
Concepción, la Gran Capital del Urbicidio.
Desde Bélgica
“Este entretenido juego hará de Ud., un próspero hombre de negocios”
Ante la indignación de muchos, hace unas semanas se filtró la noticia de que el actual Alcalde de Concepción, cerraba su segunda reunión “a puertas cerradas“ con representantes de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC) entidad que, como ya sabemos, agrupa a quienes son inversores en el rubro y velan, no precisamente por preservar los espacios públicos de la ciudad ni el acceso igualitario a sus parques y equipamientos, sino que son mayoritariamente empresarios y representantes de grupos de inversionistas cuyo principal ideario radica en las bondades del libre mercado y el hacer negocios que resulten lo más lucrativos posibles en la ciudad.
Esto viene a confirmar, de hecho, las visiones que tienen de la ciudad inversionistas provenientes de Santiago que ya conocíamos: “El sector inmobiliario de Concepción, es uno de los más dinámicos del país”, según lo afirmaba la columna publicada en el diario Publimetro en el año 2017, que nos sirve como aproximación a la noción que se tiene de la ciudad de Concepción vista a los ojos de inversionistas, es la “puerta inmobiliaria del Sur” [ ]. Es decir, si nos movemos en esta escala de inversión hay obviamente intereses supra-regionales, e incluso internacionales, quién sabe, apuntando a un gran mercado de inversionistas, por ejemplo generando un mercado de segundas y terceras residencias de alto estándar, diseñado específicamente para invertir, lo que va, a todas luces, justificando esta desmedida expansión urbana propuesta en el último instrumento de planificación Metropolitano y la consabida presión sobre suelo natural, de cultivos, paisajes y áreas a proteger para el ciudadano.
Todo lo anterior, potencia fenómenos altamente especulativos sobre el suelo de la intercomuna, lo que se refleja duramente en su centro geométrico y neurálgico, Concepción. Allí por ejemplo, observamos una sumatoria de factores que siguen fomentando este fenómeno, caracterizado porque el precio de los inmuebles aumenta de valor de manera siempre sostenida en el tiempo, muchas veces muy por encima de cualquier índice IPC, es decir sin ningún control. Incluso al aparecer más oferta de vivienda, los precios siguen al alza sin ninguna influencia mutua entre demanda y oferta, lo que en economía clásica sería justo lo que vendría a regular estos valores. Este fenómeno encaja en lo que es considerado en algunos países como una “burbuja inmobiliaria.”
El fenómeno sigue ocurriendo aunque aumente la oferta de suelo urbano y de vivienda y realmente, nunca llega a existir la posibilidad de acceder a una baja de los precios, dada la amplia oferta generada, nunca se abre una banda de precios accesibles enfocada acorde los ingresos del grueso de los habitantes del área metropolitana. Sino que muy por el contrario, los precios siguen al alza y peor aún, al juego se suma la banca, la que flexibiliza y aumenta el acceso crediticio, para la compra de estos departamentos, obviamente en UF, aumentando la capacidad (teórica) de endeudamiento de las familias, juego en el que los únicos beneficiados son las empresas inmobiliarias, y por supuesto, los bancos.
Lo que hoy pasa en la intercomuna de Concepción es un peligrosamente obvio y nada equívoco síntoma de que el Capitalismo más brutal se mueve con fuerza y ruge sin ninguna vergüenza en la ciudad, ya que es su tablero de juego perfectamente diseñado. Los procesos que se vienen dando desde finales de los 90, son además un síntoma de estas prácticas, las que amparadas en esquemas burocráticos y algunos desastres provocados por fenómenos naturales, por décadas han alejado el control ciudadano e instrumentalizado la participación.
Sin duda no hemos llegado a participar de este invisible juego, al contrario, hemos delegado estas decisiones en las personas equivocadas, en iluminados del urbanismo que no han hecho otra cosa que vender cada metro cuadrado al privado y diseñar zonas en vez de lugares, dejando al libre mercado lo que debería estar siendo diseñado en detalle y hecho con cariño para los ciudadanos. Se ha externalizado lo que deberían tener a su cargo y responsabilidad, utilizando prácticas que se albergan en la legalidad, pero sin mediar una pregunta ética sobre el grado de bien común que hay detrás. Esto ha generado instrumentos de planificación siempre convenientes para estas ideas de “desarrollo” urbano.
