«Somos naturaleza. Poner al dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe»

José Luis Sampedro

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Luego de la marcha.

Belén Pulgar Neira

Periodismo U. de Concepción.

Casi cada semana del año hay un jueves o martes en el que las calles se cortan, en las que hay que ir a buscar compañeros a las comisarías, en las que una marcha llena de bailes y música se transforma en una batalla campal donde el equipo de “antisociales” se enfrenta al equipo de uniformados a ver quién mete más goles. A ver quién lanza más piedras, quién lleva más detenidos como premio, quién destruye más con fuego y bombas. Y, ¿qué pasa luego de la marcha?

Según la Corte Interamericana de Derechos Humanos “la libertad de expresión es una de las formas más eficaces de denuncia de la corrupción”, por ende, la persona humana ha de ser libre de manifestar su contento, descontento y deseos de la forma de quisiese mientras no atente contra otros y su ambiente, sin embargo, esto último parece que se nos olvida.

Como futura periodista he de ir a sacar fotos, a marchar apoyando la causa, a veces ambas. Así mismo he cubierto mi rostro con limón, he corrido de guanacos, me he mojado entera, he escapado de secundarios encapuchados que parecieran cubrirse con sus mismos delantales de colegio, dejando en cuenta dónde es que pasan las mañanas estudiando cuando no están en la universidad haciendo la cimarra y buscando a alguien que les venda marihuana.

Y como futura periodista, escucho también las quejas hacia los medios tradicionales y las “mentiras” que transmiten, porque para muchos, las noticias de la noche sobre desmanes son nada más y nada menos que montajes. Cabe mencionar que algunos de esos quejumbrosos son mis propios compañeros, próximos colegas y yo. Es entonces cuando me pregunto cuántos de nosotros acabaremos trabajando en esos mismos medios para poder pasar agosto en unos años más.

Es un interesante y curioso doble discurso de tantos conocidos y desconocidos que no me sorprende encontrarlo además, en los medios de comunicación. Medios cuyos dueños controlan todo aquello que periodistas y camarógrafos deben difundir bajo sus reglas y protocolos absurdos que fomentan estereotipos y destruyen la esencia de la persona oculta tras el título. Encontramos primero, a medios tradicionales y dominantes que nos hacen creer que ese es el periodismo de verdad, el periodismo que se toma las cosas en serio, una burla. Luego, los medios pequeños, esos independientes que hacen lo mejor que pueden en pos del pueblo, lamentablemente, ese oficio no paga.

Mas eso no es nada, no es nada en comparación a lo que imagino para quienes viven en el centro y trabajan en las calles principales. Peor aún, para ellos invisibles que limpian las calles a las tantas de la madrugada para que cuando uno despierte y salga a trabajar esté todo perfecto, para que la plaza Perú esté libre de fuego, para que la entrada de la UdeC no esté cubierta de escombros y con tanto olor a guerra. Para que todo funcione y todo sea borrón y cuenta nueva. Así a los días siguientes las calles estarán liberadas para dar inicio a la misma destrucción. Esto, esto es lo que pasa luego de las marchas.

Esa destrucción que uno ve a tempranas horas de las mañanas cuando las revoluciones comienzan y de a poco se ve cómo hay quienes se dan la libertad de rayar paredes y autos ajenos al lado de uno. Esa destrucción que incluso se ve en los jolgorios ilegales. Esa destrucción de cada fiesta y momento conflictivo en el país o ciudad. Esa destrucción fundada en el odio irracional a grupos específicos. A los pacos, a los mapuches, a los creyentes, a los políticos, a los empresarios. Y digo irracional porque el resentimiento no es argumento de suficiente peso para generalizar y meter a todos en un mismo saco, ese saco en los que se pone a los “enemigos públicos” que han de ser los culpables de todo lo malo que hay en este mundo -aparentemente-.

Porque no es posible para mi entender, el cómo se habla con tanta seguridad sobre lo mal que hacen estos grupos de personas. Los pacos no hacen su trabajo, los políticos son corruptos, los mapuches son terroristas y los periodistas son unos vendidos. ¿Cuántos de esos Carabineros son agradecidos cuando ayudan a la gente? ¿Cuántos políticos son realmente corruptos y cuántos de ellos intentan realizar cambios anónimamente? ¿Cuántas de las comunidades mapuches son realmente violentas? ¿Agresivas? ¿Incendiarias? ¿Cuántos periodistas son verdaderamente “amarillos” bajo todo consentimiento y consecuencia? ¿Seremos capaces de dejar una situación de lado, en la que fuimos reprimidos para intentar comprender las motivaciones del otro? Pues yo creo que sí, parece ser complejo pero se puede. Recuerdo incluso que de pequeña creía que los periodistas que aparecían en la tele eran unos ineptos, así, sin delicadeza, mas luego conocí su mundo desde adentro y descubrí la adrenalina y seguridad -y tiempo- que deben tener para transmitir información de la mejor manera y con la mayor rapidez imaginable. Ya que no todos son malos, algunas personas pasan todas sus vidas siguiendo órdenes para llevar comida a la mesa, mientras otras la roban porque como sociedad hemos creado las condiciones para instruir al vecino como ladrón.

Esta llamada “violencia” -que incita aún más violencia- contra la que se lucha, esa corrupción, es disminuida por la agresividad con que se pelea. Si se devuelve con la misma moneda, si se queman las calles, si se rompen las ventanas, si se rayan las paredes y las puertas de los autos, sólo se incita al odio del hermano. En ese caso he de invocar a cualquier profesor y libro de historia que me recuerde cómo el odio se multiplica y los verdaderos avances se consiguen a partir del amor -aunque suene bastante utópico y cliché-.

Lo cierto es, que no vengo a destruir ni a condenar a quienes se manifiestan cuando yo no lo hago. Vengo a convencerlos de buscar nuevas maneras de hacer exactamente lo mismo, porque la unión que se ve en las calles es hermosa, es única, es natural. Y la que se ve en las noches es triste e inhumana, es el instinto animal del que tanta distancia proclamamos tener porque “somos animales inteligentes”, pues yo no veo inteligencia, sólo impulso.

 

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1 Comentario en Luego de la marcha.

  1. Gran Trabajo, desnudar una realidad, aportar al análisis de conductas inadecuadas, por decir lo menos y , una propuesta equilibrada.

    Muy bien, excelente!

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