
La movida de Francisco
Vale la pena preguntarse cuál es la movida del Papa Francisco con respecto a la sorprendente intervención que se propone realizar en la Iglesia de Chile.
Creo que para entender lo que persigue hay que caracterizar a sus antecesores. Wojtila era muy sagaz en política internacional. De allí sus logros en este ámbito, entre otros, la caída del muro de Berlín. Ratzinger era un teólogo y filósofo que quería darle profundidad al pensamiento cristiano y orientar a la Iglesia a su misión evangélica, sacándola de los asuntos de la política. Francisco llegó para reformar la estructura de poder del Vaticano, cosa natural en los jesuitas, como él, y eso es lo que le han encomendado. Así, su pontificado habrá de analizarse en relación a esa misión.
Para esto hay que recordar que Ángelo Sodano era el nuncio apostólico en Chile en la época de Pinochet. Una de sus acciones “exitosas” fue desarticular la línea progre de Silva Henríquez, a través de la postulación de obispos conservadores que se proponían al Papa. De esa manera, la Conferencia Episcopal se desplazó desde una visión sobre Chile que era objetiva sobre la violación de los derechos humanos y de la existencia de una brutal dictadura, hacia una visión “necesaria” por una estructura política nacional (la dictadura) que debía ser protegida de los comunistas y terroristas de izquierda.
Sodano logró su propósito. Los obispos nombrados durante su misión en Chile fueron reemplazando a los “progres”. Tal éxito de astucia política le ganó muchos puntos en el Vaticano y por eso llegó a ocupar la condición de Secretario de Estado, el máximo cargo en la estructura del poder en el Vaticano.
Wojtila, que se dedicaba a su papel de político mundial, le entregó a Sodano la casa y la “cocina” vaticana. Recuerdo que un cardenal francés que vino a Chile, cuando estábamos muy preocupados sobre la designación del nuevo cardenal para Chile, nos explicó en una reunión en la casa de Enrique Correa, que Wojtila no elegía entre progres y conservadores sino, nos dijo, “il elú les cons” (elige a los huevones) porque esa era la estrategia de Sodano. Un colegio cardenalicio de esa laya en el Vaticano es, obviamente, más manejable.
Pues bien, los jesuitas que habían sido expulsados del Vaticano se encontraron por suerte con Francisco, un hombre de sus filas. Francisco sabía a lo que se exponía y lo comprobó de inmediato: en el Vaticano existe una estructura de poder muy consolidada que montó Sodano; ha tratado de desmontar tal estructura y para eso cuenta con la inteligencia política de los jesuitas, sus hermanos, colocado a varios de ellos en cargos importantes. De manera sigilosa ha ido desarmando esa poderosa estructura pero con logros bastante magros.
Y entonces, a Francisco se le aparece el caso chileno. Le viene como anillo al dedo para desacreditar el montaje de Sodano. Sus protegidos en Chile al mando de Karadima se convierten en obispos. Acusados de abusar y encubrir las atrocidades en la Iglesia Católica, hoy inaceptables. Así, Francisco cuando interviene a la institucionalidad de la Iglesia chilena, está poniendo en cuestión la estructura armada por Sodano, y por consecuencia encubridora de los hechos que hemos conocido.
Esa es la movida. El armado de poder Vaticano que logró Sodano se viene abajo con su complicidad en el caso de Chile.
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