A estas alturas parece realmente naif pedirle cuestionamientos éticos a quien ha sido entrenado para optimizar ganancias y competir por hacer siempre el proyecto más rentable, dejar la menor cantidad de espacio “desaprovechado”, este círculo sin fin del urbanismo de las oportunidades de negocio provoca gradualmente una completa deshumanización de los espacios donde habitamos y un descuido intencionado de lo que nos pertenece a todos, transformando esos lugares, gradualmente, en espacios basura, peladeros o espacios banales [ ] y sin sentido ni apropiación alguna, para luego simplemente ser intervenido fácilmente por privados o ser cambiados de significado para ser replanteados por unos pocos. Hoy parece una utopía la idea de que un privado pueda pensar en regalar algo a la ciudad o generar espacios que beneficien el acceso, el juego o el refugio sin que la norma lo obligue.
¿Para qué sirven las clases de urbanismo?
Hoy claramente existen poderes más allá del que tienen nuestros representantes. Quienes hacen hoy la ciudad de Concepción, tienen piel blanca, son hombres, conservadores y de clase alta o media alta. ¿Deberían pensar en nosotros? Sin duda esto nos remonta a la obra de Henri Lefebvre [ ] y su afirmación de que este aparentemente neutro y objetivo mundo del espacio de la ciudad, no es otro que el intencionado reflejo de una ideología, de una imposición y por ende de unas relaciones de poder.
Relaciones que tal y como están establecidas hoy en día en Concepción, hacen que en la ciudad actual no pueda mediar ninguna filosofía del bien común. En este ámbito comercial inmobiliario, el espacio del tablero de la Gran Capital, el espacio público es visto en dos frecuencias, derivadas del mismo canal neoliberal, en primer lugar es visto como un vacío que hace de vía de comunicación entre empresas y negocios, o dicho en un plano más amplio, como un mero aderezo para poder realizar operaciones inmobiliarias. En ese contexto por supuesto que el espacio público es visto por los nuevos arquitectos, urbanistas y diseñadores, como ese vacío entre edificios, ese ámbito a ser intervenido para asegurar la conectividad y la fluidez, jerarquizando y repartiendo plusvalías generadas por cruces de variables como accesibilidad, centralidad, data de construcción, etc.
Pero existe otra visión de este, aun mucho más densa e ideológica, que es la idea de que el espacio público es finalmente la materialización de una ideología. Es el lugar donde se materializan conceptos tan de moda, tan bonitos de usar y tan actualmente banales como la gobernanza, lo sustentable, lo cívico, el consenso, la democracia, la resiliencia, la sonoridad y otros tantos, pero que es hoy en día el espacio donde se desearía ver circular a una ordenada masa de seres libres y trabajadores yendo y viniendo a cumplir con sus horarios, consumiendo y paseando los fines de semana.
Hoy, mientras el discurso oficial sobre ‘la sustentabilidad’ llena seminarios y congresos en que los académicos locales se maravillan y sonríen, gustan de recibir premios y dar cátedra sobre experiencias, proyectos y viajes, mostrando y analizando las buenas prácticas que les extasían, las que ante sus ojos resultan muy aplicables en un futuro próximo acá y sobre todo si encajan en esquemas lucrativos, mejor aún; donde ganamos todos dicen, alentados por la siempre generosa mano de la CChC.
Oslo, Ámsterdam, Madrid, Helsinki, peatonalizar y pedalear las ciudades, llenarlas de transportes públicos hipermodernos e hipertróficos, ojalá un metro en Concepción, qué importa el paleo-cauce del río Biobío sobre el que estamos parados, pudiéndose bombear agua hasta el cansancio y tendremos un metro subterráneo para que así la inversión se haga de una vez ya que “nos la merecemos”, pero antes hay que cumplir algunas pequeñas condiciones, valgan las aclaraciones de los científicos de la urbe penquista, todo sin duda se hará bajo estricto control y supervisión de ellos, los que saben. Hasta que lleguen quienes toman las decisiones, que son casi siempre los hombres del maletín, los que administran y deciden las reglas del juego de la Gran Capital.
