
LOS DESASTRES NO SON NATURALES
Los desastres, mal llamados naturales, se pueden prevenir y si ocurren es posible recuperase de ellos. Diariamente leemos y oímos acerca de desastres que suceden en nuestro entorno y en el resto del mundo, que son denominados como “desastres naturales”. Para interpretarlos debidamente debemos considerar que no son naturales y sacar este erróneo concepto de nuestras mentes para poder actuar acertadamente frente a ellos. Uno de los errores más comunes es creer que el desastre producido se debe a fuerzas naturales poderosas o sobrenaturales que actúan inexorablemente contra los seres humanos y la geografía. Cuando se consideran así, llevando las causas de los acontecimientos reales y cotidianos hacia un nivel supra humano, no estamos en condiciones de actuar de modo racional. Desde ese punto de vista los hechos se presentan al hombre como si fueran provocados por fuerzas extrañas e incontrolables que lo golpean.
Concebir como un castigo divino las riadas o aluviones, los desbordes y sus consecuencias: las inundaciones, las sequías, los tsunamis, los terremotos, etc., es aún común hoy en día entre la población. Pero otro tipo de concepción también errónea que ha cobrado vigor, consiste en atribuir los desastres que nos ocurren al comportamiento de la naturaleza como malévola. Trocando a los poderes sobrenaturales o los dioses por fuerzas naturales, lo que antes era considerado castigo divino, ahora se llama castigo de la Naturaleza. Estas interpretaciones incorrectas son difundidas, muchas veces inconscientemente, por los medios de comunicación y nos llevan a olvidar los desastres poco tiempo después de ocurridos y a no preocuparnos debidamente de que sucedan nuevamente a posteriori.
Asimismo forma parte de la deformación en el manejo de la lengua considerar como sinónimos dos términos muy distintos: «fenómeno natural» y «desastre natural» (aunque como hemos visto, mal llamado así). Los fenómenos naturales son manifestaciones de la naturaleza, regulares o esporádicas. Entre las primeras están las lluvias estacionales, las grandes nevadas, las crecidas de los ríos, etc. En el segundo caso están los terremotos, los tsunamis, las erupciones volcánicas, las lluvias torrenciales en las regiones del norte, etc.
Muchos fenómenos – como los terremotos – son en cierto modo previsibles, aunque no se sepan las fechas exactas de ocurrencia ni sus magnitudes; también algunas erupciones volcánicas por las fumarolas anormales y la actividad sísmica previa; otras, como la del volcán Chaitén, se consideran como imprevisibles. Las fuertes lluvias del norte estaban previstas gracias a la información meteorológica de los satélites que anticipan en varios días la magnitud y la fecha de llegada de los frentes de mal tiempo, sin embargo provocaron grandes desastres. Asimismo la orografía de las quebradas del Desierto de Atacama da cuenta a través de sus huellas de grandes crecidas ocurridas en tiempos pretéritos y nos recuerdan que podrían ocurrir nuevamente.
Que ocurra un “fenómeno natural” no necesariamente lleva a que ello provoque un “desastre”. Una lluvia torrencial y las crecidas posteriores pueden provocar fuertes procesos erosivos en laderas, deslizamientos de grandes masas de suelo y alteraciones del paisaje natural pero no siempre son catastróficos puesto que nuestro planeta Tierra está activo y su corteza está en cambio permanente. El desastre aparece cuando hay asentamientos humanos inadecuados establecidos en los territorios afectados por esos fenómenos.
¿Qué entendemos por desastre? Es la incidencia de fenómenos naturales riesgosos en lugares con condiciones de vulnerabilidad tanto física como socioeconómica (como por ejemplo: situaciones de pobreza, viviendas precarias o mal diseñadas y mal ubicadas, suelos inadecuados, construcción de edificaciones sobre rellenos de humedales, urbanizaciones mal proyectadas, cercanía de viviendas y poblados a plantaciones forestales, crecimiento de las ciudades sin planificación ni armonía, etc.). Así, podemos afirmar que enfrentaremos un alto riesgo de desastre si uno o varios fenómenos naturales ocurren en situaciones de vulnerabilidad.
Los fenómenos naturales son peligrosos cuando son de gran magnitud como un fuerte y prolongado sismo, una lluvia torrencial prolongada en zonas habitualmente secas, huracanes, etc. La vulnerabilidad frente a un fenómeno natural es la susceptibilidad a sufrir daño con difícil recuperación posterior y se presenta con mayor incidencia en los sectores sociales de menores ingresos, agravándose con la segregación social de la población y el bajo nivel de educación.
