
Salud mental infantil
Un reciente estudio, nos pone nuevamente en el top del ranking mundial de la mala calidad de la salud mental de niños menores a 6 años. Depresión, ansiedad, conductas agresivas ya dejaron de ser problemas en adultos y jóvenes, ahora nuestros niños también las padecen, siendo transversal en estratos socioeconómicos, aunque con una mayor incidencia en estratos socioeconómicos altos y bajos.
Hay varias razones que podrían explicar esto. Por un lado, el ingreso de los niños a colegios privados, donde a edad muy temprana deben rendir exámenes altamente competitivos, buscando al niño/a perfecto/a. Hay una presión increíble de parte de los progenitores para que sus hijos sean los seleccionados, y por ende ingresen a lo que consideran la mejor educación para ellos (y a veces creo mejor oportunidad para ellos mismos, creando una ventana para mantenerse, o ingresar a una red social privilegiada). He aquí mi primera observación, soñamos con ser un país desarrollado y admiramos a los países que sí lo son. En aquellos países, los niños pequeños van a escuelas estatales, porque la educación mantiene un estándar alto, interaccionan con niños de diferentes clases sociales, cultura, religión, es decir, reciben además de una buena educación, una educación integral y aprenden desde temprano el respeto a quien piensa distinto. En segundo lugar, muchas veces los pequeños pasan muy poco tiempo con sus padres, por razones diversas y explicables. Largas jornadas de trabajo, bajos salarios, múltiples trabajos, distancias desde el hogar al trabajo, entre otras. Esto, no es excusa para que los padres compartan tiempo de calidad con los pequeños.
Muchas veces podemos observar a familias, (re)corriendo malls sin una mayor interacción. ¿Es qué no hay otros espacios para compartir? Nos faltan más áreas verdes donde los niños puedan ser niños, correr, jugar, andar en bicicleta, conocer a otros niños y realidades, enseñarles a compartir y ¿por qué no?, a colaborar. Un tercer punto, que es realidad a nivel mundial, no solo en Chile, es el excesivo uso y abuso de las tecnologías. Estoy segura que más de alguno de los lectores ha visto (o incluso ha sido parte) de pasar un celular a un niño pequeño cuando empieza a llorar, o estar un poco de mal humor. Les enseñamos desde bebés a tranquilizarse observando videos en celulares, tablets, televisores, a estimularlos sin filtros ni idea sobre las consecuencias en sus futuras relaciones sociales. Acaso ¿estamos perdiendo nuestra paciencia y creatividad para interaccionar con ellos? ¿Será qué en un futuro cercano, tendremos robots o tablets especiales que críen a nuestros hijos? Ficción para algunos, pero una imagen no tan lejana para otros. Es acaso más importante nuestro tiempo y tranquilidad que la de estar con los niños y con paciencia enseñarles a lidiar con sus frustraciones, enseñarles que no siempre se tendrá lo que quieren, en el fondo, a ser seres emocionalmente estables.
Por otra parte, el ser humano es un ser que aprende observando e incluso imitando a otros. Esto nos debe hacer reflexionar acerca de nosotros mismos. Si los adultos tenemos problemas de salud mental, y en Chile es un problema grave, no reconocido como tal, ¿qué le estamos transmitiendo a los niños? Nos ven ansiosos, preocupados, deprimidos, frustrados, en algunos casos agresivos. Creo que este estudio, solo nos está mostrando la punta del iceberg, debemos reconocer y tomar medidas para resolver los problemas de salud mental en el país, estamos a tiempo, antes que nuestros niños, se contagien y terminemos con una sociedad entregada a las consecuencias de sostener este modelo social altamente competitivo.
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