«El mayor problema ecológico es la ilusión de que estamos separados de la naturaleza.»

Alan Watts.

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Ciencia, vacunas y poder

Sofía Valenzuela Aguila

Doctora en Bio-química. Investigadora Centro de Biotecnología. Universidad de Concepción.

Después de meses sumidos en la peor crisis sanitaria en los últimos 100 años, la única posibilidad declarada por la comunidad médica, científica y regulatoria es una vacuna, o varias. Mientras cientos de laboratorios alrededor del mundo trabajan en proyectos de vacunas en distintas fases, los medios de comunicación replican los avances de las vacunas más prometedoras y entregan fechas probables para su desarrollo. El mundo está ansioso por contar con una vacuna para volver a la normalidad pre-pandemia, pero en esta carrera, no todos los intereses ni los énfasis son compartidos por todos. La historia dice que el desarrollo de una vacuna puede tardar entre 3 a 10 años, en especial por que se deben llevar a cabo una serie de ensayos de seguridad y pruebas en distintos grupos de población. Se inicia con ensayos preclínicos en células y animales; en fase I se prueba a una pequeña cantidad de individuos; en fase II aumenta a unos cientos, representando a los diferentes subgrupos de la población; y en fase III a miles de personas para ver cómo responden en términos de eficacia y seguridad, entre otros. La revisión en fase III es exhaustiva, rigurosa, revisada por pares y entidades regulatorias antes de ser aprobada internacionalmente para su distribución. La OMS ha sido enfática que aunque países aprueben sus vacunas en sus propios países, no significa que cumplan los requisitos para su distribución mundial.

Durante el transcurso de la pandemia, la competencia por llegar primero al desarrollo de la vacuna estuvo liderada desde un principio por decenas de laboratorios y empresas tecnológicas, pero con un elemento a destacar: la competencia ha sido empujada e influenciada por intereses geopolíticos ajenos a la ciencia. Un breve recordatorio de cómo una tecnología disruptiva puede ser tanto un salvavidas como un arma, depende de quién y cómo la use. Mientras los presidentes de las principales potencias del mundo se apresuran en anunciar su propia vacuna, las dudas surgen en la comunidad científica y ponen la alarma sobre apresurar los tiempos que la ciencia necesita para asegurar un producto que funcione y sea seguro.

En Chile, nos metimos en carrera también al ser parte de los ensayos clínicos de al menos tres vacunas candidatas, una estrategia para asegurar que la producción de dosis también nos beneficie y nos llegue prontamente, una vez aprobada y validada para su uso. Recientemente, la vacuna de Oxford y AstraZeneca detuvo sus ensayos en fase III en el mundo, debido a que una persona presentó una reacción de cuidado que podría estar asociada a la vacuna, pero los retomó este fin de semana. Un recordatorio que mandan los resultados y la seguridad antes que los intereses de un presidente, y también, que aún queda un largo camino para contar con una inmunización masiva que nos devuelva la vida antes del virus, que quizás nunca sea la misma. Está en juego la salud de la población, los avances de la ciencia deben seguir principios y normas, debemos tener suficiente evidencia científica antes de autorizar el uso de una vacuna.

Por ahora, lo único que podemos hacer es seguir las prácticas que previenen el contagio, lavarnos las manos, usar bien la mascarilla, mantener la distancia física, evitar el carrete dieciochero, pues los contactos familiares han sido la principal causa de contagio en las últimas semanas. Tendremos que convivir con el coronavirus por un buen tiempo más, dejemos que la ciencia avance al paso debido, por nuestra seguridad y la de todos.

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2 Comentarios en Ciencia, vacunas y poder

  1. Gracias por su aporte , en realidad siempre la leo , es un agrado seguir sus argumentos.
    Un abrazo para usted Sofía.

  2. muy bueno su artículo Sofía, pero nuestras autoridades hacen e incitan a la población a hacer todo lo contrario a lo que usted recomienda al final de su buen artículo…
    Por que dar rienda suelta a celebraciones para el dieciocho, lo podríamos pagar caro.
    ¿Qué opina usted?

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