
Ciencia en año eleccionario
Cada cierto tiempo, por lo general en tiempos de candidaturas presidenciales, escuchamos a los y las candidatas prometer con convicción que pueden dar solución a los principales problemas que aquejan a nuestra sociedad: salud, educación, pensiones, trabajo, medio ambiente y derechos humanos. Este año, en los distintos debates se han sumado temáticas como sustentabilidad, economía verde, equidad e inclusión, y tímidamente aparece la descentralización. A pesar de estos avances, un tema que ha estado ausente ha sido cómo visualizan los y las candidatas el desarrollo científico en el país, no solo para su período, sino en los próximos cien años.
En la última semana, hemos visto como una delegación de Sinovac-Biotech de China, ha recorrido distintas regiones de Chile, para identificar la mejor zona que permita la instalación de una planta de vacunas en el país. Por cierto, en la UdeC ya se ha avanzado en esto y podrían apuntar a instalarse en la región, un gran logro en la lenta carrera de transformación de nuestra economía basada en exportación de commodities. Esta planta, producirá vacunas contra diversas enfermedades en una primera etapa, con la llegada de científicos/as del país asiático, con el compromiso de ir capacitando a investigadores/as locales y en el mediano plazo, colaborando en I+D con entidades nacionales. Una enorme apuesta de recursos de un país asiático que ha dado pasos gigantes en avances científico-tecnológicos, siendo líderes en múltiples áreas de investigación en el mundo. También en estas semanas, se han dado a conocer millonarias inversiones en el extranjero en emprendimientos nacionales, como es NotCo y Cornershop, que pasaron a la categoría de unicornios, emprendimientos chilenos que ya valen más de mil millones de dólares.
La pregunta que surge reiteradamente en estos tiempos eleccionarios, ¿cuál es nuestra voluntad como país en apostar en I+D? El diagnóstico es claro, la inversión nacional histórica en I+D es muy baja (0,35% PIB) comparada con países OCDE, e incluso menor a la realizada por otros países no OCDE, aún extrañamos el contar con políticas claras en I+D+i y que entregue oportunidades para que científicos jóvenes desarrollen una carrera, sumando a ello el poco interés de grandes y medianas empresas de invertir en este ámbito (capital ángel, o de riesgo). Pero, ¿cuál es la solución a este problema? ¿Pasa necesariamente por contar con un ministerio con mayor poder de decisión? ¿Son sólo mayores recursos? La solución no es tan simple. Por una parte, como país tenemos que pensar e implementar estrategias a mediano y largo plazo, en todos los ámbitos, y comprometernos a seguirlas, independiente del gobierno de turno. La coproducción de soluciones que involucren a todos los actores que participan de los beneficios de la ciencia es fundamental. Sin estrategias que consideren actores sociales clave y que apunten a objetivos estratégicos, no llegaremos muy lejos, seguirá siendo solo una inversión de recursos y esfuerzos con discutibles impactos en la sociedad.
¿Qué nos falta? La voluntad de apostar por el desarrollo científico, pero una voluntad con visión país, reglas claras, continuidad y reforzamiento de programas a mediano y largo plazo, es decir una estrategia país. Por cierto esto no es gratis, se debe invertir, no solo en dinero, sino en capital humano, escuchar diferentes ideas y acá quiero hacer hincapié en integrar en estas conversaciones a jóvenes científicas y científicos que llevarán la posta en las próximas décadas. Ya tienen las herramientas, las ganas de hacer, démosles la libertad de soñar un futuro para la ciencia.
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