
El eterno lloriqueo penquista
Cada cierto tiempo o momento irrumpe a nivel local, específicamente en algunos grupos, círculos o personas, aquel discurso que mezcla una algo de identidad, sentido de pertenencia y de sentimentalismo, el cual se mezcla con la molestia, el enfado y en no pocas ocasiones con el lloriqueo respecto al centralismo, concretamente contra Santiago. Cosa no extraña en todo caso, ya que ese discurso, también se puede escuchar por ejemplo en Argentina, de la queja de las provincias contra Buenos Aires. En otras palabras, estamos ante la presencia de ese eterno lloriqueo penquista que vive en función de lo que hace o no hace Santiago. Que somos víctimas del centralismo, que la capital se lleva todo, que Santiago siempre ha visto a Concepción como un “potencial” rival, si hasta se han escrito crónicas y más de algún libro en el cual se nos quiere convencer e imponer que Concepción constituye una especie de “excepcionalidad” en el país, de ahí entonces la amenaza que sería la ciudad para Santiago.
Lo anterior parece más un discurso dirigido hacia adentro, que busca reafirmar y construir una determinada identidad (historia), con fundamentos históricos, sustentados preferentemente en el siglo XIX, que una real preocupación de la capital por lo que hagamos o no en esta zona.
Se argumenta la importancia del regionalismo para hacer frente al poder santiaguino, ¿es que acaso ser regionalista consiste en tener un discurso anti Santiago o una rebeldía contra la capital? Es ahí uno de los puntos en cuestión. Para un cierto relato histórico, lo relevante es potenciar el regionalismo, la identidad local y el sentido de pertenencia a través de lo que ha sido Concepción y su historia, de preferencia durante el siglo decimonónico. Lo que hicieron sus “próceres” o ciertos sectores de las elites locales. Al respecto, no se puede desconocer que desde estas tierras han surgido ideas, proyectos y liderazgos que han sido referentes a nivel nacional, incluso desafiando en algunas ocasiones la burocracia y resistencia de la capital, pero aquello, más que ser visto como una acción anti Santiago, cabría situarlo en la capacidad que hemos tenido (y que hemos perdido con los años) para mirar las cosas con perspectiva y un trabajo en equipo y colectivo.
Es más, ese mismo discurso regionalista, que tanto alarde hace contra lo siniestro y cruel que es el centralismo o Santiago, resulta que cae en lo mismo que critica, es decir, por una parte, busca que el poder sea más equitativo a nivel nacional, pero resulta que interna y localmente va construyendo su propia hegemonía, marginando o excluyendo a provincias o pueblos más pequeños. Parece ser que el mentado regionalismo de Concepción no es otra cosa que una réplica de lo que tanto critica, sino pregunte cómo se siente un habitante de Lebu, Cañete o Los Álamos que todos los días viaja a las 5 de la mañana para realizar un control médico al hospital regional. Cómo Concepción concentra poder en detrimento de otras localidades o zonas apartadas de la región. Allí se escucha muy poco o en voz muy bajita a los regionalistas del Biobío.
Otrora fue la disputa por el poder político, por estos días parece ser la idea del metro y así, cada cierto tiempo irrumpe ese discursito medio quejumbroso y victimario ante la crueldad santiaguina. Sería bueno, que antes de seguir con ese lloriqueo, mejor busquemos las causas y razones de nuestra decadencia y postración en aquellos factores internos y no tanto en Santiago. En consecuencia, antes de seguir culpando a Santiago de todas nuestras penurias y miserias, mejor asumamos nuestras culpas, errores y en otros casos los horrores de nuestras decisiones y omisiones que nos tiene sumidos hace rato en el conformismo de la población, la incapacidad política y en otros casos la mediocridad y poltronería intelectual.
Es interesante la temática sobre el lloriqueo penquista contra Santiago producto del centralismo. Actualmente es el mismo centralismo pero asociado a la capital penquista la que está generando una serie de inconvenientes en diferentes ámbitos y se ve reflejado a diario en el transporte y conectividad, tomando esto como ejemplo. Si se aborda la problemática del transporte veremos como el origen nuevamente se enfoca en el centralismo. Cada día las personas deben viajar desde Coronel, Lota, Tomé y todas las comunas aledañas para realizar diferentes tramites o labores en Concepción y vemos como la congestión vehicular se incrementa en el tiempo. El transporte no es más que un reflejo de una política y administración inadecuada que centra todo desarrollo en pocos focos, carentes de una visión equilibrada y sostenible en el tiempo.