Carretera hídrica: un proyecto inconveniente

El mega proyecto hidráulico ‘Carretera Hídrica para Chile’ ⁽¹⁾, que se estima costaría US$ 20.000 millones, y que persigue construir una serie de acueductos y canales para regar un millón de nuevas hectáreas entre las regiones de Biobío y Atacama, presentado y difundido por la “Corporación Reguemos Chile”, no es una buena idea. La escasez de agua y el calentamiento global en que estamos inmersos ha sido el resultado de las acciones y comportamientos de nosotros, los humanos. Con nuestro modo de vivir y nuestra soberbia  hemos creado muchos problemas y muchos desastres. Nos hemos transformado en -duele decirlo y cuesta mucho reconocerlo- ‘la gran plaga del planeta Tierra’. Ya no podemos continuar con la ‘falacia del crecimiento.’

El tema del desarrollo social y económico es muchísimo más complejo que lo mostrado sobre el proyecto comentado en la prensa escrita y digital y en la campaña de marketing de dicha Corporación, por medio de conferencias, vídeos y presentaciones en ‘power point’ ⁽²⁾. En ella se postula que el proyecto es “para democratizar el agua (SIC), fortalecer la agricultura y convertir a Chile en una agropotencia.” Es evidente que no se democratizaría el agua sino todo lo contrario, se continuaría el esquema legal actual que fomenta su privatización del agua a través del ‘mercado de derechos de agua’; se violarían además todos los principios y postulados de la Ecología y las Leyes de la Termodinámica.

El proyecto mostrado es un bosquejo con algunas recreaciones computacionales sobre Google Earth de una red de canales y conducciones hidráulicas y trazados, con un total de 1.800 [km], entre embalses existentes y nuevos a proyectar y construir ⁽²⁾. Dista mucho de llegar a ser un proyecto propiamente tal con toda la Ingeniería Básica y de Detalles y evaluaciones ingenieriles y sociales que se requieren.

En Chile, la escasez de agua se debe al intenso uso que hacen de ella la minería (que ya ha perjudicado a Pica, Matilla y ha destruido humedales y bofedales en el altiplano, entre otros ecosistemas), las plantaciones forestales del centro y sur del país que han agotado (y continúan agotando) las napas subterráneas y las microcuencas de las cordilleras de Nahuelbuta y de la Costa, de la Araucanía, etc., y el cultivo indiscriminado de especies agrícolas de alto consumo de agua, como los paltos en los valles del norte. Veamos, antes de todo, lo que está sucediendo con el agua y las comunidades en Petorca, la Ligua y tantos otros territorios y averigüemos que opinan los lugareños y los pequeños agricultores sobre la situación que están viviendo y sufriendo. Lo que estamos haciendo en buenas cuentas en Chile es exportar agua y cada vez en mayor cantidad. La exportamos en forma de madera, de celulosa, de paltas y de otros frutos. Y esto es indesmentible.

El problema que no queremos entender -porque es una verdad incómoda (parafraseando a Al Gore)- está en que la Tierra, hace ya varios años alcanzó y superó ‘Los Límites del Crecimiento’^(a). El crecimiento sin límites -como lo entienden y manejan los economistas tradicionales-  es insostenible puesto que ya no podemos seguir creciendo hasta el infinito en un mundo con recursos finitos que además, han ido disminuyendo de modo alarmante.

No quiero decir que no debamos producir ni exportar, ni que debamos volver a ser nómades recolectores y cazadores (ya no podríamos aunque quisiéramos) pero, como estamos viendo, estos temas son cada día más complejos. El camino correcto para nuestro «desarrollo sustentable» es mirar y potenciar los pequeños emprendimientos agrícolas e industriales autosustentables y dispersos, y multiplicarlos en todo el territorio. Es decir, como lo he mencionado en otros artículos en este medio, seguir los postulados de E.F. Schumacher [“Lo Pequeño es Hermoso” ^(b)], Manfred Max-Neef [“Desarrollo a Escala Humana”^(c)] y Manfred Max-Neef / Philip Bartlett Smith [“La Economía Desenmascarada” ^(d)], entre otros pensadores.

No podemos seguir pretendiendo que para desarrollarnos de verdad debamos echar mano a mega-proyectos especulativos, como este, que ‘desvestirían a unos santos para vestir a otros’. Por otro lado, debemos tomar en cuenta que ‘el agua no se pierde en el mar’; dicha concepción es falaz pues todos los ecosistemas están interconectados; el agua de los ríos, aparte de ser el compuesto químico vital, es un ‘vehículo’ que acarrea nutrientes desde las cabeceras de cuenca y sus afluentes hasta entregarlos al mar, que los recibe agradecido y lo distribuye para la alimentación de los seres vivos del mar que encabezan la cadena trófica, desde el plancton y el bentos, hasta las especies de mayor tamaño. Viene al caso comentar lo dicho por estudios del EULA (UdeC) y de la UCH ⁽⁴⁾, sobre La Cuenca del Biobío; se ha determinado que debido a la presa Pangue (como todas las presas del mundo), al retenerse los sedimentos y micro-nutrientes tras ella, por el fenómeno físico de decantación, el río ha dejado de conducirlos hacia el mar, afectando así la nutrición en los ecosistemas marinos. Además, por efecto del embalse se han alterado las características físico-químicas del agua.

Las presentaciones del proyecto confunden –lo que es muy frecuente-  los conceptos de ‘desarrollo’ y de ‘crecimiento’ y postulan que el proyecto sería de ‘interés social’ siendo que lo que apreciamos se parece mucho más a uno de ‘interés privado’. La Carretera Hídrica se postula para “ser presentada al MOP como una iniciativa privada en obra pública para así poder entrar a una licitación”, también comentan “igual a como se financia una carretera normal, por ejemplo como la Costanera Norte donde se cobra peaje. Aquí la idea es que el proyecto lo tome una empresa grande extranjera, lo construya, y después de 20 años o lo que sea necesario, pase a ser del Estado” ⁽³⁾. Todo esto no deja de ser curioso, al ver nuevamente a las grandes empresas privadas recurriendo una vez más, como socio y aval, al Estado, tan denostado por ellas por incompetente.

Adoptando el modelo de Desarrollo Sustentable iremos bien. Actuemos con tino y cuidado. Dejemos las fantasías y locuras a un lado y antes de continuar con ellas, analicemos en profundidad si la realidad de los ejemplos mostrados como ‘exitosos’ en California ⁽⁷⁾, Petorca ⁽⁵⁾, Egipto ⁽⁶⁾, India, etc., es tal. También es interesante estudiar los temas de riego en Perú ⁽⁸⁾ y  aprendamos más de los sistemas de riego pre-incaicos de Cajamarca e incaicos del Cusco.

Referencias:1 –