«Lo que le ocurra a las bestias, pronto le ocurrirá al hombre. Todas las cosas están relacionadas.»

Jefe Seattle.

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La Ofensiva Global por la Paz (Parte I) [*]

Ugo Bardi

Desde Florencia, Italia
¿Está volviendo la cordura al mundo?

En un mundo que se parece cada vez más al cuadro «Guernica» de Picasso, la mayoría parecemos estar paralizados, incapaces de hacer nada. Sin embargo, se está creando un movimiento de buena voluntad con la Ofensiva Global por la Paz (OGP).

En 1841, Charles MacKay escribió en sus “Delirios Populares Extraordinarios” que “la gente enloquece en masa, pero recupera la cordura poco a poco” (esto se puede demostrar con un modelo matemático, como explico en mi libro “Exterminios” (my book, “Exterminations). Se refería a una época en la que la mayoría de la gente estaba obsesionada con la idea de que quemar a mujeres inocentes en la hoguera era algo bueno.

Ahora mismo, la mayoría de la gente está siendo dominada por la idea de que la guerra y las armas son buenas. Pero, poco a poco, la gente parece estar recuperándose, uniéndose e intentando detener esta locura. Puede que aún lleve tiempo, pero las cosas están avanzando. Donato Kiniger Passigli, vicepresidente de la Academia Mundial de las Artes y las Ciencias, lidera una iniciativa que denominó “Ofensiva Global por la Paz”. (OGP)

A esta iniciativa se han sumado el Club de Roma, la Red Universitaria del Mar Negro (BSUN), la Academia Europea de Ciencias y Artes (EASA) y la Organización Mundial de Parlamentos Nacionales (UIP). Es posible que otras organizaciones internacionales se unan a la OGP próximamente. ¿Podemos hacer algo para detener esta locura? Quizás podamos hacerlo antes de que sea demasiado tarde.

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Discurso de Donato Kiniger Passigli, vicepresidente de la Academia Mundial de Arte y Ciencia, 14 de marzo de 2025 | Maribor, Eslovenia

Se trata de las personas 2025: XIII Conferencia Anual de Líderes Europeos de las Ciencias y las Artes.

Se trata de las personas: Una ofensiva de paz para la resolución de conflictos.

Estimados colegas y respetados miembros de la comunidad académica:

¡Este es un llamado a la acción! Nos encontramos en un momento crítico de nuestra historia compartida, donde la creciente polarización política, la violencia y un marcado desprecio por la dignidad humana universal ponen en peligro la esencia misma de las relaciones internacionales. El clima actual exige no solo una reevaluación de nuestras estrategias de prevención y resolución de conflictos, sino que también subraya la posición única de la comunidad académica para liderar esta labor esencial.

La urgencia de este llamado se ve amplificada por la magnitud de las crisis globales actuales. Millones de personas son refugiadas, desplazadas y necesitan asistencia. Las instituciones internacionales encargadas de brindar la tan necesaria ayuda humanitaria o atención médica, cuestionadas por su eficiencia o imparcialidad, se ven obligadas a cerrar o sobrevivirán con presupuestos y mandatos operativos drásticamente reducidos. El sistema multilateral y la comunidad internacional están claramente paralizados, y los principios de derechos humanos son ignorados por los más poderosos. En un panorama de poder difuso, la diplomacia global depende cada vez más de diversos actores que configuran las relaciones y las políticas internacionales.

Nos adentramos en territorio desconocido, y el sistema internacional está muy fragmentado. La escalada de tensiones geopolíticas apunta a un fracaso sistémico de los mecanismos existentes de construcción y consolidación de la paz, y a la necesidad crucial de soluciones innovadoras basadas en las relaciones humanas y el poder de las personas.

De hecho, hay ciertas cosas que solo los gobiernos pueden hacer: negociar acuerdos vinculantes; pero hay otras cosas que solo los ciudadanos pueden hacer: transformar las relaciones humanas. Esta observación de Harold Saunders, maestro de la diplomacia itinerante, clave en los Acuerdos de Camp David, subraya el papel fundamental de las dinámicas sociales para lograr la resolución no violenta de conflictos y fomentar una paz positiva. La conexión inherente entre la seguridad humana, en todas sus múltiples dimensiones, y los valores sociales fundamentales es innegable.

El término seguridad humana es el resultado de una correlación entre lo humano (es decir, individuos, personas) y la seguridad (es decir, necesidades básicas, oportunidades, salud y equidad). Pero este silogismo también indica que, en ausencia de seguridad, hay miedo, una creciente inseguridad, un enemigo que ningún muro puede contener. El miedo a lo desconocido: a un virus, a la sequía, al hambre, a la pobreza, a los peligros, a los efectos de la globalización, a la tecnología, a las amenazas existenciales como las armas nucleares o el cambio climático, a las consecuencias intencionadas e imprevistas de la guerra, en tantos lugares.

El panorama global actual de conflictos es cada vez más complejo, moldeado por actores no estatales como ONG, corporaciones multinacionales, empresas militares y de seguridad privadas, y organizaciones terroristas activas en todos los ámbitos, incluyendo nuestro ecosistema y el ciberespacio. Su influencia complica el entorno estratégico, exigiendo un análisis exhaustivo y estrategias de resolución de conflictos a medida.

El mundo multipolar actual presenta centros de poder más allá de los Estados tradicionales —corporaciones y oligarcas, incluyendo gigantes tecnológicos— que desafían las estrategias geopolíticas establecidas. Los enfoques tradicionales de consolidación de la paz, que a menudo se basan en visiones sociales simplistas, son insuficientes. Una paz sostenible requiere esfuerzos colectivos; la paz debe cultivarse orgánicamente, centrándose en los contextos sociales y evitando la ilusión de que las intervenciones externas (brigadas de bomberos que esparcen polvo) pueden crear la paz instantáneamente.