Hoy la ciudad de Concepción vive dos procesos paralelos, por un lado responde a una crisis urbana mayor, reflejo de políticas neoliberales extremas y decisiones sin más orientación que la economicista que evidencian por otro lado la retórica del doble discurso desde el gobierno central, que por un lado muestra una fachada institucional moderna, colgándose del discurso oficial de turno, de cosas como los objetivos del Milenio de las Naciones Unidas, la economía circular o de la certificación de edificios a la norteamericana o a la británica. Pero existe una enorme brecha de incongruencia entre este discurso oficial aprendido y lo que realmente se hace. Ya que en el campo de las decisiones y los financiamientos, aparecen los conflictos de intereses.
Pregunto ¿qué relación directa o bajada a tierra hay desde el nivel central entre estos significativos lineamientos importados a los que nos hemos suscrito y por ejemplo, nuestros propios estándares de vivienda social? ¿O qué control de estos objetivos del milenio o de atributos de la ciudad sustentable en los planes reguladores locales, piense por ejemplo en el manejo que hacen de los paisajes naturales?
Esta crisis viene dada porque no existe un proyecto público que defienda una visión colectiva de ciudad que nos favorezca a todos, esto como herencia de un nefasto período en materias urbanas. Y a décadas de participación instrumentalizada, en que las mismas retóricas legitimadoras de esta invasión y secuestro de lo público que acompañan a la planificación y el discurso institucional nacido en dictadura y notablemente preservado hasta hoy, se han hecho siempre intencionalmente complejas, inentendibles, sumamente “técnicas”, basadas en decisiones venidas “desde arriba” o desde otras competencias, sectorización que justifica y además disfraza el mal hacer.
Un caso de lo que hoy vivimos, por ejemplo en el Río Andalién, en que el Ministerio de Obras Públicas se encuentra ya ejecutando un proyecto de canalización, que está destruyendo gran parte de los ecosistemas del lugar, matando la flora y fauna que en ese tramo del río existe, el proyecto busca “mitigar” las inundaciones para que no pase lo mismo que en 2006. Sin duda el enfoque no es nada sistémico ya que un río es un sistema a escala de cuenca, por lo que es preocupante que se inviertan más de 4.000 millones de pesos en tapar el sol con un dedo.
Concepción es hoy un buen ejemplo de la destrucción estratégica de la ciudad, de Urbicidio, en pos del Capital. La ciudad está siendo dañada y banalizada desde distintos frentes, desde la instalación de muchísimos tragamonedas por el centro, en espacios interesantes que se vaciaron luego del terremoto, la quema del Mercado Central con ideas automáticas de proyectar algo inmenso y vendible sobre ese terreno céntrico, el nefasto proyecto denominado Ciudad del Parque, la invasión y toma privada de espacios comunes en la Remodelación Paicaví, la violencia contra los vendedores ambulantes, el abuso policial en las calles, la destrucción por tramos del Río Andalién, el remodelar 15 veces la Diagonal y el Parque Ecuador como si no hubiese otros barrios o sub-centros en esta ciudad, la demolición de viviendas valiosas histórica y morfológicamente, la proyectada destrucción del edificio de la Inmaculada Concepción, el aumento de metros cuadrados de Mall por habitante, etcétera. La lista parece no tener fin.
Urbicidio es un proceso grave e irreversible de destrucción de lo urbano, el desmantelamiento de los atributos propios y de la complejidad de una ciudad, con algún fin. Se asoció inicialmente a los efectos devastadores que producen las guerras y los conflictos armados en las ciudades, pero también guarda hoy relación directa con el impacto de procesos que igualmente(que las guerras) responden a estrategias y por otro lado violentan a la población que la habita, desplazándola y forzándola muchas veces a escenarios no deseables. En el caso de Concepción, el Urbicidio pone de manifiesto esta violencia contra las bases materiales de la ciudad, atentando directamente contra su arquitectura y sus componentes identitarios, históricos y culturales. Son procesos que nos duelen a todos quienes alguna vez viviéramos la ciudad y disfrutáramos de sus lugares, los que hoy están desapareciendo sin vuelta atrás, gracias no solo al desmedido interés de las inmobiliarias y de los que se hacen llamar “gestores”, sino principalmente a nuestro propio desinterés en los temas urbanísticos e ignorancia e incluso desprecio sobre los procesos de construcción y gestación colectiva de la ciudad.
