
LA REINA DE EUROPA
Ayer se realizaron las elecciones generales en Alemania y las cifras – curiosamente coincidentes con los estudios de opinión-han marcado un claro triunfo para la actual Canciller Ángela Merkel.
La actual coalición gobernante, integrada por el Partido Demócrata Cristiano y el Partido Social Demócrata germanos, enfrentó los comicios a dos bandas: una, liderada por Merkel y la otra por Martin Schulz. El régimen parlamentario alemán, que requiere mayoría para gobernar, llevó a las dos mayores colectividades políticas a una alianza sólida que ha sido la expresión madura de una sociedad que, pese a las diferencias existentes entre ambos socios, busca sendas de sentido común para enfrentar los desafíos y las exigencias que a esta República plantean tanto la comunidad nacional como internacional.
El Gobierno de Coalición ha sido exitoso en su gestión garantizando a sus ciudadanos estabilidad, seguridad y protección social en un clima de tranquilidad, prosperidad y seguridad. Tras soportar el gigantesco costo de decenas de miles de millones de euros que ha significado la unificación del país después de la caída del Muro de Berlín y la modernización de la obsoleta economía del sector oriental, Alemania se presenta hoy como un Estado próspero. Luego de la crisis del euro, el crecimiento ha alcanzado alzas constantes cercanas al 1,8% anual versus el 0,8 que marcaba en 2005 y el desempleo por su parte ha descendido desde un 11,2% a un 4,2%.
Merkel, una líder sencilla ajena a las vanidades, ha mostrado serenidad y extraordinaria habilidad en su conducción. Sin temores electorales, explicando a sus conciudadanos las razones de sus decisiones, en una permanente labor de pedagogía social, ha ganado su confianza por su honestidad y consecuencia. De cara al electorado asumió la defensa de sus políticas de inmigración, al tiempo que mostraba comprensión del hecho de que una sociedad más justa e inclusiva requería reformas indispensables. Promovió el alza del salario mínimo, la reforma del sistema de pensiones, la integración de los requirentes de asilo, la fijación de cuotas femeninas en los consejos de administración de las empresas y el reconocimiento del matrimonio igualitario, privando de gran parte de sus banderas a sus propios socios. En el plano internacional, se ha jugado por la unidad europea, ha consolidado el entendimiento con la República Francesa y con singular firmeza ha rechazado las políticas agresivas y belicistas de Donald Trump promoviendo las soluciones políticas y diplomáticas.
Su cuarto mandato no le será fácil. Alemania deberá modernizar más aún su economía en un proceso de tecnologización y digitalización crecientes y tendrá que construir canales para que los migrantes formen parte efectiva de esa sociedad en un marco de reconocimiento y respeto a sus derechos. Su mayor reto será enfrentar al populismo de derecha que nuevamente, recurriendo un nacionalismo ramplón, antieuropeísta, y a la explotación de sentimientos xenófobos, tendrá acceso al Bundestag.
Angela Merkel ha sabido construir un liderazgo moral indiscutido. Su compromiso con la democracia, la igualdad de derechos, el desarrollo al alcance de todos, la cooperación y la paz mundiales, serán la base de su trabajo. Si persiste en ese camino, su larga estancia en la Cancillería quedará como un hito histórico que unirá su nombre a los de Konrad Adenauer y Helmut Kohl.
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