«La concentración de riquezas, el poder del dinero, por sobre todo, el dinero fácil, en su accionar destruye la historia, la educación, cultura , los valores de una sociedad que desee permanecer limpia y sana.»

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DE CONFLICTOS

Andrés Cruz Carrasco

Abogado. Doctor en Derecho (Universidad de Salamanca). Magister en Filosofía moral (Universidad de Concepción). Magister en Ciencias Políticas, Seguridad y defensa (ANEPE). Máster en Política Criminal (Universidad de Salamanca).

Un desenvolvimiento armónico entre los individuos que se interrelacionan no puede ser posible de manera permanente. Lo que una vez fue concebido como un error o desviación, puede ser en realidad una forma de empujarnos hacia el progreso. De modo que también las diferencias pueden ser parte de nuestra humanidad y si no fuese por este conflicto, todavía estaríamos en otros estados sociales.

El conflicto puede ser un catalizador para el progreso, al mismo tiempo que puede conducirnos, paradójicamente, hacia la debacle, cuando se carece de canales que permitan su adecuada canalización o cuando la institucionalidad no se encuentra en condiciones para contener todo enfrentamiento, efectuando una distinción adecuada entre aquello que es propio del desarrollo y perfeccionamiento del grupo social, de lo que puede conducirlo a la destrucción.

            En cada una de estas manifestaciones del conflicto están patentes las emociones, que nos llevarán a generar estereotipos o nefastas generalizaciones, de manera que en la confrontación todo lo que haga el contendor será considerado como un ataque, aun cuando tenga un sentido neutro o incluso un afán de cooperación. Cuando las pasiones se descontrolan y nos impiden de manera templada constatar los acontecimientos y medir, ojalá desde arriba y de manera estratégica, los sucesos. “El predominio de la hostilidad o de la amistosidad tiene directa relación con la interpretación que cada actor hace de las intensiones o motivaciones de los otros. Cuando las relaciones son de nivel amistoso se tiende a interpretar los actos del otro como accidentes, malos entendidos o acciones impulsivas. Cuando la relación es hostil, todos los actos del otro actor son vistos con desconfianza, con recelo y en todo caso sospechosos de albergar segundas intenciones”, dice Remo Entelman. 

            Habrá que resolver si existe una jerarquía entre los intereses en conflicto. Para Hans Kelsen: “Tal es el problema que surge cuando se plantean conflictos de intereses. Y solamente donde existen esos conflictos aparece la justicia como problema. Cuando no hay conflictos de intereses no hay tampoco necesidad de justicia. El conflicto de intereses aparece cuando un interés encuentra su satisfacción sólo a costa de otro, o, lo que es lo mismo, cuando entran en oposición dos valores y no es posible hacer efectivos ambos, o cuando el uno puede ser realizado únicamente en la medida en que el otro es pospuesto, o cuando es inevitable el tener que preferir la realización del uno a la del otro y decidir cuál de ambos valores es el más importante y, por último, establecer cuál es el valor supremo.”

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