«Si no somos capaces de entender que los problemas de la comunidad en que vivimos no son solo de responsabilidad de los demás sino también de cada uno de nosotros, difícilmente podremos salir adelante.»

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APOCALYPTO

Ronald Mennickent Cid

Astrónomo, Doctor en Física. Ex Director Departamento Astronomía Universidad de Concepción. Director de Investigación y Creación Artística de esta misma casa de estudios.

En la película Apocalypto de Mel Gibson, podemos observar cómo los mayas ofrecían sacrificios humanos a su dios Kukulcán (la serpiente emplumada) para aplacar su ira y obtener de parte de él tiempos con mejores climas para sus cosechas. Producto de un repentino eclipse solar, uno de los protagonistas se salva del cruento sacrificio de manos del sacerdote. Una situación impactante sin duda y que pudo haber ocurrido en la vida real. Porque los mayas, a pesar de haber mostrado actitudes crueles y despiadadas con sus enemigos, conocían bien los cielos y eran capaces de predecir los eclipses solares. Eran buenos matemáticos, tenían un sistema numeral basado en potencias de veinte y un sofisticado calendario. Los mayas construyeron grandes edificios e impactantes observatorios astronómicos cuya forma semiesférica se asemejaba a la forma de los observatorios actuales. Famoso es aquel observatorio ubicado en el complejo arqueológico de Chichén Itzá en Yucatán, México, que es visitado anualmente por miles de turistas. En dicho sitio se levanta el castillo de Chichén Itzá, un edificio con cuatro grandes escalinatas de 365 escalones cada una. En la escalinata norte del castillo, cada atardecer de los equinoccios de otoño y primavera, el sol produce el efecto de la serpiente Kukulcán deslizándose por los escalones. ¿Qué efecto querían producir en los espectadores los constructores del castillo? ¿Habrá sido una muestra de poder de parte de los sacerdotes el predecir los eclipses y alinear sus edificios conforme a ciertos acontecimientos astronómicos? Son preguntas que nos hacemos hoy en día, y cuyas respuestas han quedado sepultadas en la noche de los tiempos.

Pero ¿qué es lo que permitía predecir los eclipses a los sacerdotes mayas? La observación detallada del cielo y el movimiento de los astros les había permitido descubrir los ciclos de los movimientos de los planetas, el Sol y la luna. Ejemplos de estos ciclos son el día y la noche, las estaciones del año, las fases lunares y los eclipses. Este comportamiento no-caótico del universo aún deslumbra a los científicos y es un motor poderoso de la investigación en ciencia. Dos eclipses solares, por ejemplo, se suceden casi idénticamente cada 18 años, 11 días y 8 horas, un ciclo denominado Saros y que corresponde aproximadamente a 6.585,3 días. No es que no ocurran eclipses solares dentro de ese periodo de tiempo, sino que los que ocurren se observan en distintas regiones de la Tierra y con distintas características. En un mismo lugar, sin embargo, el eclipse solar se repetirá de manera casi idéntica sólo después de tres Saros, es decir, 54 años, cosa que sabían bien los sacerdotes de Chichén Itzá en la época de los sacrificios humanos mayas.

Una pequeña lección que podemos sacar de todo este comentario, es que el futuro, muy incierto para la mayoría de nosotros, se puede predecir de alguna manera cuando tratamos con los cuerpos celestes y sus movimientos.

La regularidad de los movimientos planetarios permite proyectar misiones espaciales con precisión, que alcanzarán su destino meses o años después de su lanzamiento, encontrando al planeta o cuerpo celeste en la posición correcta de su órbita. Esa misma regularidad permite predecir, por ejemplo, que el Sol proyectará la sombra lunar sobre el balneario chileno Villarrica durante el día del 14 de diciembre del año 2020. Están todos invitados a comprobarlo por sí mismos, en vivo y en directo, asistiendo a este eclipse total de Sol en dicha fecha.

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4 Comentarios en APOCALYPTO

  1. Pocas las oportunidades en que los científicos comparten sus experiencias y experimentos con los «ciudadanos de a pié».
    Gran aporte de la ventana, mejor aún Ronald, es usted generoso con su saber.

  2. Otro Nivel Maestro, otro nivel que bueno, útil y educativo.
    Me regocijare… releyendo y comentando esta gran crónica de ciencia y astronomía..

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