[1] https://www.publimetro.cl/cl/expovivienda/2017/05/25/gran-concepcion-sigue-puerta-inmobiliaria-sur.html
[2] Muñoz, Francesc. “Urbanalización. paisajes comunes, lugares globales” (2008). Gustavo Gili. Barcelona.
[3] Lefebvre, Henri. “La Producción del Espacio” (1974). Interesante es revisar el Capítulo sobre el espacio Social. Desde la pág. 125. Colección Entrelíneas. Madrid. España.
Abraham, los antecedentes sobre la Burbuja Inmobiliaria en la que estamos si bien son fáciles de encontrar, su exposición excede con creces la extensión de una columna como esta. Creo en vez de tratar de desmontar las ideas que se condensaron acá ud. debería tratar de investigar respecto a lo que se expone. Pronto publicaré algo mas detallado y más técnico en otros medios y contextos. El objetivo de este escrito es exponer y resumir una serie de síntomas que finalmente otorgan la categoría de urbicidio a lo que está pasando en nuestra ciudad. Ese argumento es irrefutable y no tenemos más que mirar caso a caso cada situación. Por otro lado este no es un discurso, si fuese para tratar de convencer a las personas que lo leen bajo un interés de sacar dividendos de algún tipo, creo caería en ese calificativo, pero muy por el contrario esta columna responde a la responsabilidad de informar a la gente y generar una visión crítica y de conjunto de todo lo que ve a su alrededor. Estos argumentos que ud tanto critica responden al simple cruce de síntomas que no solo yo identificamos en la ciudad, sino que responden a lógicas que son demostradas tanto por pensadores que ya le mencioné e incluso por sociólogos urbanos e investigadores nacionales, como son por un lado la ciudad como un escenario de la lucha de clases, que derivan en procesos gentrificadores, desigualdades espaciales, etc. Por otro lado también hago mención a la llamada doctrina del Shock que tan bien ha funcionado bajo los diferentes gobiernos.
Por lo demas, ud deja entrever que sus ideas reflejan un pensamiento bastante conservador que responde a la preservación y al respeto de un status quo (basado en leyes injustas) y a ideas erróneas e individualistas (el vehículo eléctrico como solución urbana) que no puede cambiar y le aseguro que este escenario es insostenible para poder repensar una ciudad para todos.
PD: Para saber más acerca del fenómeno de la burbuja Inmobiliaria, le recomiendo comenzar por leer a José Manuel Naredo. Con una mirada mas abierta.
Desde Chile
De verdad estoy buscando argumentos técnicos para poder apreciar la postura del progresismo ante el desarrollo del urbanismo, pero siempre me encuentro con artículos en que más que comentarios de un arquitecto especializado en urbanismo, son discursos políticos ideologizados con expresiones usadas una y otra vez al estilo Göbbels que estamos acostumbrados a ver en la derecha, comentarios tendenciosos e incluso MENTIRAS, que es la parte más grave. Las mentiras me dan a entender que más que gobernar buscan destruir para sacar beneficios
Estimado Abraham, muchas gracias por el comentario y por leer LVC. La verdad es que su comentario me hace reflexionar. Primero pensando acerca de como las palabras en diferentes contextos degeneran su significado. El término «progresista» o «progre» pasa a sonar en su comentario incluso despectivo cuando se trata de contraargumentar o tal vez queriendo ser un torpedo a la línea de flotación de los argumentos que se exponen. Este filtro o realidad paralela me hace recordar a personas como Axel Kayser que se dicen «libertarios» planteando el uso del término en la antípoda de lo que este término realmente representa para el resto de la humanidad(sin contar el uso que él le dá, siendo admirador de la escuela de Friedman). Mas allá de esta confusión que me genera, lo de progre lo entiendo como una alusión a la izquierda socialdemócrata, lo que me apabulla igualmente pero me alegra.
