
SOBRE LA SITUACION POLÍTICA (PARTE 1)
I. Consideraciones sobre la coyuntura política
1.- El segundo gobierno de la Presidenta Bachelet (2014-2017), respaldado por la coalición Nueva Mayoría, se propuso diversas iniciativas en función del desarrollo económico del país y en la línea de la protección social, inspirado en terminar o aminorar las desigualdades con reformas muy profundas pero que se vieron frenadas o confusamente llevadas adelante. En síntesis, las reformas económico-sociales, largamente anheladas, habrían de quedar a medio camino, incluyendo el proceso por una nueva Constitución.
A contar del 2018 Sebastián Piñera asume con la consigna de “Construyamos tiempos mejores para Chile”, pero en términos concretos el gobierno de la derecha solo dejó en evidencia sus limitaciones. Ellos se auto-proclamaron tener capacidades y equipos para realizar un “gobierno de excelencia y eficiencia”. Pero, al cabo de sus cuatro años al frente del ejecutivo demostraron un alto grado de incompetencia en la conducción de los asuntos públicos.
En este cuadro habría de manifestarse el llamado estallido social (18-octubre-2019) que puso en evidencia la incapacidad del gobierno para dar respuesta a las demandas de las mayorías. La salida a la crisis política que genera el estallido se expresa en el acuerdo de noviembre-2019, respecto de iniciar un proceso constitucional para poner término a la Constitución pinochetista.
En suma, la derecha dejó un país debilitado, económica y socialmente, en virtud de su mediocre desempeño que, a todas luces, debe estar ubicado entre los peores gobiernos que ha tenido el país.
2.- En esas circunstancias, la elección presidencial del 2021, en primera vuelta, permite que el candidato ultra-derechista, Jose Antonio Kast, alcance el primer lugar con el 28% de la votación y Gabriel Boric con el 25,7%. En segunda vuelta Boric alcanza el 55,86 y Kast el 44,13, siendo evidente que ese resultado se produce porque la mayoría de las fuerzas de la ex-Concertación concurren a apoyar al candidato de Apruebo Dignidad.
Esto no implica, como dice el Alcalde Jorge Sharp, una ”claudicación a las ideas propias” de la candidatura Boric, si no un cierto grado de modificación del programa de primera vuelta adoptando algunas de las propuestas del socialismo-democrático, paso necesario para revertir el resultado que era favorable al candidato de la ultra-derecha. Más aún, luego del plebiscito constitucional, el gobierno se ve obligado a ampliar la coalición que lo respalda, abriéndose a la participación de sectores de la ex -Concertación.
El resultado final del plebiscito constitucional arroja una votación contundente a favor del rechazo, debido a lo cual se continúa el proceso por una nueva Constitución en términos que aún no está claro cual será el resultado final del objetivo de que el país se dé un nuevo ordenamiento constitucional.
3.- Los recientes procesos electorales arrojan un cuadro de dispersión y fraccionamientos, principalmente en el campo de las fuerzas democrático-populares. Es así que surgen los llamados Amarillos; Demócratas; Partido de la Gente (PDG); Transformar Chile, encabezado por Jorge Sharp. Al mismo tiempo, en el PDC se producen deserciones y conflictos internos que aún no se resuelven.
Todo esto ayuda a los intereses minoritarios, así es que la derecha se propone explícitamente derrotar a las fuerzas democrático-populares con vista a la presidencial y parlamentarias del 2025.
En artículo de El Mercurio se sintetiza la estrategia de la derecha : ”La elección entre el Apruebo y el Rechazo ha fracturado el alma de la generación política identificada con la Concertación. Para la derecha, hay que decirlo, esto tiene más valor que el triunfo del Rechazo. Con esto podría construir una mayoría electoral volcada hacia el centro sin depender de la derecha más extrema, dejando a la izquierda en condición de perpetua minoría. Avanzar hacia este escenario, por lo mismo, es para ella tanto o más importante que cualquier texto constitucional. Las razones por las que se llegó a ese desenlace son múltiples, Dirigentes políticos que se desentendieron de su propia obra. Un ataque destemplado al pasado de las generaciones emergentes, que buscaban por esta via gestar una identidad propia. Y astucia, mucha astucia, de la derecha que salió de la escena para brindar a antiguos concertacionistas la oportunidad de un renacimiento”. (30-agosto-2022).
El gobierno ha enfrentado una creciente ofensiva de la derecha que se
propone aislarlo, debilitarlo y contribuir a fraccionar a la centro-izquierda. Buscan ganar para sus objetivos a capas medias de la población atrayendo a sus filas a sectores del centro político, al PDG, a disidentes del PDC, a los llamados Amarillos, entre otros.
4.- Por su parte, el gobierno y sus partidos, evidenciando cierto grado de desorientación programática y pérdida de nitidez de sus objetivos estratégicos, no han hecho una oportuna y eficaz defensa respecto de las críticas demagógicas y oportunistas de la derecha y sus medios.
