«No podemos resolver la crisis climática sin cambiar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos.»

Naomi Klein.

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Dios kastiga la soberbia.

La Escritura dice claramente que Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso por un grave pecado de soberbia: Querer ser como dioses.

Desde tiempos inmemoriales, la soberbia ha estado presente en la historia de la humanidad. El Diccionario la ha definido en términos precisos al indicar que constituye “la altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros” o como “la cólera e ira expresadas en acciones descompuestas o palabras altivas o injuriosas”.

Precisados los alcances del término, resulta útil y conveniente analizar su posible aplicación a la realidad política nacional.

Tras su derrota frente a Boric en la segunda vuelta presidencial, José Antonio Kast vivió un período de desconcierto. Su peregrinación a Brasil (junto a van Rysselberghe) para rendir pleitesía a Jair Bolsonaro, resultó ser un gesto improductivo. Desde ese momento, empezó una dura campaña no solo contra el gobierno sino de siembra de temor entre la población: la delincuencia, el narcotráfico, los inmigrantes, fueron sus temas predilectos. El sorpresivo triunfo de su partido en las elecciones de consejeros constituyentes, pareció dejarle el camino despejado hacia La Moneda. La sumisa actitud de ChileVamos, frente de la derecha tradicional, consolidaba esta situación. Pero JAK, obnubilado en su soberbia, pretendió imponer sus ideas en forma intransigente e inesperadamente recibió un duro rechazo en el plebiscito de noviembre de 2023.

Las cartas se barajaron nuevamente, la alicaída derecha histórica vio emerger la eventualidad de la candidatura presidencial de Evelyn Mathei, las filas republicanas se vieron resquebrajadas con el abandono de parlamentarios que se presentaron como actores situados más a la derecha de JAK e incluso aparecieron aspirantes inesperados luciendo banderas libertarias.

En pocos meses, lo que era “coser y cantar” se difuminó y la voz de las encuestas (manipulada o no) mostró su creciente deterioro.

JAK, incapacitado para leer adecuadamente lo que le estaba sucediendo, buscó en el campo internacional el camino que podría resucitarle.

Hizo visitas a Bukele de El Salvador, a Viktor Orbán de Hungría, a Marine Le Pen de Francia entre otros, para culminar su periplo haciéndose presente en la Convención Viva 24 convocada por Vox y la ultraderecha española. En un lugar en que era demasiado fácil recibir vítores y aplausos, el líder republicano sencillamente se desbocó.

“Hay que acabar con los izquierdistas, hay que acabar con los comunistas que amenazan nuestras familias y nuestras libertades”, para ello no nos sirve “una derechita cobarde”, vociferó en medio de un ambiente enfervorizado de trumpistas, populistas, proteccionistas .libertarios y una cohorte fanatizada de extremistas de diversas nacionalidades que no concibe una sociedad laica y democrática en que haya actores que puedan pensar distinto sin estar expuestos a la injuria y al escarnio de patotas alimentadas por los detentores de la “verdad oficial”.

Además de la torpeza que significa su pertinacia en salir al exterior a formular críticas virulentas al Presidente de la República, (actitud que siempre ha sido rechazada por los diversos sectores políticos del país), el inefable Kast ha logrado lo que hasta hace poco parecía imposible.

El decano de la prensa nacional, El Mercurio, que tradicionalmente ha buscado pautear la política chilena, en sorprendente editorial del 24 de mayo, ha criticado frontalmente a JAK. Bajo el título de “Kast y el mitin de Madrid”, el diario rechaza las posiciones maniqueas en política que buscan dividir a los chilenos entre “los buenos” y “los malos” para luego precisar que difícilmente alguien como él sería el indicado para encabezar un proyecto convocante ya que sus palabras claramente dañan la convivencia y contribuyen a generar fundadas aprensiones.   

 El solo hecho de verle vinculado con agrupaciones extremistas radicalizadas, sirve para constatar una afinidad ideológica y práctica que difícilmente la sociedad chilena puede tolerar. En este medio, siempre se ha planteado que la única forma de que el país pueda superar la amplia gama de problemas que le afectan, es a través de una convivencia solidaria que reclama la tolerancia y el sacrificio de todos.

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