
MEZQUINDAD EN EL ELOGIO
En un programa de televisión llamado “En Persona”(1) el entrevistador, D. Cristián Warnken (C. W.) pide al entrevistado, D. Sebastián Edwards (S. E.), economista, escritor y columnista, que ahondara en una idea relacionada con la “Teoría de los sentimientos morales”, de Adam Smith, y que el escritor Paul Auster recoge en su libro “La invención de la soledad.”
S. E.: “Efectívamente, yo consideraba que era importante admirar a alguien sin límites, sin segundas intenciones, sin envidias, y luego pensaba que este tipo de admiración tenía que ir de la mano de “la generosidad en el elogio”, una idea sobre la cual vuelvo con frecuencia y sobre la cual me doy vueltas y vueltas cuando viajo a Chile y leo la prensa. Ahí me percato de tantas pequeñeces, de tanta rabia acumulada, de tanta mezquindad…pensaba en la “mezquindad en el elogio” en Chile. Es dificil encontrar en Chile a alguien importante que elogie a otras personas que son extraordinariamente talentosas. Una vez escribí una columna y hablé bien de alguien importante, esa persona me llamó a California por teléfono para agradecerme lo que yo había escrito sobre él. Me pareció algo insólito que en Chile se admirara abiertamente a alguien. “Este fue un elogio desinteresado.”
C. W.: ¿Cuál es, a tu juicio, la causa de esta mezquindad?
S. E.: “yo la atribuyo a la envidia, a la inseguridad. Chile es un país muy chico. Un ejemplo: es cosa de ver cómo se odian los escritores en Chile. Chile es un país muy racista, clasista, segregacionista, donde reina el “ninguneo” (término que usaba Gabriela Mistral). Chile es un país muy chico, en el cual caben muy pocas personas talentosas.”
A juicio de quien escribe esta columna, la entrevista le pareció muy interesante porque si bien el tema aparece con cierta frecuencia en los medios de comunicación, particularmente en programas de farándula, pocas personas se atreven a defender públicamente al que es objeto de calificativos que intentan dañarlo a él y a su obra.
Mi interés por el tema, me ha conducido a D. Juan Manuel de Prada Blanco de nacionalidad española que, además de ser escritor, es crítico literario y articulista, quien ha hecho un profundo análisis de esta realidad que, parece ser una propiedad del género humano(2). Prada, parte diciendo “nunca dejará de sorprenderme la falta de generosidad característica de nuestra época. Se percibe en todos los ámbitos de la vida civil, desde luego en la política, que parece ejercer un misterioso magnetismo sobre los individuos más mezquinos, pero, en general, no hay ámbito de la vida social que no esté cada vez más infectado por esta gangrena.” Prada atribuye a esta conducta a la “falta de generosidad” que no consiste tan sólo en negar los méritos del prójimo, o en escatimarle nuestro elogio o nuestra ayuda, sino también en un adanismo engreído y ruin que nos hace creer que nada debemos a nadie, olvidando que el tributo más gozoso del hombre es precisamente, ser tributario, estar siempre en deuda. Y reconocerse tributario es, además, de un ejercicio de nobleza, una prueba de fortaleza. La generosidad como la humildad, es virtud propia de los fuertes, del mismo modo que la mezquindad (con sus primas hermanas, la soberbia y la suficiencia) es la artificiosa fortaleza de los débiles y de los impotentes, que hacen de la iconoclastia y la negación de los valores constituídos, el emblema orgulloso que esconde su inanidad.”
“En la mezquindad, continúa Prada, hay siempre un fondo de envidia y resentimiento aunque disfrazado de insolencia y sarcasmo. No se perdona el éxito ajeno, sobre todo si lo obtiene una persona eminente. La envidia está incapacitada para cualquier gesto generoso. Su séquito de estragos –rabias malcontenidas, celos, desabrimientos, conciencia de agravio nunca resuelta- se desagua infaliblemente en calumnias y difamaciones pues el envidioso, como el mezquino, se alimenta -como la carcoma– de lo que destruye y corroe, necesita destruir y corroer para mantenerse vivo; y trata de compensar su impotencia restando valor, jibarizando, ninguneando, estigmatizando, difamando a los demás, una empresa por completo esteril que no hace sino generarle más insatisfacciones (más rabias y desabrimientos, más celos y conciencia de agravio).”
Debo confesar que el texto del escritor Manuel de Prada es una pieza literaria tan contundente, tan incisiva y tan perfecta que no admite mayor ahondamiento. Pero ¿cómo una persona que sufre esta enfermedad puede liberarse de ella? Seguramente los psicólogos deben tener la respuesta que pasa necesariamente por reconocer que la persona posee un gran déficit de generosidad y buscar el origen de esa carencia cuya erradicación irá acompañada de mucho dolor.
Referencias
1.- Canal Youtube, 12 de Abril de 2022
2.- ABC, XL Semanal, 12 de Agosto de 2019
Déjanos tu comentario: