
EL NACIMIENTO DE UN NUEVO PACTO CIUDADANO
Durante la última década del siglo pasado, se establecieron relaciones estrechas entre el tema ambiental y la democracia debido a que los primeros abrieron espacios políticos nuevos al convocar a variados grupos ciudadanos a la discusión y a la acción; por la disminución del rol estatal de mediación de intereses sociales y por el aumento de los problemas ambientales. Los ciudadanos se organizaron con el fin de conformar una fuerza política o tercer sector que ostenta una autonomía, autogestión y autodeterminación para promover una gestión ambiental más participativa con un desarrollo descentralizado.
El tercer sector o el movimiento ambientalista se nutre no solo de organizaciones ya establecidas, sino que agrupa a todos los ciudadanos que aporten en la formulación de estrategias y objetivos para lograr esto en la sociedad, lo central es cómo vincular las experiencias de gestión local de recursos naturales a cargo de gobiernos provinciales o municipalidades con los ciudadanos; hay una tendencia a denunciar los problemas ambientales locales, con lo que se reorienta la agenda política hacia la construcción de una ciudadanía consciente de sus derechos y responsabilidades en torno al desarrollo sostenible.
A través de los derechos ciudadanos se plantea un desarrollo alternativo, frente a un Estado debilitado por la globalización y por los intereses privados de corte transnacional, por lo que se generan cambios importantes a la estructura sociopolítica del país, esto conduce a implementar procesos participativos en la comunidad para tratar el tema del medioambiente, pero con un exceso de formalismo en el funcionamiento de dichos procesos. Para llevar a cabo esto es necesario agrupar a representantes del sector público, privado, académicos, líderes regionales, locales y representantes del poder legislativo, por lo que al trabajar por un medioambiente sano en forma cotidiana en una forma personal y grupal, genera que se tome consciencia ambiental ciudadana; lo antes dicho se traduce en una acción efectiva cuando va acompañada de una población organizada y preparada para conocer, entender y reclamar sus derechos al ejercer sus responsabilidades.
El ciudadano crítico es consciente es aquel que comprende, se interesa, reclama y exigen sus derechos ambientales al sector social correspondiente y que se encuentra dispuesto a ejercer su responsabilidad ambiental, él se organiza al participar adquiriendo el poder político junto con la capacidad de producción de un cambio colectivo. Este principio da las bases para la articulación de un pacto ciudadano, en donde las responsabilidades sociales validan dicha cuestión para gestar una calidad de vida alternativa en el futuro próximo. Lo anterior demanda nuevas maneras de hacer política, espacios sociales, lo que genera una nueva civilidad al propiciar una asociación civil que lleva a los sujetos a enfrentarse al Estado y a los poderes económicos; a la vez se necesita fortalecer y abrir nuevos espacios para dirimir jurídicamente los nuevos derechos ambientales de la sociedad por lo que hay que incorporar la dimensión ambiental a la ciudadanía, al reconocer que cada individuo tiene responsabilidades distintas con respecto a lo ambiental y en donde cada grupo representa intereses y valores distintos; todo esto comprende las obligaciones éticas que vinculan a la sociedad y a los recursos naturales con los sujetos, a partir del rol social y de la perspectiva del desarrollo en que se encuentre la sociedad.
Por lo manifestado el medioambiente es un tema de real importancia para todos los ciudadanos por el grado de participación social que da a los sujetos así como también lo es el empoderamiento que causa la certera participación social y el ejercicio de la ciudadanía en el sector ambiental, debido a que se promueve y se logra otra forma de entendimiento entre sociedad civil y sociedad política. Esto genera una mayor integración al discutir y plantear tópicos que afectan a todos los ciudadanos urbanos y rurales, dado que ellos ven que hay un interés por sus propuestas y saberes culturales al aportar en la discusión e implementación de planes y programas ambientales, mas la realidad nos dice que lamentablemente poca es la injerencia de la comunidad antes esto, solo su voz es latente cuando el daño está causado y no al momento de denunciar o bien pedir participación con respecto a su entorno.
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