
El valor cultural de las expresiones funeraria indígenas.- Parte dos
La muerte para el pueblo mapuche trae como resultado la configuración de espacios adecuados para dar cobijo al cuerpo, los que han evolucionado a través del tiempo, adecuándose a distintas condiciones climáticas, geográficas y contactos con otras culturas.
Dicha evolución permitió la configuración del eltún o sitio funerario mapuche, aproximadamente durante el siglo XVII, cuando las incursiones de los conquistadores españoles en la Araucanía eran constantes.
Así, los símbolos mapuche con los propios de la cultura occidental, evidencian el profundo proceso de transculturización, dando paso a una particular mezcla de diseños arquitectónicos donde las cruces decoran las tumbas, casas y rejas de madera, manifestaciones propias del pueblo mapuche, las que muestran una minuciosa carpintería artística, cuyos diseños responden a la idea de otorgar cobijo al cuerpo y espíritu del difunto.
Este encuentro entre culturas necesariamente generó cambios, dentro de los cuales destacan los modos de sepultar a los muertos. Se adoptan no solo simbolismos cristianos como la cruz, sino también las formas de sepultación que actualmente conocemos: la sepultura en profundidad.
Con el tiempo fueron naciendo los sitios funerarios mapuche, los cuales eran establecidos por las comunidades que los ocupaban dentro de sus propios territorios, emplazándolos en lugares privilegiados, determinados por la altura y el paisaje. Los cementerios de la Araucanía dan cuenta de una profusa diversidad marcada por la conjunción de dos visiones de la muerte que afloran de manera sustantiva: por un lado, la mapuche y por otro la occidental. Ambas apelan a la misericordia, la congoja y el dolor de maneras muy distintas, lo que da cuenta de un proceso de evolución de siglos.
Los cementerios se ubican dentro de algunas comunidades indígenas de la región, las que los emplazan en lugares estratégicos, de preferencia en cerros que permitan el control visual del territorio, además de cumplir el mismo objetivo del kuel, de generar un contacto casi directo entre la tierra y el cielo, para facilitar de algún modo el encuentro con los antepasados y dioses que allí habitan. Las representaciones funerarias mapuche en la actualidad se caracterizan por una espacialidad regular circular, reflejada en su emplazamiento comprensible desde la escala humana, que representa lo contemporáneo insertado dentro de un universo más acotado.
A partir de esta inserción espacial en esta plataforma, en que se ubica el cementerio síntesis del universo, se abre la comprensión de la muerte para el mapuche desde un aspecto de lo sagrado, referido a lo espacial y su articulación con elementos de la naturaleza.
La presencia circundante, de un trazado macizo lejano manifestado en un cerro, meseta o cordillera, acota este universo y resalta aún más el carácter de plataforma. Así, el emplazamiento está en directa relación con este envolvente, es una comunicación directa con él, un juego de figura y fondo.
La distancia espacial y temporal la otorga la presencia de un estero o río cercano, apreciable desde aquella plataforma y que se constituye en un cierre, posterior y perceptual mediante el sonido, que le asigna un valor a aquel límite, por lo que este micro universo está definido por un límite físico lejano frontal, y otro posterior, que apela a la unión directa entre el espacio y los sentidos.
Recorrerlos es reconocer una sutil síntesis entre la percepción del mundo, su cosmovisión, y los rituales cristianos reflejados en sus austeras sepulturas de madera. Se configura así el cementerio mapuche en una interacción entre lo lejano y lo cercano, lo sagrado y lo humano, lo material y lo etéreo, cargado de simbolismos que apelan a su compresión de lo cotidiano llevado a un plano religioso.
Al viajar la Araucanía, se lee y se huele el espacio surgido de la necesaria interacción entre la población aborigen y los diversos misioneros religiosos. A su vez, se pueden determinar que los elementos permanentes del espacio territorial –entiéndase planicies, volcanes, ríos y lagos–, sumados a la transición climática de su geografía y las intervenciones del hombre mediante el proceso de ocupación múltiple –económico, social y religioso– han contribuido al desarrollo del sentido colectivo y al fortalecimiento de su identidad.
Asimismo, se cimentó un territorio a fines del siglo XIX, basado en la común
unión entre técnica y paisaje, entre religiosidad y cosmovisión indígena, cuya consecuencia final es un paisaje cultural diverso, marcado por la presencia de singulares expresiones funerarias que recogen valores, anhelos y arrojo del hombre por construir la ansiada modernidad en tierras mapuches.
En este marco cabe considerar que las expresiones funerarias son el resultado final de una articulación multicultural que se constituye en un receptáculo de valores y expresiones de una lenta procesión hacia un sincretismo iniciado de la mano de jesuitas, que a mediados del siglo XIX se ve doblegada por los fundamentos de un progreso en una tierra ignota y bárbara.
De esta manera, la Araucanía en el sur de Chile, es fruto de la reciprocidad generada tras siglos de convivencia en un crisol de tradiciones que han fortalecido nuestra historia y cuyo norte es siempre apreciar en los otros una parte de nosotros. Sin embargo, a pesar de esa riqueza evidente, abundante y notable, aún falta una mayor conciencia en relación a lo que somos y lo que tenemos.
Datos del autor:
Arquitecto de la universidad del Bio Bio Su principal motivación ha sido el estudio del patrimonio cultural en especial del sur de Chile, creando un interesante referente de gestión del patrimonio que lo ha llevado a adjudicarse y desarrollar proyectos, talleres y actividades en diversas comunas durante los últimos doce años.
Posee artículos publicados en revistas especializadas, en ellos analiza la historia de la Araucanía desde un punto de vista arquitectónico y social. Ha escrito libros, fascículos y desarrollado investigaciones de arquitectura patrimonial sobre temáticas tan diversas como molinos, haciendas, estaciones de ferrocarriles, cementerios, cines y bienes patrimoniales entre otros.
En el campo académico es docente de la asignatura de Patrimonio de la carrera de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Chile y fue Director del Diplomado en Gestión Territorial del Patrimonio de la misma Casa de Estudios.
Muy buena segunda parte…
Vale la pena nutrirse de estos temas, tan poco estudiados y menos difundidos y estudiados en nuestra cultura, a pesar de lo «propio» que deberían considerarse