
La Pérdida y la Filosofía
Dedicado a Jessica Soza Bustamante.
Perder a un ser querido es para todos los rankings psicológicos el trauma, la experiencia más difícil de nuestra vida, con algunos matices por cierto con respecto a la cercanía sanguínea del vínculo, hijos, cónyuge o padres. Sin embargo, estos estudios si bien son importantes dejan fuera o instrumentalizan para intervenir rápidamente y en demasía lo más básico que nos hace seres humanos que es el vínculo que creamos con otras personas, esa conexión que va más allá de qué familiar es, pareja, amigo, maestro/a o lo que sea. La ciencia aún no puede alcanzar ese vínculo y explicarlo de buena manera, aún le es esquivo y misterioso, y el dolor al perder a alguien es por el miedo a perder ese vínculo que es tan fuerte que parece irrompible, la desesperanza de no volver a ver a esa persona, que si es sumamente importante para la vida puede ser devastador y para poder superarlo la ciencia también ha descrito las etapas del duelo y establecido incluso su duración. Pero, finalmente, todos estos modelos teóricos no significan nada para el doliente, que siente como una punzada en el corazón, un dolor en todo el cuerpo imposible de controlar. Nuevamente la ciencia y sus soluciones a esta problemática quedan cortas.
Estas aproximaciones incompletas y tecnificistas no logran entregar el suficiente apoyo a los dolientes, principalmente por su distancia emocional debido a su tecnicismo instrumental. En este punto es donde los dolientes van a buscar en su cultura como lo hace nuestra especie tan distintita por el hecho de tener conciencia al resto de los animales pues necesitamos elaborar la muerte de los nuestros, sufrimos enormemente no solo sentimos dolor como el resto de nuestros primos animales, por tanto hemos buscado entender la muerte como parte de la vida, filosóficamente las explicaciones probablemente son inrastreables hacia el pasado, las culturas más primitivas tenían una relación estrecha con la muerte pues ocurría en cada instante dadas las condiciones de vida, y pronto nos preguntamos como especie ¿existe algo más allá de la muerte? Respondiendo a la necesidad humana de propósito y finalmente sentido, cada cultura explicó qué pasaba después. La mayoría concordaba en que había algo más allá de la muerte, explicaciones que se fueron complejizando con el paso del tiempo y el desarrollo de las sociedades y de esta forma logramos sobrevivir al dolor de la pérdida. Sin embargo, con el tiempo y en occidente con la cultura judeo-cristiana comenzamos a alejarnos de la muerte y a evitar nombrarla, conversarla, e integrarla a nuestras vidas. Apareció un temor y tabú hacia la misma que nos dificulta enormemente enfrentarnos a ella. Con la llegada de la modernidad y postmodernidad este miedo y terror a la muerte aumentó, sumado a las mejoras en la técnica que permitieron prolongar la vida a edades insospechadas en la antigüedad, mejoró nuestra salud y la muerte se nos hizo extraña y poco común.
A pesar de este alejamiento del concepto de la muert, la filosofía siempre ha buscado dar explicación o sentido a la misma principalmente entender su ocurrencia como fenómeno que marca la vida. Es más, Heidegger plantea que justamente es la muerte lo que dota de sentido a la vida, su finitud es lo que nos llevaría a buscar el sentido a la vida misma. Si viviéramos para siempre, nada importaría pues tendríamos tiempo infinito para poder hacer las cosas y por tanto probablemente las postergaríamos. La no finitud sería de hecho un problema mental serio, no seríamos tan felices como en las películas y libros son los personajes inmortales.
La concepción judeo-cristiana o más bien, ya de plano, el Cristianismo como la mayoría de las religiones nos habla de una vida después de la muerte en la que cosecharemos lo sembrado en la vida terrenal, las culturas del otro lado del charco es decir los orientales terminan concordando más menos en lo mismo es decir que hay algo más, que esto no termina acá.
En resumidas cuentas, tanto la filosofía moderna como las tradiciones religiosas concuerdan en la importancia de la muerte para la vida, en cuanto la define y en algunos casos se considera un paso a algo más.
