«Condenar toda acción criminal contra policías y ciudadanía es una responsabilidad indiscutible. Combatir el narcotráfico y la delincuencia, también. Del mismo modo nos obliga a reconocer que, si hoy, estas lacras sociales  «campean» en chile, es por las incapacidades e insuficiencias de las instituciones policiales para combatirlas y derrotarlas. Su fracaso, va , de la mano del estado, pues, hasta aquí no han estado a la altura para vencer este flagelo social.»

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La crisis de Covid-19 y las reacciones

Carlos Bonifetti Dietert

Ingeniero C. Mecánico UdeC. Ambientalista.

Hemos visto que las percepciones acerca de la llamada pandemia del Covid-19 han ido variando con el correr de los meses. En algunos países se está dando por terminada y la gente ha salido de sus cuarentenas a aprovechar el verano del hemisferio norte; lo hemos visto en varios países europeos, como Alemania, España, Inglaterra, España y otros, y también en Estados Unidos.

Las reacciones han sido variadas. En Estados Unidos el número de infectados ha sido relativamente alto y hay una pugna entre el gobierno de Trump y la oposición demócrata acerca de las medidas tomadas, que algunos califican como febles. En varios países europeos la gente está empezando a notar que ya prácticamente no hay muertes por Covid-19 y perciben que varios gobiernos los están, en cierto modo, aterrorizando por una amenaza que ha dejado de existir. Esto está incubando movimientos ciudadanos que están siendo contrarrestados desde los gobiernos. En Italia y en Alemania ha habido notables y masivas manifestaciones callejeras. Así como el virus tiene capacidad de mutar, la percepción pública del Covid-19 está mutando o cambiando. Está comenzando a asomar un descontento público en casi todos los países por los vaivenes de los protocolos de prevención y control.

En nuestro caso chileno están siendo desesperadamente cambiantes, alternándose entre cuarentenas y barreras sanitarias; muchas ciudades están retrocediendo desde la etapa 3 a la etapa 1. Ante tanta improvisación en el manejo de la pandemia, tantas promesas gubernamentales no cumplidas, y tantas tergiversaciones y mentiras en la dirección política del gobierno (y esto sucede también en otras latitudes), se están perdiendo las confianzas y están asomando las primeras evidencias del desmoronamiento del modelo político-económico neoliberal. El deseo y la notoria ansiedad perceptible en las esferas del poder para recuperar el ritmo de ‘la economía’ con la misma receta de siempre, ya no puede sostenerse. Como esto no quiere ser reconocido por los ‘economistas’, que tienen la batuta en sus manos desde hace ya demasiado tiempo y siguen soslayando la desintegración, no se avecinan “tiempos mejores” sino “tiempos oscuros”.

Estamos viviendo un período esquizofrénico dentro del sistema político-económico nacional y mundial, con esto del Covid-19. Con toda la parafernalia de la pandemia surgen  punzantes y preocupantes preguntas: ¿qué ha sucedido con la crisis climática y con el control del calentamiento global? No se ven programas potentes para cumplir metas vinculantes en la ruta de reducción de la tasa de aumento de la temperatura global, ni siguiera remotamente compatibles con la meta de 2°C de aumento máximo. Ni aquí ni en la Quebrada del  Ají.

No tenemos planes serios, ni veo capacidad mental para plantearlos, –por lo menos en Chile- para una urgente re-estructuración total de la infraestructura y la economía para controlar esa crisis. La aceleración de la crisis climática, que camina rápido hacia caos, es muchísimo más peligrosa que el Covid-19. Nuestros sistemas políticos siempre tratan de responder a las crisis con medidas de corto plazo cuyos efectos terminan diluidos en el éter. El consenso científico de que esta es la gran crisis de la que debemos preocuparnos más, es abrumador. Sin embargo, los gobiernos siguen sordos a estos llamados a la cordura.

Mientras tanto la espiral social descendente continúa y la estabilidad política tambalea. La codicia y el febril credo en el crecimiento permanente como esquema de desarrollo, nos aleja cada vez más de la estabilidad política de las democracias representativas.

Hay demasiados frentes abiertos en el mundo y en nuestro país: las migraciones, la situación mapuche, la crisis del agua, la crisis medioambiental, la crisis provocada por los monocultivos, las crisis urbanas, la desigualdad social, etc., como para enfrentarlos simultáneamente con eficiencia. Por otro lado, los cambios muy frecuentes de enemigos de turno irritan y agotan a las personas, que además ven que su calidad de vida tiende a empeorar.

Las mentiras y las noticias falsas difundidos por los los medios de prensa propensos al oficialismo ya no penetran, porque son rápidamente contrarrestadas por la verdad entregada por los nuevos medios, numerosos y mucho más serios, que los anquilosados ‘decanos’ de la prensa. Las redes sociales están también aumentando sus grados de cobertura y mejorando notablemente sus estructuras.

Nuestros gobernantes están obligados a comprender la situación en que estamos. Esto no es ciencia-ficción.  Ya no pueden seguir dejando a un lado a las ciencias y menospreciar su importancia para la búsqueda y encuentro del camino del esquivo desarrollo sustentable. Necesitamos una re-estructuración de la sociedad, integrando a la juventud, a los pequeños campesinos y agricultores, a los pueblos y naciones originarios, a las microempresas, a las pequeñas y medianas empresas, a todo el pueblo para continuar avanzando hacia un futuro mejor. Con esquemas ultra-derechistas no lo lograremos jamás.

La irracionalidad no funciona. Los economistas neoliberales son los responsables de la hecatombe, con sus falsos pronósticos y falsas promesas, basados en su seudo-ciencia económica durante décadas; y los que les hicieron caso, son más responsables aun. Han llevado a los países a un crecimiento vía saqueo total de todos los bienes naturales al alcance de las manos de los conocidos corsarios de siempre. Ellos han conducido a la humanidad a sucesivas crisis económicas y ecológicas al hacernos creer que no había otra alternativa.

En este análisis, no se trata de cuestionar a los estados en tomar medidas de protección ante una pandemia como esta. Sin embargo, es notorio que, más allá de estrategias de prevención atinadas, muchos gobiernos han utilizado la crisis sanitaria para reforzar la tendencia, ya perceptible, hacia cierto grado de autoritarismo.

En nuestra situación doméstica ya lo hemos advertido. No podemos ni debemos retomar el ritmo de recuperación del crecimiento con proyectos trasnochados y obsoletos como los del tipo puente industrial, vía por el pie-de-monte, plataforma logística arriba de un humedal, crecimiento urbano vía extensión destruyendo ecosistemas o sembrando la ciudad con gigantescas y absurdas torres de departamentos.

La ciudadanía está muy consciente de lo que está sucediendo, que no se le permite participar activa y vinculantemente, y en estado de alerta por las (malas) decisiones de reactivación que se están vislumbrando.

Fuente de figura:
https://cassandralegacy.blogspot.com/2020/08/the-corona-crisis-fighting.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+blogspot%2FXuxAQb+%28+Cassandra%27s+Legacy%29

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