
SER PROFESOR EN TIEMPOS DE PANDEMIA
Una buena experiencia de educación/aprendizaje requiere necesariamente que ocurra una comunicación efectiva. Es un factor clave que incide en el éxito o fracaso de la tarea emprendida. No es solamente importante el mensaje o el contenido sino la forma que usamos para transmitir. Por tanto, los expertos en educación hacen ver la relevancia de interactuar (profesor-estudiante y entre estudiantes), de hacer participar de alguna manera, ya sea formulando preguntas y especialmente dejando que los estudiantes se expresen[1]
El objetivo de cualquier sistema educativo actual es alcanzar aprendizajes significativos, que es aquel que no se olvida y se mantiene en las capacidades del alumno. Para que esto ocurra los alumnos deben ser los responsables de su propio aprendizaje, jugando un papel activo y participativo.[2] Así como vamos, estarían quedando en el pasado las clases magistrales en que el profesor es el que habla por un tiempo prolongado o bien éstas se deberían reducir y acompañar de otro tipo de experiencias que las nutran.
Para aprender es necesario relacionar los nuevos conocimientos con los previos, que cada alumno trae, que permita que se produzca un verdadero aprendizaje, a largo plazo y no sea olvidado con rapidez. “El ser humano tiene la disposición de aprender, de verdad, sólo aquello a lo que le encuentra sentido o lógica y rechaza aquello a lo que no le encuentra sentido”[3]. Lo anteriormente cobra especial valor frente a la diversidad y profundidad de conocimientos y experiencias previas que se puedan encontrar entre los estudiantes de una sala de clase o sala virtual, lo que crea la diferencia de comprensión e interés ante alguna temática expuesta. Es bueno que los profesores nos preguntemos ¿por qué los alumnos han olvidado tan pronto contenidos que formaron parte de las materias de una asignatura recientemente cursada? El olvido pasa a ser un indicador que nos está diciendo que algo no funcionó bien y se debe mejorar.
Para los profesores viejos, que llevamos muchos años ejerciendo la docencia, escolar o universitaria, resulta natural y espontánea la forma de comunicarnos con nuestros estudiantes. Hay un lenguaje conocido que lo permite, a través de gestos, miradas, presencia, ausencia, atraso, preguntas, comentarios, interés y desinterés, nos entregan información valiosa, tan valiosa que nos llevan a orientar, profundizar, alivianar los contenidos e incluso reprogramar. Todo con la intención de alcanzar ese aprendizaje real, con sentido. Se trata del lenguaje corporal; son esos ojos de curiosidad los que nos motivan a estar allí en ese lugar y querer responder lo que nos demandan. También la desmotivación de sus rostros y de sus posturas las que nos indican que no vamos por buen camino y que la metodología debe ser otra. Hasta hace poco teníamos varias opciones a las que podíamos recurrir, trabajos prácticos, salidas a terreno, discusiones grupales. ¿las tenemos hoy? ¿cuáles son? ¿qué nos ofrece la tecnología hoy?
En los virulentos tiempos que vivimos, los cambios han sido explosivos, no han dado tiempo a la tregua, a la reflexión y a un cambio pausado producto de la asimilación y plena comprensión. En no más de una semana, hemos cambiado esas historias reflejadas en rostros por una pantalla, con la nueva modalidad de teletrabajo y clases on line en las plataformas digitales, todo es distinto. Una fría pantalla que por más que queramos adornarla de posibilidades nos ha dejado helados, y decaídos al no contar con una retroalimentación tan necesaria en las relaciones humanas.
Pero no todo ha de ser negativo y cuando estamos en la oscuridad, de a poco se perciben pequeñas lucecitas que empiezan a iluminar y trazar un nuevo camino. Oh sorpresa!, los estudiantes están asistiendo mucho más a sus clases virtuales e incluso son puntuales, en comparación con las antiguas presenciales, lo que puede parecer una obviedad ya que no tienen otra alternativa en estado de pandemia ni panorama interesante a cambio, sin embargo, para nosotros los profesores al otro lado de la pantalla nos alegra y nos reconforta, que aún sin verlos y pocas veces oírlos, están allí. Cada cierto tiempo algunas preguntas traen un par de respuestas que nos alienta a seguir. Se está prestando atención y hay interés por participar y responder. A esto se debe agregar que los trabajos entregados están siendo de mayor calidad.
Por alguna razón que no cuesta tanto imaginar, es poco habitual que los estudiantes se muestren, prefieren tener sus pantallas apagadas y ser representados bajo un par de letras. En cada grupo hay dos o tres de ellos que activan sus pantallas y comparten alguna sonrisa, una mirada, que se agradecen, pero es la excepción. Se respeta la elección y se entiende como una manera de rayar la cancha y hacer las reglas en conjunto. No es solamente la voz y autoridad del docente o su institución, también son los estudiantes los que participan en este nuevo escenario.
Nuevas herramientas que ayuden a comunicar han sido requeridas con urgencia, e implementadas de inmediato, siendo perfeccionadas sobre la marcha, como la necesidad de acortar los horarios de clases. Se ha visto que estar frente a una pantalla por largo tiempo resulta agotador y altamente estresante para los jóvenes. Mi percepción en el medio universitario al que pertenezco es que la respuesta de la gran mayoría de los profesores ha sido inmediata y eficaz. En muy poco tiempo se han capacitado para cumplir con el uso de plataformas virtuales, requisito básico de la modalidad on line, con una fuerte aplicación de herramientas pedagógicas visuales y a la vez cumplir con nuevos protocolos para asegurar la calidad educativa, la continuidad de las actividades y el cumplimiento de objetivos fuertemente supervisados por las autoridades universitarias.
Finalmente, todos los esfuerzos por alcanzar el anhelado
aprendizaje significativo son válidos en el mundo virtual y en tiempos de
pandemia, con la esperanza que algún día, esperemos no tan lejos, se
complementará con ciertas actividades presenciales que cada profesor de su asignatura
sabe bien que son indispensables.
[1] Fuente: https://www.caracteristicas.co/buena-comunicacion/#ixzz6MkENacNl
[2] https://www.unir.net/educacion/revista/noticias/aprendizaje-significativo/549204947086/
[3] Bolívar Ruano, María Rosel (2009). ¿Cómo fomentar el aprendizaje significativo en el aula? Temas para la Educación, Revista digital para profesionales de la enseñanza, Nº 3/137. ISSN: 1989-4023.
Un aporte sin lugar a dudas, gracias María Gabriela, por sus enseñanzas concedidas.
Me encantó colega.
Carlos, creo que es una gran oportunidad la que estamos teniendo de cuestionarnos la forma de hacer nuestro trabajo. Aunque sea forzado por un evento tan dramático,