
El Vibrante Silencio Del Humedal (2a Parte)
Estimados lectores de La Ventana Ciudadana, continuando presentándoles esta interesante versión, iniciada la semana pasada, les puedo decir que una franja blanca cruza el horizonte azul como un espejismo : lentamente, cientos de de cisnes de cuello negro (Cignus Melanocoryphus) se desplazan entre la gran profusión de lotos y algas de las que gustan alimentarse. Varias colonias reproductivas se han establecido en esta zona valdiviana, pero la más numerosa es la de los cisnes de cuello negro, que tienen hasta 250 nidos en el sector meridional del Santuario.
En el Verano de 1990, la población de cisnes de cuello negro, que en promedio alcanza aproximadamente los 2,000 ejemplares, aumentó bruscamente a 7,000. El hecho llamó la atención de los expertos, quienes estimaron que casi 4,000 individuos habían llegado desde Argentina debido a una gran sequía en el cono sur. Con el tiempo, los cisnes han regresado a su lugar de orígen. El mayor número se registra durante el Verano y comienzos de Otoño, cuando los niveles de agua bajan ostensíblemente. Pero el Santuario del río Cruces aún cuenta con la mayor colonia reproductiva de estos cisnes en Chile.
Las Taguas (Fulica Armillata) también han encontrado el refugio de su agrado, y se encargan de perturbar la tranquilidad con sus alborotadas carreras entre los nidales. Según el último relevo, la población alcanza los 10,000 individuos. Además, hay un marsupial sumamente curioso en la lista, es el Monito del Monte (Dromiciops Austratis), y el Pudú (Pudu Pudu), es el ciervo más pequeño del mundo, y es otro de los habitantes de la reserva. Sin embargo, su pequeño tamaño e incapacidad de correr a gran velocidad lo han convertido en presa favorita de pumas y guiñas (Felis Guigna). En la actualidad, los perros introducidos en la selva representan uno de los principales peligros. Con todo, su peor enemigo sigue siendo el hombre, que al cazarlo por su fina piel y excelente carne, lo ha convertido en un animal cada vez más escaso y difícil de observar.
Con la ratificación de la Convención de Ramsar sobre los Humedales en 1981, el gobierno chileno declaró esta región un refugio natural. Desde entonces, Cruces ha atraído la atención de expertos de todo el mundo. Por medio de un decreto presidencial, el refugio se convirtió en la única zona protegida de humedales y en la primera región templada protegida del hemisferio sur, hecho le ha merecido un mayor reconocimiento internacional como uno de los principales ecosistemas de humedales de América del Sur. Pero apesar de estas medidas, el Santuario Natural del río Cruces enfrenta un grave peligro.
Según Terram (la Fundación para la Promoción del Desarrollo Sustentable), una organización no gubernamental con sede en Santiago, este refugio está amenazado por la construcción de una gigantesca planta de celulosa en el alto Cruces, a menos de 25 kilómetros río arriba. Si bien la planta ha generado algunos efectos adversos, como el ruido y un muy pestilente vaho que puede olerse a varios kilómetros de distancia, también extrae un importante volumen de agua del río, lo que significa que durante las épocas de sequía, los humedales y los lugares de anidamiento se ven profundamente afectados, porque los desechos de la planta que son arrojados al río, la temperatura del agua desempeñará un papel fundamental, porque disminuirá los niveles de oxígeno del agua que habrá consecuencias desastrosas para la fauna local.
Por otro lado, e independientemente del aspecto estético, la sustitución de selva Valdiviana por monocultivos de pino y eucalíptos, ambas materias primas para la fabricación de la celulosa, también causan serios problemas para la estabilidad de la vida en el humedal. Al cortar y transportar los árboles con maquinarias pesadas, aumentan los sedimentos y los escurrimientos de lodo. Entre otros factores, también resultan inquietantes la disminución de los niveles de evaporación y los consiguientes cambios en la vegetación, además de los residuos liberados por la fábrica.
El humedal del río Cruces, y en particular el Santuario de la Naturaleza, posée una gran productividad y diversidad biológica única en la región. Proporciona un lugar de vida, refugio y anidamiento para una enorme variedad de flora y fauna, incluyendo aves migratorias.
Hoy es posible distinguir los edificios lejos de la ciudad de Valdivia, donde el río Cruces empalma con el Calle-Calle, y al atardecer aparecen con su vuelo rasante una bandada de golondrinas chilenas (Tachycineta Myeni), aún en busca de volver a crear sus nidos, pero el adelanto cívico no se lo está permitiendo.
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