Pasando por alto este primer párrafo, creo su segundo párrafo resulta aun mas tendencioso, tildando lo que se expone en la columna, como una sobreideologización del fenómeno urbano(como si el hipercapitalismo que aparentemente ud defiende, no lo fuera) e incluso directamente diciendo que son mentiras. Le invito a revisar las referencias que se plantean en el artículo, que son un punto de partida importante para entender lo que expongo. Mis ideas son hijas de otras ideas, por supuesto y así lo declaro citándolas, y podría ud. contraargumentar ante éstas con el mismo grado de profundidad.
Creo que su comentario es malintencionado y nada constructivo, de hecho establecer un paralelo entre el ministro de propaganda del régimen nazi y lo que nace de las ideas de Pierre Bourdieu, Henri Lefebvre, Michel De Certeau, Christopher Alexander y Jane Jacobs entre muchos otros, es una bajeza y sin duda es reducir estas ideas de los mas influyentes y certeros pensadores urbanos del siglo XX a escombros y basura. En síntesis lo invito a leer mas y a enterarse de las cosas, sobre todo a entender su propio entorno y entender estas ideas antes de descalificarlas. Entendiendo que vivimos en un medio en que el capitalismo nos hace pensar ciegamente que no hay otro modo de vida, que beneficie el bienestar de las personas por sobre la acumulación de riqueza, lo invito a abrirse a ideas mas «progres».
Leonardo, primero quisiera aclarar que a través de la cuenta de Javier Sandoval llegué a este artículo y di por supuesto que se trataba de una propuesta relacionada al progresismo, que dicho se de paso, es una tendencia política donde se defienden ideas consideradas «avanzadas», sobre todo aquellas orientadas hacia el desarrollo de un Estado del bienestar, la defensa de derechos civiles y cierta redistribución de la riqueza. (Fuente Wikipedia). No teniendo la intención de asociarlo con el término despectivo «progre» también llamados izquierda caviar, chairos, pejezombies, guerrilleros de cafetería, hippie con OSDE (Arg.) o ISAPRE (Chi.), cuico progre, socialista de balneario, bolches, zurdos caviar, etc.
Veo que no hay antecedentes técnicos para aseverar que existe una especulación inmobiliaria que genere efectos negativos y más bien parece una percepción personal como la que se podría tener de lugares como Dichato, donde hay familias de un estrato socioeconómico medio o bajo que aún no venden sus terrenos afectados por el tsunami esperando que suban de precio, esperando que los vecinos vendan antes para que haya construcciones y suba la plusvalía. Sobre lo cual sugiero investigar el suceso «burbuja inmobiliaria».
Se asevera que la CChC es una institución que favorece a ciertos grupos, insinuando que tiene cualidades negativas para la sociedad, sobre lo cual no hay antecedentes, sino que una percepción personal de redactor.
Entiendo que la banca puede tener valores que quisiéramos que fueran menores para créditos hipotecarios, pero si se hace una alusión a que la moneda usada es UF en desmedro de los pesos, lo mínimo es aclarar que si se presta dinero en pesos, por efecto de la inflación perderán valor y si nadie está dispuesto a que su dinero pierda valor, la alternativa es recurrir al estado paternalista que tiene recursos ilimitados.
Favor indicar cuales son las personas «iluminadas en urbanismo» para, al menos, saber cual es su poder de decisión y por qué están modulando la ciudad con sus ventas.
Parece naif pedirle a los que critican a los que quieren sacar mayores ganancias de sus ventas, que vendan sus productos y servicios a un precio ético, así como pedir a aquellos que critican la segregación socioeconómica en la ciudad que vayan a vivir a los barrios vulnerables por voluntad.
Quisiera estar discutiendo sobre urbanismo, pero no puedo entender cómo se hacen alusiones, por ejemplo, a personas que tienen piel blanca para llegar a conclusiones técnicas. Lamento decirles a los blancos que jamás serán personas buenas a menos que se cambien el color de piel como Michael Jackson, ese tipo de alusiones es igual a adornar el pino navideño con nieve en pleno verano chileno.
Como las «malditas inmobiliarias» expulsan a los «verdaderos dueños» de los suelos a través de compra-venta de terrenos, no me queda más a pensar que o los engañaron para que vendieran o no tienen la capacidad de negociar y sacar usufructo, caso en el que no veo otro camino a que el estado sea dueño de todo el suelo y lo reparta bajo el criterio de funcionarios estatales iluminados.