Es más, la ciencia moderna, en específico la física con su postulado de la ley de la conservación de la energía en la cual la energía no se destruye solo se transforma en algo más, nos lleva a lo mismo que han postulado la culturas ancestrales con respecto a que volvemos al universo y que nos hacemos uno con el mismo.
La filosofía o el amor por la sabiduría siempre ha buscado alcanzar un entendimiento de diferentes fenómenos siendo la muerte una de las más importantes. Desde la antigüedad prehistórica pasando por la época helenística la muerte fue algo natural, parte de la vida. El Cristianismo en occidente también le da un significado y resignación a los dolientes, pero con la llegada de la época de la técnica o revolución científica/industrial la muerte pasa a desmitificarse como tantos otros aspectos de la vida de las personas convirtiéndose en un tema tabú, altamente tecnificado y carente de un sentido generando en las personas una sensación de evitación y miedo a algo que se supone que no debería pasar pero que finalmente es la única certeza que tenemos en la vida. El ciclo vital es ignorado, ralentizado, atrasado y disminuido en importancia en post de una vida más productiva y sin “pensar mucho en qué pasara después de”. Es por esto que la filosofía surge como una alternativa al nombrado tecnificista y funcional acercamiento a la muerte de la ciencia, a la ignorancia del tema de la muerte en la sociedad productiva actual.
Dotando a la muerte nuevamente de ese sentido comentado más arriba, del sentido de la vida y la trascendencia de la misma como forma de entenderla y finalmente aceptarla, nos ayuda a mitigar el dolor de la ausencia y la pérdida del ser querido que es lo que nos carcome por dentro durante el duelo y en muchos casos durante la vida completa que nos queda.
Por esto, a los que han perdido un ser querido en sus vidas, los llamo a usar las herramientas que la filosofía dispone para poder dotar de sentido a la muerte, más allá del mero proceso natural de la misma y, así, poder en parte apoyar el dolor intenso de una perdida entendiendo a la muerte como parte fundamental de la vida.
Gracias Pablo, una invitación a pensar profundo.
gracias estimada, esa es la idea, que bueno que le gusto y que la llevo a ese estado. Saludos.
Excelente análisis, claro que sí, debemos defender la filosofía, no solo su presencia en las aulas, también en los ámbitos de conversación y diálogos en las familias y en los distintos ámbitos de la socviedad.
muchas gracias estimado, efectivamente aunque a muchos no les paresa por no ser productivo en términos actuales, aun así hay que defender la filosofía, saludos.
La filosofìa es el alimento del alma, del espìritu y del intelecto de los seres humanos, deben difundirse mucho mas artìculos como este , gracias a usted Pablo por su magnìfico trabajo.
muchas gracias estimada, me alegra mucho leerla y concuerdo plenamente con usted, sin filosofía es mejor no atreverse a vivir. Saludos,
Pablo Palma, su anàlisis me llena , los argumentos claros y sòlidos, leerlo a sido un bàlsamo de razonamiento.
muchas gracias estimada , que bueno saber que hay mas personas ahí afuera que se interesan por la filosofía como aporte a nuestra vida. Saludos.
Riguroso, profundo, interesante y de una importancia mayor…
Gracias Pablo su aporte se merece mas y mas difusión.
muchas gracias estimada, la idea es justamente apuntar a lo esencial de nuestra existencia y principalmente de los temas que no se hablan. Saludos.
Gracias por su reflexiòn Pablo, nos ayuda a razonar sobre bases sòlidas yu frente a temas que deberìan ser mas recurrentes en nuestras vidas y nuestros diàlogos.
Gracias estimado, esa es la idea reflexionar sobre algo tan humano pero tan ignorado en la sociedad actual, para poder prepararnos y sanar
Gracias estimado, esa es la idea hablar de un tema tan propio de nuestra realidad pero que la sociedad actual deja de lado, es necesario para entender el fenómeno de la muerte y finalmente sanar.