las grabaciones.
Lo claro es que el mundo de los negocios truchos, cubiertos a través de un ilimitado tráfico de influencias, existe y es amparado y tolerado por quienes están llamados a resguardar el orden público económico y financiero. Lo extraño, sí, es que los grandes conglomerados comunicacionales del país no hayan investigado este mundo del hampa de cuello y corbata y solo hayan despertado de su sopor conformista cuando los centros de investigación independientes y los medios alternativos digitales han transparentado lo que otros se empeñan en ocultar.
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