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Alan Watts.

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Restauración de dos esculturas de la Catedral Concepción

Claudio Cortés López

Restaurador y conservador de obras de arte. Académico del Magíster en Intervención Patrimonial MIPA y del Departamento de Diseño Escuela de Postgrado, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile.

El último terremoto de 2010 no sólo destruyó viviendas, puentes y la vida de personas, sino que afectó también severamente al patrimonio cultural artístico, escultura pública y monumentos.

Entre todos estos objetos dañados, se encuentran dos esculturas talladas en madera

y doradas con pan de oro pertenecientes a la Catedral de Concepción; se trata de dos ángeles de gran calidad escultórica, de origen francés, los cuales, al caer al suelo y dado su peso, se desintegraron en pedazos de diferentes tamaños. Gracias al mecenazgo de una importante universidad chilena, representada por uno de sus directivos, se pudieron rescatar de su estado tanatológico. Años después del desastre, se me confió la tarea de recuperar dichas obras en mi laboratorio de restauración, tarea que llevó seis meses de trabajo.  Las obras destruidas por el impacto al caer al suelo, se trajeron a Santiago en dos cajones; por suerte, la mayoría de los pedazos y recubrimientos estaban pulverizados. El diagnóstico previo a la intervención reveló que los bultos escultóricos fueron realizados, uniendo madera en postes de 1.80 mt. para dar el alto y de 4 x3pulgadas, de madera roja y café de muy buena calidad. Esos componentes fueron adheridos entre sí con cola orgánica y posteriormente, tallados a manera de escultura. El impacto de caída y el golpe concentrado en pocos puntos provocaron el despegue de los cuerpos de madera y la desintegración del bulto escultórico con daños, descamaciones y pulverizaciones de la capa de preparación blanquecina, sobre la cual se dispuso el pan de oro.  En el examen de los cuerpos de madera internos se descubrió una dirección de entrega escrita con grafito, posiblemente realizada por las personas que proveyeron este material al escultor; la dirección es de París. Este importante antecedente permitió saber el origen de estas obras, como también explicó la importante calidad en la representación. Estos dos ángeles son parisinos, posiblemente importados desde un taller de producción de estatuas religiosas en Francia, lo que es frecuente en los países latinoamericanos: nuestras iglesias y conventos poseen obras de relevancia internacional, dada esta costumbre de importar obras para el culto religioso. Los dos ángeles en cuestión superan los dos metros de altura con sus alas puestas, las cuales sufrieron daños importantes con la caída.

 Después de documentar el diagnóstico y seleccionar y clasificar todos los pedazos (alrededor de 300), comenzó la tarea de ensamblar y adherir los cuerpos grandes y pesados, con los cuales se realizó el sólido que permite la existencia de la obra. Se empezó por los cuerpos más grandes, los que además de ser adheridos con un pegamento sintético para madera, se atornillaron con pernos de seis pulgadas protegidos con Paraloid-B72, con el fin de asegurar una capa de protección entre el metal y la madera. Terminada esta operación y asegurado el bulto escultórico, se inició la tarea más fina que consistió en ubicar los fragmentos más pequeños en los sitios que le correspondían, tarea que llevó 40 horas de trabajo. Finalizada esta parte del trabajo de recuperación, las figuras comenzaron tomar sus respectivas fisonomías y se llegó a la etapa final, en la cual se realizaron varias operaciones como: oclusión de faltantes, consolidación de pulverizaciones e injertos de madera, semejantes a los de la obra en secciones, en las cuales no se encontraron sus componentes.

La finalización de este trabajo consistió en retocar faltantes con lámina de oro y rigattinos

de colores que permitieron dar continuidad a la unidad potencial de estas obras de arte. Por último, se aplicó una capa de barniz, compuesto por Paraloid B-72 disuelto en Nitro-B-72, con el fin de proteger toda la lámina de oro antigua y la actual, la que se limpió con solventes antes   de barnizar.

Terminado el trabajo y con el visto bueno del mandante, se entregaron para su vuelta al lugar de origen.

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