Sin duda que, en buena medida, ello se debe a que en las fuerzas de centro-izquierda existen diversas posiciones ideológicas, políticas y programáticas que no permiten tener claridad en los objetivos y en cómo lograrlos. Estas diferencias se han expresado en juicios negativos sobre el pasado y en lugar de aprender, tanto de sus avances como de las limitaciones y errores, no se sacan conclusiones que contribuyan a hacer más claridad sobre el quehacer.
Algunas de estas posturas atribuyen las actuales dificultades al modo como se puso fin a la dictadura; a que luego la Concertación asumió el modelo económico establecido por el régimen dictatorial y desarrollado en la transición, entre otros juicios negativos.
Pero en rigor, lo que se desconsidera por completo, es que el origen de los actuales problemas arrancan desde el golpe de estado. Los propósitos fundamentales del golpe eran, de un lado, crear las condiciones políticas, económicas, sociales e ideológicas para que los sectores democrático-populares no volvieran a estar en situación histórica de disputar el poder a los minoritarios intereses.
De otro, la dictadura, conforme con su carácter de clase, se orientó en función de la transferencia de recursos de las mayorías a la minoría, tanto públicos como privados, por medio de diversas rebajas o exenciones tributarias, por las privatizaciones de bienes estatales y por medio de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo.
Así, el punto 3 del primer bando emitido por los golpistas señalaba : ”los trabajadores de Chile pueden tener la seguridad de que las conquistas económicas y sociales que han alcanzado hasta la fecha, no sufrirán modificaciones en lo fundamental”.
Sin embargo, como se sabe, el proceso de concentración de la riqueza en las últimas décadas no ocurre en virtud de las pérdidas y ganancias de fuerzas que concurren “libremente” al mercado, sino que ese proceso fue desencadenado a sangre y fuego por la dictadura.
En él tuvo muy poco que ver la imaginación, capacidad emprendedora y “audacia»del empresariado monopolista, como no fueran las indispensables para tomar por asalto los salarios, los derechos de los sindicatos, la tasa de ganancia de pequeños y medianos empresarios y la propiedad de las empresas públicas.
Toda la compleja red de represión y coacción, legal, administrativa y de hecho, desplegada por la dictadura contra las fuerzas democráticas, los sindicatos y los gremios, son las formas políticas que adquieren inevitablemente las condiciones de sobreexplotación; no hay explotación extrema sin represión extrema.
Tampoco se tiene debidamente en cuenta que el movimiento sindical, a lo largo del país, fue virtualmente arrasado y descabezado. A solo días de perpetrado el golpe, la persecución al sindicalismo implicó allanamientos, detenciones, desapariciones forzadas de dirigentes sindicales; disolución de la CUT y liquidación de todo su patrimonio.
Todavía más, estas posturas carecen de una comprensión cabal de los procesos sociales que les ha correspondido enfrentar a las fuerzas democrático-populares y sus respectivas organizaciones políticas y gremiales. Durante el Gobierno Popular hubo sectores ultra-izquierdistas que pretendieron ir más lejos bajo la consigna de “avanzar sin transar”.
Ahora tenemos posturas izquierdistas que tienden a estrechar el conglomerado de fuerzas necesarias para los objetivos democráticos, concepciones que no tienen debidamente en cuenta que los cambios transformadores requieren reunir enormes fuerzas para doblegar a los minoritarios pero poderosos intereses y así avanzar en elevar las condiciones de vida de las grandes mayorías. Más aún, estrechar una alianza política por el cambio sólo ha conducido al descalabro.
Hay quienes por razones etarias no vivieron la lucha anti-dictatorial, ni mucho menos el Gobierno Popular (1970-1973) y, menos aún, los procesos de Reforma Agraria y Sindicalización Campesina, que se implementaron en el gobierno de Frei Montalva (1964-1970) con el apoyo de la izquierda y la oposición de la derecha, procesos que enfrentaron la tenaz, ilegal y violenta resistencia de los latifundistas.
Más cerca en el tiempo fue “la vieja política y sus recetas tradicionales”, la que encabezó la lucha de la gran mayoría de chilenas y chilenos por poner fin a la dictadura. Ciertamente que no hubieron tales “recetas tradicionales”, por la simple razón que nunca Chile se había enfrentado a una dictadura de corte fascista, extrema expresión política de los intereses minoritarios.
Esa “vieja política” evaluó la correlación de fuerzas que se enfrentaban en aquel período y su “receta” consistió en desplegar un amplio movimiento político, ideológico y de masas y así acumular las fuerzas necesarias para enfrentar y derrotar a la dictadura, en el terreno institucional del propio régimen, en el plebiscito de 1988.
5.- La lucha por los intereses económico-sociales de la gran mayoría se juega en los procesos electorales, institucionales, políticos y en la lucha ideológica. En este plano, los minoritarios intereses cuentan con una basta experiencia. Acá, a veces, desde la centro-izquierda, no se tienen debidamente en cuenta las construcciones ideológicas con que el capital financiero influye culturalmente en todas las sociedades.
Es así que difunden términos que obscurecen el alcance real de las cosas, ellos sostienen que se ocupan del crecimiento. Pero cabe consignar que al empresariado sólo le importa el crecimiento en cuanto crecen los negocios y, fundamentalmente, en cuanto se incrementan sus tasas de ganancia, aunque el negocio no “crezca”.
En rigor, la derecha y sus gobiernos se ocupan, en prioridad, de velar por los intereses de la minoría. Así, el mayor nivel de desigualdad en Chile se origina y desarrolla con la dictadura. El régimen dictatorial que debimos enfrentar fue la más refinada y calculada obra de sometimiento de las mayorías nacionales a los mezquinos intereses de una reducida capa de chilenos, con efectos que aún persisten en virtud de las correlaciones de fuerza. A fin de cuentas, los sectores políticos de derecha, tras sus minoritarios intereses, concibieron, organizaron, instalaron y respaldaron el accionar de la dictadura oligárquica durante 17 años.
6.- Es preciso subrayar que lo que tenemos al frente no es un “modelo” sino un sistema económico-social con sus respectivas proyecciones en el plano político, ideológico, etc. La expresión “neoliberal”, es casi un término publicitario que pretende encubrir los intereses reales de los capitalistas, esto es, la extensión de la iniciativa privada a todos los ámbitos de la actividad económica y social, las limitaciones al poder y rol del estado, proclamándose la preeminencia del mercado y la libre circulación de capitales con sus consecuentes colusiones, desregulaciones, sobretasas de interés crediticio, etc.
El capitalismo, en cuanto sistema de dominación cuenta con la “suma” de la experiencia de todas las clases dominantes de todas las épocas. Obviamente que en cada sociedad –país o países- este sistema se desarrolla de diversos modos y énfasis, según la mayor o menor y mejor influencias de las diversas clases, capas y estratos sociales.
Todo esto ayuda a los intereses minoritarios ya que los crecientes niveles de concentración de los ingresos y la riqueza, con la consiguiente desigualdad social y las incapacidades políticas relativas de las fuerzas democráticas, conducen a que sectores de la población, con menores niveles de comprensión de los procesos económicos y sociales, tiendan a favorecer las posturas demagógicas, oportunistas y populistas que expresa la ultra-derecha. Así es que surgen, entre otros, Kast, Carter y Parisi.
Más aún, los poderosos intereses, cuando no utilizan a grupos de ultra-derecha tras objetivos desestabilizadores, recurren a la amenaza de no invertir, generando por este efecto un clima de incertidumbre respecto de la marcha de la economía.
El capital financiero tiene intereses tan estrechos, tan minoritarios y excluyentes, que no pueden abrir perspectiva alguna de desarrollo para la nación, para ninguna clase o sector social, que no sean ellos mismos.
Lo que está en juego no son sólo ciertos proyectos o concepciones ideológicas acerca de la vida política e institucional del país, sino incalculables intereses económicos y sociales, por cuyas magnitudes cabe concluir que se ejerza de parte de sus poseedores una rabiosa y frenética defensa. Nada de esto es nuevo en la historia de Chile, el progreso del país ha marchado a contrapelo de esos intereses; todos los avances se han hecho a pesar y en contra de ellos.
7.- La experiencia histórica e internacional ilustran que las clases que se proponen modificaciones sustantivas en este sistema económico-social requieren reunir sustantivas fuerzas para enfrentar a los adversarios refractarios al cambio social, minoritarios pero poderosos.
Sostenemos que el gobierno del Presidente Boric debiera representar una mejor oportunidad para avanzar en resolver los urgentes problemas que afectan a la inmensa mayoría de chilenas y chilenos. Pero cabe consignar que la poca claridad sobre una estrategia de desarrollo del país sigue siendo un problema planteado entre las fuerzas de centro-izquierda y que es urgente corregir. Si se carece de nitidez programática se hace más difícil convocar a las mayorías.
El gobierno y sus partidos tienen que hacerse cargo de definir qué es lo prioritario y qué es lo posible e inmediato que se debe acometer. Esto implica máxima claridad estratégica y cuyas definiciones permitan una mejor identificación de los objetivos tácticos, por cuanto los problemas planteados no se resolverán en plazos cortos.
Sin una cosa y otra se va a ciegas y/o solo en términos reactivos, de marchas y contra-marchas. Se podrá influir más y mejor en y sobre las tendencias del desarrollo de una sociedad mientras mayor conciencia exista en sus cuerpos dirigentes acerca de ese rumbo objetivo.
Para ello es imprescindible una conducción política que tenga debidamente en cuenta la correlación de fuerzas y un nítido programa que oriente su accionar, a fin de posibilitar que se incorporen a un frente común no sólo tal o cual partido o tendencia sino la inmensa mayoría de los chilenos, expresada en un cabal y disciplinado respaldo en las masas organizadas.
En suma, está a la orden del día alcanzar los acuerdos más amplios posibles, tanto desde el punto de vista programático, estratégico y táctico, como en el plano de la acción concertada del conjunto de las fuerzas democrático-populares.
Después de escuchar el Diálogo ciudadano, a don Marcelo, acepté la recomendación y me fui de cabeza a leer este recomendado artículo y me parece una gran pieza de análisis político, habría que difundirlo y leer segunda parte