El partido de fútbol o el botín mágico.

Ocurrió cuando los locales empataban a cero con la visita.
El delantero Okazaki chuteó tan mal que su botín salió disparado,
y girando sin control desde su pie derecho.

Todo el mundo quedo mirando ese zapato,
como giraba en el aire,
lentamente, en fracciones de 90 grados
como los punteros de un reloj cuantizado.

Así pasaron unos segundos antes que,
ante la sorpresa de todos,
el botín voló raudo hacia la portería rival,
y en un santiamén se introdujo de lleno,
en el mismo culo del sorprendido arquero.

Si, por el culo, aunque usted no lo crea,
y por sorprendente que pudiese parecer.

Después del estupor (y dolor) inicial,
el pobre hombre salió corriendo por toda la cancha,
desesperado y dando pequeños saltos,
como queriendo despojarse de tan dolorosa prenda,
dejando por supuesto abandonada su preciosa portería.

Obviamente, este hecho insólito fue aprovechado por los contrarios,
quienes avanzaron amenazantes dominando el balón,
uno de ellos descalzo,
al menos de un pie.

Y lograron hacer un tiro perfecto,
en un arco desguarnecido.

Hasta el día de hoy se discute,
en los círculos más altos del fútbol de barrio,
si ese gol fue legal y digno de la liga,
o si el árbitro debió haber suspendido el encuentro.

Por si usted amable lector quisiera saberlo,
el arquero dejó su profesión,
y se dedicó a jardinero.