De Mentirosos
¡Que lance la primera piedra aquel que no ha mentido nunca! Nadie debería lanzar nada. Pero no faltarán quienes dirán que nunca han mentido, siendo los más mentirosos y por ello, los más peligrosos.
Los más hedonistas se sobrevaloran, mintiéndose en torno a su superioridad, deslegitimando al prójimo porque lo consideran distinto. Esta tendencia la extrapolamos al grupo del que formamos parte, considerándolo mejor que otros colectivos, cerrándonos en las redes sociales en entornos que piensan igual, interpretando la realidad de una sola manera, que es la que más nos acomoda, excluyendo otras visiones. Incluso, quienes se encuentran en confortables situaciones de poder tienden a engañarse, perdiendo la capacidad para comprender los contextos conforme a la percepción de los otros que viven la misma realidad. A tanto puede llegar la mentira, que no faltan quienes asumen una estatura moral superior a la del resto. ¡Los otros son los mentirosos!
Uno de los rasgos característicos de muchos seres humanos es la hipocresía. El que repta posicionándose según quien detenta el poder, para ganarse su beneplácito, clavando cuanto puñal tenga a su disposición en la espalda incluso de sus más estrechos aliados si es necesario. Son los que pontifican juzgando a los demás con mucho más rigor que a sí mismos, exigiéndoles que hagan cosas que ellos nunca serían capaces de llevar a cabo y que obtengan resultados más allá incluso de sus propias posibilidades.
Los seres humanos requieren sentirse seguros. Es decir, necesitamos un mínimo de previsibilidad. Aunque sea una ficción, nos mentimos para poder suponer la existencia de esta seguridad, buscando en situaciones aleatorias un patrón que nos puede conferir alguna coherencia, aunque se funde en los misticismos más absurdos o incluso en explicaciones dogmáticos que provienen de quienes consideramos más preparados, aunque no sean comprobables.
Nos engañamos suponiendo cualidades que no tenemos, preparándonos para engañar a los otros, que a su vez pretenden engañarnos. Para poder explicar nuestras convicciones o justificar nuestras decisiones, muchas veces reconocemos en sátrapas y delincuentes la calidad de héroes o en sangrientas y descarnadas batallas o genocidios, actos épicos y dignos de conmemorar, tergiversando los hechos para mentir y mentirnos. Nietzsche decía: “el hombre es un animal social que ha adquirido el compromiso moral de mentir gregariamente y que, con el tiempo y el abuso de la falsedad, se olvida de su condición, y por ello miente inconscientemente por hábitos seculares y hasta llega a adquirir el sentimiento de verdad.”
Dónde está la moral, la ética las buenas normas de conducta, en una sociedad en que todo el mundo le rinde «pleitecía» al señor dinero, al individualismo y seguidos conducidos por unneoliberalismo que nos «apaga» como seres humanos.