LA TRAMPA Y OTROS CUENTOS: LA ESCRITURA ECOLÓGICA DE ELBA SILVA HINOJOSA
La trampa y otros cuentos:
La escritura ecológica de Elba Silva Hinojosa
por Tulio Mendoza Belio
Academia Chilena de la Lengua
“Hay que recorrer el sendero con pasos cautelosos,
ya que la vida a veces nos tiende una trampa.”
Elba Silva Hinojosa
Elba Silva Hinojosa escribe estos cuentos con la difícil sencillez y la simplicidad (no simpleza) de lo que para ella constituye algo natural y placentero. De aquí parte su propuesta, su arte poética, y esa empatía que busca y logra un lector cómplice y cercano que hace suyos a los personajes, las circunstancias, los recuerdos, las situaciones, los hechos, mediante un lenguaje coloquial y campesino que entregan estas historias, agregando ese matiz de picardía con el español de Chile, una puesta en valor de la oralidad y la necesaria connotación que la define, en fin, todo lo que forma parte de esta obra que, enhorabuena, fuera beneficiada con una beca de creación literaria por el Fondo Nacional del Libro y la Lectura (2016) y que Ediciones Etcétera se complace en editar.
Muchos de sus cuentos van al rescate de la microhistoria, de ciertos sucesos, de algunas costumbres propias de la ciudad de Chiguayante y contribuyen a fortalecer los rasgos identitarios que todos los chiguayantinos reconocerán; los afuerinos comprenderán como propios de la comuna, pero que también son un ejemplo para hacer la “patria chica” que construye país. Recordamos aquí la sentencia atribuida al escritor ruso León Tolstói: “Pinta tu aldea y serás universal”.
Los cuentos de Elba Silva Hinojosa casi siempre narran una historia que sirve para generar un segundo texto que se transforma en el tema principal y que, luego, entendemos como una verdadera enseñanza, incluso, como manifestando un carácter moral o ejemplarizador como sucede con el recuerdo de las antiguas ramadas dieciocheras en la comuna de Chiguayante, con todo lo que ello implica, y que le permite explicitar una relación familiar actual: mucha incomunicación a pesar del sofisticado avance de los medios electrónicos, mucho abandono e indiferencia para los adultos mayores. Y, sin embargo, también hay siempre una vía de escape digna y divertida: “-¡Vivan las fiestas patrias, mieeerda!-, dice con euforia el dueño de casa. Así, gracias a ellos, Julián y Rosa no se quedaron solos mordiendo su soledad.”
O como en “El dolor de estomo”, cuento en el que nuestra escritora va construyendo un retrato de costumbres campesinas pero que, al mismo tiempo, nos entrega una hilarante y entretenida historia cuya protagonista es Orfelia, quien “como toda mujer campesina, tenía sencillez y nobleza en su corazón; en su debilucho cuerpo se notaba el paso de sus 80 años y las huellas del pesado trabajo del campo. Era cariñosa y conversadora; las cosas las decía sin preámbulos,…” Y que para solucionar una noche de “juerga”…, pero no les voy a contar los pormenores. Así sucede también con divertidas y logradas historias como “La trilla”, “Rosenda”, “La tía Matilde”, “Pablo y Macarena”, “Juana Portillo”, “El vampiro”, entre otros.
La escritura de Elba Silva Hinojosa tiene, además, una cuota de ternura y de voluntaria inocencia: la primera como un recurso formal que se manifiesta no solo en las bellas y poéticas descripciones que hace del paisaje, sino en una actitud muy humana, sobre todo en relación con los animales, ya que en varios de sus cuentos trabaja la prosopopeya, es decir, la figura retórica que atribuye a los animales y a las cosas inanimadas o abstractas, acciones y cualidades propias del ser humano. Así, resultan “tragitiernos” y ejemplarizadores los cuentos “El lamento de un pájaro”, “Un perro llamado Cholo” y “El allegado”, los cuales catalogamos como ecológicos, ya que la ecología, como sabemos, es “la ciencia que estudia los seres vivos como habitantes de un medio, y las relaciones que mantienen entre sí y con el propio medio.” De allí el título de este prólogo. Hasta podríamos hablar de una ecología del espíritu, ya que siempre está presente esa cuota de humanidad que ya hemos señalado, un vivo deseo de que las cosas hubieran sucedido de otro modo. Por ejemplo en “Epitafio para un desconocido” (cuento que relata un hecho de sangre), leemos: “¿Qué te hizo buscar refugio en viajes de voladas? ¿Soledad, desilusión, ingratitud? No lo sé, nunca lo sabré. Tal vez te faltó un remanso donde vaciar tu amargura, amigos sinceros que te ayudaran a despejar las sombras del mundo en que vivías. No tuviste oportunidad.” La segunda (la inocencia), se manifiesta como una voluntad de abordar los temas tratados, como sucede, por ejemplo, en los cuentos “El vampiro” y “Cosas de niños”.
“La trampa” es el bello cuento que le da nombre a este libro: el protagonista es un conejo (una vez más la prosopopeya). Hasta podemos decir cómo termina el relato, ya que con ello, curiosamente, no se revela el sentido total de la historia e incluso la afirmación final con la que cierra el cuento, podría leerse como el leitmotiv formal de su escritura, es decir, en el motivo central o asunto que se reitera en una obra: “Hay que recorrer el sendero con pasos cautelosos, ya que la vida a veces nos tiende una trampa.” Le corresponderá al lector el identificar el carácter de esa “trampa” o más bien “trampas” y apreciar el profundo sentido de esta historia. Por esta razón, por su significado literario-formal y por su proyección de vida, su visión de mundo, es que hemos puesto como epígrafe introductorio esa oración a esta presentación.
Elba Silva Hinojosa nos sorprende con una escritura amena, naturalmente expresada, sin impostaciones, plena de aciertos, “cuentos de picardía y humor campechanos, personajes bien retratados; relatos de escritura tradicional costumbrista, amenos”, como bien señala la ficha de evaluación del Fondo Nacional del Libro y la Lectura, aunque lo de costumbrista no siempre se refiera al retrato de las costumbres típicas de un país o región, en relación al pasado, ya que algunos de sus cuentos comunican también hechos actuales. Lo importante es que esta escritura busca sorprender al lector y dejarlo, como en el poema de Huidobro, con “el alma temblando”. El nocaut que exigen Abelardo Castillo y Julio Cortázar para rematar o cerrar técnicamente los cuentos, tiene en nuestra escritora el eco justo y la precisa palabra que produce un quiebre en la expectativa del lector, de modo que esa puerta que se cierra, se abre, sin embargo, al placer de la lectura, de encontrarnos con una narradora que entretiene, enseña y sobre todo encanta y no decepciona nunca.
Presentación del libro:
Miércoles 17 de mayo, 19hrs.
Instituto Chileno-Norteamericano de Cultura de Concepción
Caupolicán N° 315
Felicitaciones a Tulio Mendoza, gran maestro y formador de talentos, los descubre y los ayuda en su formación.
Gran aporte de Tulio a la literatura penquista.