NERÓN NO SABE ESCUCHAR
Salta a la vista que Nerón no sabe escuchar, quizá sus asesores no han sido lo suficientemente claros en sus palabras, o la adulación de algunos, se extiende por los salones del palacio como el fuego en las ciudades de nuestro amado Chile. Sin embargo, no cabe duda de que la profunda crisis que está experimentando nuestro país, va de la mano con una ruptura evidente de las confianzas. Lo más terrible de la situación es que nadie se salva. Por una parte, la crisis de las instituciones del estado y por otra, el mundo empresarial con sus casos de colusión, que han dejado al descubierto lo más perverso de un sistema. La Iglesia por su parte, no ha tenido la capacidad de liderar y proponer el diálogo como lo hiciera en tiempos pretéritos. La respuesta más evidente a esta realidad se debe a que las bases de la confianza se encuentran carcomidas y esto a su vez, resulta ser un problema altamente generalizado.
Salta a la vista que se necesitan estamentos con un profundo valor moral y ético para restablecer, en parte, la dinámica democrática, esta es la mayor dificultad en estos días, pues ¿Quiénes podrían asumir tan importante tarea? ¿Quiénes tendrían la fuerza y la coherencia para refundar las bases de nuestra alicaída sociedad chilena? Como menciona Foucault en La voluntad de saber (1976): “Donde hay poder hay resistencia”, esta máxima resulta evidente en los tiempos que corren, pues el ejercicio del poder político se encuentra anclado a resistir, aun cuando el camino futuro se vea incierto.
Por otra parte, vemos a una ciudadanía altamente empoderada, que sale a manifestarse a las calles y que ha encendido uno de los fuegos más peligrosos, “El fuego de las conciencias”, que no podrá ser extinguido con tanta facilidad.
¡Debemos condenar a quienes hacen actos vandálicos! Qué duda cabe, pero no podemos satirizar a quienes ejercen el libre derecho a protesta en una sociedad democrática. Por eso, hay una urgente necesidad de afinar la precisión política, de ser un poco más acuciosos, y de intentar encontrar una salida al conflicto, que se sitúe en la medida de las circunstancias. Para esto la revisión del lenguaje discursivo resulta capital, junto con una aconsejable revisión y lectura del texto Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas, Foucault (1966).
Para algunos estamos Ad portas de un Comunismo radical que va a hacer carne las ideas de las viejas revoluciones, y según otros se busca imponer la expresión más espuria de un fascismo sin parangón. Les invito a hacer una precisión en estas ideas, a intentar ir más allá de lo ideológico, a situarnos desde una vereda realista y a entender que el problema que Chile enfrenta, no tiene que ver con izquierdas o derechas, sino que con la falta de confianza hacia el mundo político en general. Foucault en su texto Vigilar y castigar (1975) expone: “Hay que admitir, en suma, que este poder se ejerce más que se posee, que no es el privilegio adquirido o conservado de la clase dominante sino el efecto de conjunto de sus posiciones estratégicas, efecto que manifiesta, y a veces acompaña, la posición de aquellos que son dominados”.
Finalmente hay que precisar que Nerón no dejará de ser Nerón, y aunque Roma arda por completo, siempre habrá tiempo para tocar la lira, para cantar mientras todo se consume, para intentar encontrar la salida, aun cuando se esté frente a un laberinto complejo. Pese a todo este escenario, algo es seguro; Nerón no sabe escuchar.
El Nerón que tenemos en la moneda, no va a escuchar nunca.
Mas movilizaciones sociales, con las manos limpias, masivas y fuera los violentistas.
Espectacular.
Cualquier parecido con nuestra realidad…