Algo en que concuerdo, es que la ciudad se debe peatonalizar, adaptar para bicicletas y mejorar el transporte público, de hecho, potenciar los vehículos eléctricos, con lo que países petroleros serán dejados en paz.
Sugiero entender las competencias de cada entidad pública, se hacer creer al lector que entidades gubernamentales pueden pasar por sobre la ley o modificarlas, para lo que está el poder legislativo, si de verdad están en contra de normativas y procedimientos, hay que recurrir a la entidad correcta, de lo contrario, es tan válido como poner like a una publicación para salvar el planeta.
Seguiré buscando e investigando, lamento ser agresivo para comentar, pero he escuchado tantas veces este discurso que me han empujado a eso.
Hasta la próxima.
Me veo en la necesidad de responder sus comentarios, Abraham, que como ya se lo ha dicho Leonardo, son bastante extemporáneos. Como lo felicité (a Leonardo) por su excelente y certero artículo (además de contundente como, comentó su colega Eduardo), tengo que explicarle algunas cosas relacionados con el diseño y planificación de una ciudad. que por lo que leo en sus comentarios, usted desconoce. No repetiré lo ya discutido entre ambos porque me quedó muy claro cada posición.
Concuerdo plenamente con lo argumentado por Leonardo. Pasando ahora a lo suyo, le debo explicar que el diseño y desarrollo de una ciudad NO debe dejarse al arbitrio del mercado ni de la extensión ‘ad infinitum’; ya ve usted lo que ha sucedido por haberlo hecho así de mal en las ciudades de Chile, Concepción y vecinas incluidas: un DESASTRE (así, con mayúsculas). Las ciudades deben diseñarse por urbanistas preparados, versados y experimentados («con dedos para el piano», como suele decirse) y no de cualquier gañán «que se las dé de urbanista» o «se crea iluminado». Los agentes del Estado, hoy en día (léase DOMs, MINVU, SERVIU. MMA, etc.), tampoco son garantía de que se cumplan las premisas universales del urbanismo, ni la Constitución de la República, ni las leyes, pues -en general- no tienen las competencias mínimas necesarias para revisar o modificar planes reguladores o revisar proyectos de arquitectura ingresados para solicitar permisos de construcción, ya que los cargos funcionarios se cubren por los mecanismos del clientelismo político, del nepotismo y de la corruptela.
Habrá de saber usted que las ciudades se deben densificar sí, pero cumpliendo ciertos parámetros bien establecidos de hab./ha y no al lote, como es la práctica habitual en el Chile post dictadura cívico-militar, a la que se aferran con dientes y garras los que ya han sido identificados hace rato. Si usted fija la altura máxima a construir y el porcentaje máximo de superficie de obra sobre el área total del terreno, como debe ser (y lo era hasta comienzos de los ’70), se acaba la especulación sobre el valor del terreno, las estafas de las inmobiliarias y el caos (para saber más, averigüe sobre la ordenanza de la Municipalidad de San Martín de Los Andes, Arg.). Analice bien esto y estudie lo que opinan los autores de las referencias indicadas por Leo. Y después me cuenta.
Impresionante todo lo que devela en su artículo colega.
impecable su artículo, bueno y «contundente» argumentación.
Muchas gracias estimado Eduardo, me alegro mucho que te hayas sentido identificado con lo que se expone. Gracias por leer LVC.
Un gran saludo.
Muy bueno y actualizado el análisis que nos entrega el Dr. Agurto acerca del Urbicidio que sufre la Ciudad de Concepción y sus alrededores (pleno de serranías que otrora estuvieron cubiertas de flora nativa que almacenaba muchísima agua) y sus causas. Los aspectos tratados nos indican que estamos inmersos en una sociedad gobernada y administrada por sujetos ineptos, que carecen de las competencias mínimas para hacer lo que hacen. A la vista están los resultados de ello; es cuestión de mirar a nuestro alrededor. Se les ha explicado tantas veces como se debe planificar una ciudad pero no oyen (o no quieren oír), encimismados en sus erróneas ideas y adormecidos por el síndrome de Casandra.