Esta insuficiencia de los enfoques actuales se debe, en parte, a los riesgos de la percepción errónea, que constantemente socava los esfuerzos de paz.

Los malentendidos sobre las intenciones y las percepciones de la realidad a menudo conducen a graves errores, especialmente entre oponentes con valores culturales diferentes. La historia está llena de ejemplos ilustres de cómo los errores de juicio tienen consecuencias devastadoras. Algunos ejemplos:

La Revolución iraní de 1979, cuando las potencias occidentales malinterpretaron la naturaleza del levantamiento, ignorando los profundos agravios del pueblo iraní. Este error de juicio tuvo repercusiones geopolíticas significativas y duraderas.

Las desastrosas consecuencias de la invasión estadounidense de Irak en 2003, basada en una evaluación errónea de la capacidad de armas de destrucción masiva de Saddam Hussein. Sea intencional o no, el conflicto continúa resonando en los asuntos internacionales hasta el día de hoy.

Los trágicos fracasos de la ONU en la antigua Yugoslavia a principios de la década de 1990, que finalmente allanaron el camino para los bombardeos y la imposición de la paz de la OTAN bajo su bandera, ejemplifican aún más los peligros de las ideas erróneas y los mandatos dudosos.

Somalia, Ruanda, Libia e incluso Siria son otros ejemplos de señales mal leídas y mal interpretadas que dieron lugar a trágicas recesiones y expediciones fallidas de la comunidad internacional.

Actualmente, el panorama geopolítico actual está plagado de tensión. En Europa, el aumento de las tensiones se debe a la guerra en curso en Ucrania, pero también a la acumulación militar que tensa las relaciones entre Estados Unidos y Europa debido al gasto de la OTAN y el despliegue de tropas; existen tensiones étnicas en los Balcanes (en particular en Kosovo, con más de 400 incidentes recientes reportados); la actividad militar en el Mar Negro amenaza la estabilidad regional; las tensiones persistentes en Georgia relacionadas con sus problemas postelectorales con Rusia; y la tensión bajo las cenizas entre Armenia y Azerbaiyán en Nagorno-Karabaj. Todos estos factores contribuyen a un clima de inestabilidad y subrayan la urgente necesidad de estrategias de prevención de conflictos, reducción de tensiones y medidas de fomento de la confianza.

La persistente inalcanzable búsqueda de la paz no debe justificar la inacción ni la desatención a los urgentes desafíos de seguridad humana. Las crisis actuales, derivadas de tensiones latentes durante dos décadas, subrayan las deficiencias de los enfoques políticos tradicionales para mantener la paz, exacerbadas por la polarización política. Es esencial reconocer que las percepciones de cada parte crean realidades distintas. No tener en cuenta estas diferentes perspectivas conduce a una evaluación errónea del entorno estratégico y da como resultado esfuerzos mal orientados.

Una comprensión profunda de los contextos locales, nacionales e internacionales es esencial para una consolidación de la paz exitosa. Las raíces de los conflictos son complejas y a menudo están ligadas a desigualdades, agravios, tensiones intergrupales, disparidades étnicas y pobreza. Abordar estos problemas exige una investigación académica rigurosa y un diálogo informado entre todas las partes interesadas.

Con esta comprensión, deseo centrarme ahora en el tema central de mi presentación: la nueva Ofensiva Global de la Paz. Una iniciativa que está dando sus primeros pasos con bastante rapidez: hace menos de un año revisé la Ofensiva de la Paz original de la década de 1960, ideada por Charles Osgood, que inspiró los importantes avances de Kennedy durante la crisis de los misiles de Cuba y, mucho más tarde, los Acuerdos de Camp David, impulsados ​​por el presidente Carter. Presenté una propuesta a la Asamblea General de la Academia Mundial de Artes y Ciencias, que posteriormente adoptó los principios de la Ofensiva Global de la Paz, allanando el camino para un compromiso renovado con los esfuerzos de paz.

Posteriormente, la iniciativa fue respaldada por la Red Universitaria del Mar Negro (BSUN) a nivel de rectores y, en octubre pasado, la Academia Europea de Ciencias y Arte (EASA) y la Academia Mundial de Arte y Ciencia (WAAS) emitieron una declaración conjunta de visión para apoyar la Ofensiva Global de Paz. Actualmente se está elaborando una agenda común con el Club de Roma. Mientras tanto, la propuesta se ha presentado en la cumbre del Anticipador de Ciencia y Diplomacia de Ginebra (con la perspectiva de desarrollar un currículo conjunto) y en la Red Global de Educación para la Paz en París.

La Ofensiva Global de Paz es intrínsecamente una metodología proactiva que fomenta el diálogo y promueve la paz en la sociedad civil. Este esfuerzo estará liderado por académicos e investigadores para aprovechar las innovaciones tecnológicas, identificar tendencias emergentes y anticipar los desarrollos que influyen en la dinámica de los conflictos. Este enfoque es crucial para desarrollar estrategias eficaces de prevención de conflictos y promover la educación para la paz. Es esencial utilizar una metodología multidisciplinaria, ya que las tensiones se derivan de una multiplicidad de factores, causas y efectos que podrían estar representados por un brote epidémico, patrones migratorios, corrupción, déficit de infraestructura, violencia extrema y cambio climático. Esto requiere contribuciones de diferentes expertos con un único punto de partida humanista.

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(La Parte II de este artículo se publicará en la edición del 20.04.2025)

UB

04/04/2025

Fuente: 04.04.2025, desde el substack .com de Ugo Bardi “The Seneca Effect” (“El Efecto Séneca”), autorizado por el autor.

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