«La soberanía popular no se debe transar… Nos llaman a validar la carta hecha por los «poderosos de turno». Ni los partidos ni los parlamentarios con sus expertos y adláteres del sistema Neoliberal, podrán imponernos, una vez más,  una constitución antidemocrática. Digamos NO.»

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Equidad urbana y participación

La igualdad es un valor vinculado a la necesidad social de convivencia en comunidad. El reconocimiento de los derechos sociales básicos como educación, trabajo y salud han sido largamente debatidos e incorporado en muchas constituciones nacionales contemporáneas, además de formar parte de la Declaración de Universal de Derechos Humanos.

La desigualdad entonces, es la carencia o pérdida de la convivencia entre nosotros mismos, que traspasa parámetros de medición en las expectativas primarias del ser humano medidos y analizados con, por ejemplo,  con índices educacionales, de oportunidades laborales, remuneraciones, pensiones,  inclusión social y participación ciudadana. Las políticas públicas pobres, además de un planeamiento territorial parcial, han generado fuertes desigualdades, consolidándose así grupos altamente vulnerables y grandes desequilibrios espaciales, entre regiones e incluso en barrios dentro de las ciudades, también en el Gran Concepción.

Ayuda, pero no es suficiente planificar ciudades eficientes y equipadas físicamente; no basta con dotar de mobiliario urbano, piletas y juegos de agua el espacio público o proveer de áreas verdes, resolver una movilidad urbana ágil, eficiente y económica, o incorporar ciclovías y movilidad peatonal inclusiva. Al parecer, nos hemos olvidado de lo esencial: que “ciudades más humanas generan el  bienestar de sus habitantes.”

Nuestra sociedad es cada día más consciente, exigente y sensible, un ejemplo son las movilizaciones ciudadanas en diferentes ámbitos; y la mayoría de esto  sucede en la ciudad que habitamos. Por lo tanto, más allá de las redes sociales, el espacio urbano es el soporte de nuestras vidas pero también de las necesidades y frustraciones de todos nosotros, como colectivo. Como nunca entonces, nos enfrentamos al dilema de articular en forma creativa nuestra aspiración por un hábitat sustentable entre desarrollo económico, social y medioambiental.

Esto significa, aprender a administrar y gestionar la ciudad en forma   conjunta, a convocar a todos los actores urbanos, eliminado de raíz la exclusión de la diversidad de actores y movimientos, muchas veces marginados debido a ausencia de información, falta educación cívica sobre el marco jurídico que nos rige o simplemente al desconocimiento de los espacios de participación. Todos, desde nuestras comunidades, barrios, lugares de trabajo, juntas de vecinos, clubes deportivos y diversos espacios de interacción social podemos ser parte de una nueva realidad.  

Tenemos el derecho y el deber de contribuir a lograr una sociedad más justa e inclusiva, centrada en la calidad de vida de todos, niños, jóvenes y adultos mayores. Ya no se resiste convivir dentro  una sociedad sana donde exista segregación territorial. No es digno que existan personas marginadas según lugar de procedencia o que incluso sientan vergüenza de su lugar de origen. No puede haber barrios o zonas de sacrificio en donde habitar ponga en riesgo la propia vida. No podemos seguir cometiendo los mismos errores, o incorporar modelos extranjeros sin comprender nuestras necesidades, aspiraciones y sueños de ciudad.  Aún podemos indagar en el camino hacia un modelo participativo, donde la interacción entre expertos y ciudadanos sea fundamental para el desarrollo local y regional. Esto significa, aprender a liderar procesos donde el consenso social entregue posibilidades ciertas de visibilizar las genuinas aspiraciones de los diferentes sectores sociales.

Tenemos la oportunidad de legar a las futuras generaciones una sociedad madura que, sin temor, dialogue y transite hacia una convivencia con equidad urbana. Cada obra propuesta, cada proyecto y cada acción en nuestra ciudad deberían enriquecer nuestra vida ciudadana. Como decía Rogelio Salmona, arquitecto colombiano [1], “Si no nos perdemos nunca, tampoco encontraremos nunca otros caminos.”  

«Poesía, la arquitectura es poesía, algo muy sentido que se traduce mediante una metáfora construida. Además creo que la arquitectura no se debe hacer en cualquier parte. Hay que hacerla en lugares precisos, característicos, donde haya connotaciones afectivas importantes. No tanto pensando en cómo la gente vive los lugares, sino en cómo desearía vivir en ellos». Rogelio Salmona.

[1] https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/tag/rogelio-salmona

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1 Comentario en Equidad urbana y participación

  1. Buena síntesis analítica de como deben ‘hacerse’ y ‘no hacerse’ nuestras ciudades, la que nos entrega Soledad. El pensamiento del notable arquitecto colombiano Rogelio Salmona , en el colofón del artículo nos calza como anillo al dedo para re-pensar el diseño de la ciudad de Concepción, sobre todo en el punto final acerca de tomar en cuenta como le desearían la gente vivir en sus lugares.

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