
Cambios de estilo
El pasado mes de julio fue el más cálido desde que se tiene registro en el mundo. El planeta está reaccionando a la presión de los millones de humanos que requieren de sus recursos para vivir. Hace unos días, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático IPCC aprobó un estudio que propone varias acciones concretas para reducir los impactos del fenómeno: reducir el consumo de carne y aumentar la superficie de bosques. Los investigadores dan cuenta de la necesidad de aumentar la cobertura de bosques, dado que estos absorben un tercio de las emisiones de CO2 y son claves en la retención de agua en períodos de lluvia, que además serán cada vez más escasos e intensos. A su vez indican que nuestro sistema de consumo de alimentos es uno de los factores que más contribuyen a la emisión de CO2, y la seguridad alimentaria podría verse severamente afectada por las consecuencias en el clima, de ahí la necesidad de reducir el uso de tierras para ganadería, aumentar el consumo de verduras, hacer una gestión más sostenible de la tierra y disminuir el consumo de carne. Además, hace un llamado de alerta sobre la desertificación de los suelos de uso agrícola, lo que conllevaría a un problema de seguridad alimentaria con graves efectos en la población más vulnerable y los países con mayor riesgo climático, como Chile.
En nuestro país, a raíz de la reunión COP25, ha habido más discusión pública al respecto. El llamado es a tomar medidas concretas para disminuir la huella de carbono, de hecho, el gobierno se comprometió al 2050 a ser un país carbono neutral, reducir el uso de agua en la agricultura y el sector minero entre otras. Sin embargo, si bien se pueden (y deben) tomar políticas públicas que apunten a disminuir el impacto de la actividad industrial, cada uno de nosotros debe realizar aportes de forma personal.
Los invito a que se den unos minutos para reflexionar, cómo pueden aportar, algunos dirán reciclar, y sí, es una de las maneras y una buena opción para comenzar. Pero hay otras, de las que no estamos muy conscientes, por ejemplo, podríamos restringir la compra de vestuario a su mínimo, solo si es estrictamente necesario. Los textiles son una de las industrias más contaminantes y con mayor huella de agua. Reducir el recambio de la tecnología, una vez más no necesitamos tener la última versión de celular, televisores, computadores, relojes y cuánto gadget aparece para ser felices. Intente utilizar sus equipos hasta que realmente sea necesario cambiarlos.
Hablemos de transporte, gran tema en nuestro país. Si bien, quizás por la falta de ciclovías (seguras) y cultura, el uso de la bicicleta está aún en deuda; en Concepción el transporte público carece de una planificación moderna. A diario vemos buses en locas carreras por tomar a un pasajero. ¿Se ha planificado, de manera seria, el transporte vial en la ciudad? Si tuviésemos un mejor transporte público, mejores ciclovías, ¿estaría Ud dispuesto a dejar el auto en casa, o mejor aún cambiarlo por una bicicleta? Perfectamente podría ser una medida eficaz y concreta para reducir el CO2, pero si no están las condiciones alternativas, difícil que se incentive. No intento convencerlo que empiece a tener una vida de minimalista, pero sí a ser más consciente de su consumo, y cada vez que vaya a realizar alguna compra, se pregunte, ¿lo necesito? ¿qué tuvo que pasar en el planeta para que este producto exista? Al final del día es la sumatoria de pequeñas acciones de millones de personas, las que harán el cambio, sumado a las políticas públicas que cada gobierno implemente.
Siempre Brillante, digna de admiración profe!
Gracias Sofía por invitarnos a reflexionar, a partir de un interesante , pulcro y severo análisis.
Lo que mas le falta a esta sociedad es «reflexión profunda» y razonamiento grupal.
Un gran artículo, felicitaciones estimada Sofía, yo sé que usted es una científica muy seria y extremadamente responsable, pero citar los compromisos de este gobierno… me suena a ingenuidad.
Disculpe usted Sofía por favor.