«A propósito de los 50 años del golpe: Negar, esconder o tergiversar el horror provocado en ese nefasto acontecimiento, es una acción, una actitud tremendamente perversa que daña y mancha el futuro de la Nación. Perversidad: Cualidad de quien obra con mucha maldad y lo hace conscientemente o disfrutando de ello.»

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DE MALDAD Y LIBERTAD

Andrés Cruz Carrasco

Abogado. Doctor en Derecho (Universidad de Salamanca). Magister en Filosofía moral (Universidad de Concepción). Magister en Ciencias Políticas, Seguridad y defensa (ANEPE). Máster en Política Criminal (Universidad de Salamanca).

No se nace ni irremediablemente bueno ni malo. Serían las circunstancias las que nos determinarían, ya que la idea de una maldad por “naturaleza” nos repugna. El riesgo es tratar de concebir el mal como algo casi mecánico, para poder hacer más inteligible el fenómeno, menos perturbador, explicable por una cadena de razones causalmente concatenadas. Pero cuando creemos que hemos descubierto su origen, se nos escapa de entre las manos ya que la entendemos engendrada por factores exógenos al individuo, no pudiendo imputárselo a ninguno. La banalización del mal le entrega en definitiva la responsabilidad de toda perversidad al “sistema”. El ser humano concreto ya no sería el responsable de un crimen, la maldad estaría situada en una entidad abstracta e impersonal. El ser humano sería considerado como una cosa y sus comportamientos, buenos o malos, devendrían el resultado de mecanismos inconscientes y ciegos. Esto constituiría el triunfo absoluto del alegato del abogado defensor: ¡nadie es malo voluntariamente! El problema es que así como nos vamos desprendiendo de la idea de la responsabilidad por el mal, también se nos va haciendo difusa y pierde consistencia, por los mismos motivos, la idea del bien. Además, se van reforzando los estereotipos de los que por vivir en ciertas condiciones o provenir de un lugar específico, podrían estar determinados a causar un mal. Si la maldad es involuntaria y está determinada por el contexto, lo mismo valdría para la bondad. Se desvanece la idea de la responsabilidad del ser humano y junto con ella, los conceptos del bien y del mal. Algún religioso podría perfectamente afirmar que el demonio habría logrado su objetivo, su metamorfosis sería exitosa y completa. Nadie puede hoy negar la importancia que tienen el entorno social, afectivo y la herencia genética en el comportamiento de un sujeto. Sin embargo, la situación no puede considerarse como absolutamente determinante de la decisión de un ser humano. No podemos tolerar que se justifique sobre esta base a los asesinos, violadores y torturadores. Que los criminales devengan las víctimas de su propia historia. Más aún, respecto de quienes hacen del sufrimiento ajeno un medio para alcanzar sus objetivos. Para Luc Ferry: “Toda situación puede, es verdad, determinar. Pero, por si sola, no es rigurosamente determinante”. Siempre hay disidentes que resisten y no se doblegan ante los autoritarismos. Habrá entonces que asumir que hay un misterio del bien y del mal para que estos términos constitutivos de la idea misma de la moralidad puedan tener algún sentido. El ser humano es el único ser de la naturaleza que puede obrar conforme a ella u oponerse a su crueldad natural, pudiendo trascender a sus instintos como consecuencia de otro misterio: el de la libertad.

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2 Comentarios en DE MALDAD Y LIBERTAD

  1. Gracias por sus conocimientos, ojalá seamos capaces de transformarlos en sabiduría…

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