
ANTROPONIMIA
La Eponimia es el estudio de los nombres propios, los que – dicho sea de paso – son los únicos sustantivos que en castellano se escriben con mayúsculas. Ésta se divide en dos ramas: la Antroponimia y la Toponimia. La primera comprende el estudio de los nombres propios, tanto nombres de pila o “cristianos” – como se les llamaba antiguamente – como apellidos o “nombres de familia” y que en el análisis del lenguaje se define como “el estudio y significación de los nombres propios de personas” (DRAE, 2016, pág. 165).
En cuanto a la Toponimia , el diccionario citado de la Real Academia Española de la Lengua, la define en su primera acepción como “ conjunto de los nombres propios de lugar de un país o de una región” (op. Cit., pág. 2138).
Nuestro presente comentario se referirá, en esta ocasión, exclusivamente a la Antroponimia que ya definiéramos. Con respecto de los apellidos, tenemos que el origen de muchos de ellos y muy frecuentes en nuestro medio, es el de los terminados en –ez que deriven del nombre de pila del padre. Basten algunos ejemplos para ilustrar lo anterior:
Álvarez – hijo de Álvaro
Benítez – hijo de Benito
Fernández – hijo de Fernando
González – hijo de Gonzalo
Hernández – hijo de Hernando
Martínez – hijo de Martí
Márquez – hijo de Marco
Pérez – hijo de Pero
Ramírez – hijo de Ramiro
Rodríguez – hijo de Rodrigo , e infinitos más.
De alta frecuencia en la derivación de apellidos, es el hecho que en otros tiempos pasados tomaban como tal el lugar de origen o algún hito geográfico típico de la región de origen. Tenemos entonces apellidos como: Arce, Campo, Campos, del Campo, Cruz, de la Cruz, Cruces, Canales, Flores, Fuentes, de la Fuente, Montes, Olmos, Palacios, Prado, Ríos, del Río, de los Ríos, Valle, del Valle, entre muchos otros.
Otra derivación que se reconoce en los apellidos implica la profesión, oficio o actividad que tenía la persona en tiempos remotos, como en los siguientes casos: Caballero, Carpintero, Herrera, Molina, Platero, Pescador, Rey, del Rey, Reyes, Verdugo, etc.
Muchos de los nombres de pila o “cristianos” –como se los denominaba antiguamente para diferenciarlos de los “no cristianos” o “herejes” que no eran bautizados – tiene equivalente para mujeres y varones, como ser:
Antonio – Antonia
Carlos – Carla
Daniel – Daniela
Fernando – Fernanda
Gabriel – Gabriela
Ignacio – Ignacia
Guillermo – Guillermina
Luis – Luisa
Pedro – Pedra (poco frecuente)
Roberto – Roberta
y tantos por el estilo que siguen este mismo patrón. Algunos nombres de varón tienen un origen bíblico y no se observan con mucha frecuencia para bautizar infantes, por ejemplo: Arón, Ariel, Abraham, Elías, Exequiel, Josué, Moisés, etc. También para mujeres se usan algunos nombres provenientes de la Biblia, especialmente del Antiguo Testamento , como ser: Betsabé, Dalila, Eva, Edith o Edita, Ester, Lilith, Jezabel, Ruth , siendo unos son más populares que otros.
Donde la gama de posibilidades es variopinta, es en los nombres de pila femeninos. Recopilamos algunos por rubros como flores, gemas y de sentimientos.
Entre los nombres de flores tenemos algunos muy usados, a saber: Azucena, Begonia, Camelia, Dalia, Dafne, Erica o Erika, Flor, Hortensia, Iris, Jazmín, Lila, Margarita, Magnolia, Petunia, Rosa, Verónica, Violeta.
Las gemas o piedras preciosas, también semipreciosas, dan lugar a nombres de fantasía, a riesgo de parecer seudónimos artísticos, puesto que hay damas que se llaman Ágata, Ámbar, Amatista, Alejandrina, Azabache, Coral, Cristal, Esmeralda, Jade, Ópalo, Perla, Rubí, Topacio. Zafiro y probablemente otros.
Menos frecuentes en el medio chileno son los nombres femeninos que se derivan de sustantivos abstractos , en los que la mayoría de ellos denota sentimientos, aunque sí son habituales en aquellas familias de ancestros españoles, nombres como: Asunción, Amparo, Augusta, Consuelo, Encarnación, Esperanza, Soledad, por cita algunos.
Nombres novelescos de otros tiempos, raros y escasos entre nosotros, aún se usan para bautizar a niños inocentes que no tienen aún la conciencia para elegir su propio nombre y deben padecer, por el resto de su vida, la burla de sus compañeros de colegio, a no ser que se los cambien legalmente, al llegar a la mayoría de edad; nos referimos a nombres como: Auristela, Eduvigis, Cándido, Eliseo, Hermenegildo, Damaris, Odilia, Prosmilia, Filadelfia, Sofanor, Zenobia,etc. Si se leen los obituarios diariamente, es posible encontrar otros nombres bastante curiosos que todavía se usan, quizás en memoria de algún antepasado y vuelven a ponerse de moda.
Lo que habría que tener en cuenta, especialmente los padres que van a poner y escoger el nombre de sus hijos, es que el nombre de pila sea acorde con el apellido familiar; es decir, no suena nada bien un Jonathan Machuca, o una Jocelyn Pérez, por ejemplo, o no ser que el apellido sea realmente de origen extranjero.
En Chile es corriente combinar los nombres de niñas con el nombre María; así tenemos la serie de Marías: María Eugenia, María Carolina, María Gabriela, María Alejandra, María Fernanda, María Cristina y la lista es larga para la ocasión. Para los niños, en cambio, se prefieren otras combinaciones archiconocidas,como:Pedro Pablo
Juan Carlos, José Pedro, Luis Eduardo, Carlos Andrés, Juan Cristóbal, Luis Guillermo, Juan Francisco, por citar algunos.
Ha habido casos en que los niños, ya adultos, han optado por cambiarse el nombre cuando existe cierto juego de palabras entre el nombre de pila y los apellidos, porque inducen a burlas, sarcasmos e ironías en la edad escolar, como sería las combinaciones siguientes: Elba Lazo, Zoila Guerra, Toro Manso y otras irreproducibles. ¿Y Ud. está contento /a con su nombre o desearía cambiarlo por otro? Está en sus manos.
Quiero saber el significado y origen de mi nombre! Tetzel