
El catalizador y los cambios de rumbo
Esta pandemia que afecta a todo el mundo, a algunos países con más fuerza que a otros, está operando como “evento catalizador” de la crisis mundial y de cambios drásticos. Aunque la tendencia que se advierte en los medios es hacia una continuidad o “nueva normalidad” con aroma de volver a nuestro camino tradicional de ‘desarrollo con crecimiento’, creo firmemente que no será así.
En esto concuerdo con lo que postula Ugo Bardi: estamos frente a un fenómeno catalítico. El Covid-19 es el ‘elemento catalizador’ (en este caso un virus), que con su sola presencia y accionar sobre seres humanos está provocando una reacción social y política que a unos tiene perplejos y asustados y a otros, asustados también, pero con la esperanza de que por fin se aprenderá la dura ‘lección catalítica’ para re-iniciar el andar de la Humanidad con un nuevo rumbo hacia la consecución del ansiado bienestar equilibrado de todos, dejando los egoísmos y la avaricia a un lado.
“Si usted es químico, sabe muy bien cómo los catalizadores hacen pequeños milagros: si había intentado durante algún tiempo que se produjera una reacción sin éxito, si le agrega una pizca de “algo”, la cosa se torna «explosiva» –comenta Ugo Bardi en su blog “Cassandra’s Legacy”-. En un instante, la reacción se completa. Por supuesto, como químico, sabe que los catalizadores realmente no hacen milagros: todo lo que pueden hacer es acelerar la reacción que ocurriría de todos modos”.
En política también es posible aplicar este concepto de catálisis y tomarlo como ejemplo. Los norteamericanos (de EEUU) ya conocen las tácticas gubernamentales para fomentar la industria de armamentos (para la defensa, por supuesto, no para atacar a nadie, faltaba más) y convencer a los ciudadanos de que hay prepararse para el caso que sobrevenga “algún evento catalizador con tenor de catástrofe” y, por tanto, aceptar que es necesario reorientar recursos y dineros disponibles para fines militares. El caso del ataque a las torres gemelas WTC1&2 y posterior derrumbe y el algo traspapelado caso del edificio WTC7, el 11 de setiembre de 2001, es uno de esos eventos ‘catalíticos’. Antes de probar y verificar fehacientemente el origen del ataque y determinar las causas de los tres derrumbes de edificios, el presidente de EE UU, George W. Bush, arengó al congreso y al pueblo para iniciar represalias a países orientales culpándolos de los hechos, ¡y le funcionó! con los resultados conocidos y la persistente incógnita sobre los hechos aún no despejada hasta hoy. Situaciones catalíticas similares habían gatillado las guerras de Corea y Vietnam, entre otros conflictos bélicos con EE UU como protagonista.
Ahora, con el Coronavirus actuando sucede algo parecido, pues varios grupos empresariales norteamericanos están ejerciendo presión para aprovechar la desgraciada situación imperante y favorecer sus intereses económicos específicos. Las industrias del GNL (obtenido con el contaminante método de ‘fracturación hidráulica’, del carbón y del petróleo, por ejemplo, están pidiendo que se eliminen regulaciones ambientales obstructivas para retomar el crecimiento. La industria militar y su lobby permanente ya están lucubrando, apoyada en el Covid-19 como excusa, una guerra contra China.
En Chile, país gran admirador de los EE UU y su “american way of life”, los intentos de “ablandamiento” de las regulaciones ambientales del Sistema de Evaluación de Impactos Ambientales (SEIA) y de la Ley de Bases de Medioambiente -que ya se venían presionando desde los gobiernos anteriores-, continúan en el actual gobierno con un ímpetu digno de mejor causa, para facilitar las inversiones y retomar “la senda del crecimiento”.
Lo que veníamos observando con preocupación creciente en varios rubros de la industria y la “economía” en todo el mundo, como son la aeronáutica comercial, los cruceros de turismo, las autopistas, las ciudades, los automóviles, la energía y otros, que venían con un ritmo de crecimiento exacerbado, se están ralentizando o deteniendo obligados por el coronavirus.
No sabemos el epílogo de aquello, pero es de esperar que el actual gobierno nacional lo estudie y comprenda -coronavirus mediante- que ya no podríamos seguir con el mismo ritmo y esquema de desarrollo con crecimiento, como se intenta mantener, y que sería oportuno analizar la paralización todos los proyectos insustentables en ciernes o en curso, como: los nefastos planes reguladores urbanos destructores del patrimonio natural y arquitectónico de las ciudades chilenas, los ‘seudo’ parques científicos y tecnológicos, los loteos (brujos y no brujos) en lugares prístinos de la Patagonia y en bordes lacustres y fluviales; las urbanizaciones a lo largo de la costa del Mar de Chile, las ‘rutas pie de monte’ y ‘de circunvalación’ encima de humedales, las urbanizaciones sobre humedales en general, la minería a rajo abierto destructora de culturas locales, las ‘plataformas logísticas’ portuarias proyectadas sobre humedales y varios otros.
Por último, diseñar y aplicar, de una vez por todas, planificación estratégica e inteligente a largo plazo. Y que no se nos olvide que la crisis climática continúa y se agranda, así como también el déficit de agua provocado por la aplicación del Código de Aguas, la sequía y la destrucción de los ecosistemas y de la biodiversidad en todo el territorio nacional.
Debemos entender, finalmente, que el verdadero virus y el más peligroso, tiene un nombre conocido, se llama capitalismo.
Un mundo en el que cada vez hay más personas y más ciudades es un mundo en el que hay cada vez menos ecosistemas saludables y diversos, que son necesarios para que el planeta siga generando y sosteniendo la vida (incluyendo la nuestra) de manera sana y equilibrada. A la vez, un mundo sobrepoblado de humanos y obsesionado con la actividad y la producción es el escenario ideal para la propagación de enfermedades.
Mariana – Blog Animaldeisla
Fuente de figura:
https://animaldeisla.com/
Felicitaciones por sus aportes don Carlos.
Gracias tocayo por su comentario.
Gracias Don Carlos Por Artículo y enseñanzas concedidas.
Un gran aporte.
Gracias Manuel por su comentario