Buenos pa´l Pan, Patrimonio y Ancestralidad
Es muy conocido que nuestro país es uno de los mayores consumidores de pan por persona a nivel mundial, la cifra específica no lo es tanto la cual ronda los 90 kilos por año, es decir un cuarto de kilo diario. Es menos conocido, en nuestro país, que también lo es Argentina, con unos 80 kilos por año.
Los medios de comunicación nacionales copian y pegan cada cierto tiempo que somos el segundo en el ranking mundial después de Alemania y otros años que somos el cuarto después de Turquía, Alemania y Bulgaria. Lo cierto es que no existe tal ranking mundial, solo conferencias internacionales donde a los representantes de los países asistentes se les pregunta por el dato referencial de cuantos kilos se consumen por año. Sin más seriedad y globalidad que esa. Ello explica que en el primer ranking mencionado ni siquiera aparece Turquía, probablemente porque no asistieron. Pero cifras más, cifras menos, es indudable “somos buenos pa´l pan”.
Son muy conocidos por nuestra ciudanía Diego de Almagro y Pedro de Valdivia. Son muy poco conocidos por nuestra ciudanía los cronistas que llegaron en ese proceso de invasión española, que se da en nuestro territorio a partir de la década de 1530, entre ellos Gerónimo de Vivar y Pedro Mariño de Lovera. Sus textos nos relatan la elaboración y consumo de pan por las naciones originarias, producido mediante diversas harinas. Dan testimonio que vieron y por tanto de seguro disfrutaron; pan de algarroba en el norte, pan de piñón en la cordillera pewenche y pan de papa en diversas zonas.
Las menciones son muy acotadas, dado que en estas crónicas las descripciones culturales del mundo indígena son totalmente mínimas, por un lado porque no les interesaban, pero por otro necesitaban crear un discurso de inferioridad o condición no humana, para sustentar ideológicamente el genocidio, hecho tan repetido históricamente hasta nuestros días.
A estas crónicas españolas, tan recientes desde el punto de vista de nuestra ancestralidad, se suman los milenarios sitios arqueológicos, con abundante presencia de herramientas para fabricar harinas. Destaca por supuesto el conocido sitio Monte Verde, en las cercanías de Puerto Montt, donde el equipo científico encabezado por Tom Dillehay, ha demostrado la presencia al menos 14.500 años atrás, de harina de junco y piedras de molienda.
Por tanto el pan no es un producto de origen español, como muchos pudieran creer, sin mayor fuente o argumento que creer, lo que no es poco. Si lo es en específico el pan de trigo, gramínea que introdujeron exitosamente en América.
El pan por tanto se ha consumido al menos por 14.500 años en nuestro territorio y cultura del cono sur, chileno argentina, de presencias indígenas similares, tan difícil a veces de diferenciar entre si para los europeos, muy fácil para nosotros.
Recuerde que cuando usted tiene deseo, anhelo, ansias de un rico pan, horneado, crujiente, calentito; el de su barrio, el de su panadería favorita del centro, “solo, con lo que halla o con todo”, simplemente es que se han despertado al menos 14.500 años de sus ancestros en su paladar y en su memoria patrimonial.
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