El Mercurio y la ética empresarial.
El diario capitalino El Mercurio es, sin duda, el más importante medio de comunicación del país. Claramente ligado a los intereses de los grandes conglomerados económicos tiene, en consecuencia, una responsabilidad mayor en relación con la ética de las empresas.
Sin embargo, no siempre ha actuado conforme a esos principios. Así, nadie puede olvidar que, cuando se develó el escándalo de “las platas políticas”, que permitió conocer el financiamiento absolutamente ilegal nunca lo abordó desde el ángulo de la ética empresarial. Su comportamiento en este terreno fue absolutamente concordante con el de los profesores de ética empresarial de la Pontificia Universidad Católica -Nicolás Majluf, entre otros – que vieron todo lo sucedido como un acto de un ejecutivo empresarial que se había excedido en sus atribuciones y que, por lo tanto, debía asumir personalmente sus culpas, liberando a los directores de toda responsabilidad legal al respecto, siendo evidente que el gerente acusado había actuado con la aquiescencia de los representantes de los propietarios de la empresa.
El diario referido, en su cuerpo B de “Economía y Negocios” (20.09.2024), publica una larga entrevista de Antonio Argandoña, profesor emérito de Economía y Ética del IESE, centro académico de España. El título de la información es absolutamente deslavado y no refleja lo esencial de los dichos del entrevistado: “La ética en los negocios se quebranta donde no llega la ley o la ley llega mal”.
Parece interesante seleccionar algunas de las expresiones de Argandoña, quien llegó a Chile para participar en un seminario sobre “Principios Éticos en el Mundo Financiero” organizado por ICARE.
*Entre los principales problemas morales sobre los negocios en nuestra sociedad un problema importante es el del individualismo. Estamos pensando en nosotros mismos, en mis necesidades, en mis problemas, en mis dificultades, y no pensando en las consecuencias sobre los demás”.
“Los impactos positivos o negativos sobre otras personas los regulará la entidad financiera, la legislación…A mí lo que me interesa es sacar la máxima rentabilidad a mi dinero”.
“Hasta ahora para mí era importante ganarme la confianza de mi cliente… de repente se convierte en cómo aprovecho de mi cliente lo máximo posible”.
“La ley no me dice cómo tengo que dar instrucciones yo al personal que depende de mí en una institución financiera…oye, no tengas ningún inconveniente en mentir al cliente…Puede que no sea tan explícito…pero puedo decirle: si consigues este cliente tienes una comisión de tanto…”
Hay gente “que organiza los negocios para robar, para estafar, para engañar…Todos conocemos cosas de ese tipo”.
“El comportamiento ético consiste en que yo tengo que tener muy bien informado al cliente, con gran claridad, explicándole las cosas, perdiendo tiempo con él, cosa que hoy en día no se hace”.
Argandoña se enfoca claramente en la casuística de la empresa financiera, en declaraciones que tocan con lo que está sucediendo en nuestro país. Sin embargo, lo planteado puede extenderse a todos los ámbitos de las empresas, cualquiera que sea su rubro pues los principios aplicables son siempre los mismos.
Existe una tendencia moderna a visualizar la ética como una moda, razón por la cual sus directivos y ejecutivos tienden a vender una imagen positiva en el mercado de clientes y consumidores, contando para ello con la colaboración activa y el beneplácito no solo de las agencias publicitarias sino también de los propios medios de comunicación.
Asimismo, tiende a creerse que toda acción que no esté prohibida por la ley, es lícita, actitud que no se condice con lo expuesto. Conductas que buscan engañar a la contraparte, son muy frecuentes y ello se constata en muchas industrias manufactureras, constructoras o de alimentos.
Enfrentar este problema requiere una actitud positiva de clientes y consumidores, fortaleciendo sus organizaciones, agilizando procedimientos y aplicando sanciones ejemplares. La ética empresarial no es solo una cuestión etérea sino que tiene consecuencias en la vida concreta de las personas.
Los comentarios vertidos en el artículo de Esteban Lobos, se reflejan en la reciente actuación del Servicio Nacional de Pesca (SERNAPESCA), ente estatal, que hace indecorosamente de “lobbista” -junto a PROCHILE- de la agresiva y contaminante industria del salmón en Chile, al promocionar y dar espaldarazos a las exportaciones de sus productos a Australia,
Dado lo que se sabe fehacientemente, de la dudosa calidad fitosanitaria de la crianza en balsas-jaula y luego durante el procesamiento de los salmones en las plantas y el desecho de los residuos, cabe dudar de que los certificados cumplan con los parámetros necesarios y con la ética, pasando a ser nada más que un mero papel en la burocracia de los “negocios”.