En vista del análisis anterior podemos concluir que los desastres son provocados por el hombre, que con su actuar muy a menudo irresponsable no construye hábitats adecuados, en armonía con la naturaleza y por ende sustentables. Si se hicieran las cosas bien, con énfasis en el bienestar general de toda la población, no tendríamos desastres.
Pero ya que existen, ¿cómo podríamos prevenirlos?: Con la investigación académica en las universidades y con la participación activa de las organizaciones sociales, juntas de vecinos y ONG en la generación de políticas de desarrollo social y urbano con amplio consenso ciudadano. Las estadísticas nos muestran que la cantidad de desastres en países en vías de desarrollo y también en países en desarrollo ha aumentado significativamente en los últimos setenta años. Esto se debe a que las condiciones de vulnerabilidad de la población y de los asentamientos humanos han ido aumentando, con el agravante en los años recientes de los fenómenos que están ocurriendo debidos al cambio climático.
Como las posibilidades de dominar la naturaleza son nulas, la única manera de reducir las posibilidades de desastres con éxito es actuar sobre la vulnerabilidad física y las causas de la vulnerabilidad, en el amplio sentido de la palabra. Para poder actuar sobre la vulnerabilidad es necesario entender que la mayor de los procesos de urbanización y construcción en nuestro país se vienen realizando por parte de los organizamos del estado responsables de los planes reguladores comunales y de los proyectos viales, desde hace décadas de modo inadecuado y a espaldas de la opinión ciudadana. También hay que considerar las vulnerabilidades generadas por las acciones que realiza la gente sin casa ocupando lugares inapropiados para construir como quebradas o borde-río y las acciones de propietarios de predios colindantes a ríos, esteros y humedales que rellenan los terrenos inundables para aumentar la superficie y generar plusvalía sin importarles que las crecidas inundarán con mayor intensidad y extensión a los sectores urbanos más bajos de menor cota.
Los desastres sufridos en Chile, en los años recientes: inundaciones, terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, incendios forestales, etc., han afectado a gran cantidad de personas, con pérdidas de vidas humanas, de viviendas, suelos, cultivos, animales y aves, cosechas y lugares de trabajo y nos han dejado grandes enseñanzas que debiéramos capitalizar adecuadamente para que “no tropecemos nuevamente con las mismas piedras”.
Entre las recomendaciones generales para disminuir la vulnerabilidad se deben mencionar las siguientes:
- Conservar a ultranza los humedales de Chile porque son valiosos desde el punto de vista la ecología y absorben las crecidas evitando las inundaciones en los sectores de baja cota.
- Mantener los ríos y esteros con sus áreas de inundación natural libres de construcciones y sin rellenos.
- Evitar los cortes de cerros.
- Urbanizar de modo sostenible con planos reguladores armónicos aprobados por consenso y con amplia participación ciudadana.
- Generar amplias franjas libres de vegetación en las interfaces entre poblaciones y plantaciones forestales.
- Modificar ordenanzas para prohibir la construcción de viviendas y edificios sobre humedales.
Conclusión:
Para evitar desastres, debemos convivir de la forma más armónica posible con nuestra naturaleza viva, respetando sus leyes y no alterándola fuertemente como vemos que sucede en nuestro entorno cada vez con mayor intensidad.
Excelente artículo! ¿Lo leerán los periodistas de nuestros tradicionales medios de comunicación? ¿Lo entenderán nuestros parlamentarios, nuestros municipios, nuestras autoridades de Gobierno? Felicitaciones al autor por su aporte que contribuye a crear conciencia.
Gracias Héctor, espero que lo lean las personas que menciona. Si hacemos las cosas bien y dejamos de lado el egoísmo y el afán de lucro desmedido podremos avanzar hacia un mundo mejor, de lo contrario no será posible y los conflictos sociales seguirán aumentando. Analicemos lo que está pasando con el controvertido trazado de conexiones del puente industrial, uno de los ejemplos de incubación de desastres.
Qué interesante y pedagógico articulo. Va llevandonos de forma muy clara sobre los distintos aspectos o realidades de este tema, para concluir juntos en el necesario respeto por esta naturaleza viva, entendiendola no sólo como medio de produccion sino como Vida. Cuánto podríamos aprender en esto de nuestros hermanos pueblos indígenas.
Muchas gracias !
Muchas gracias Ana. Así es, de los pueblos indígenas y las civilizaciones pre-colombinas aún podemos aprender mucho. A pesar que los conquistadores hayan arrasado con ellos, su historia y sus obras son imperecederas y podemos estudiarlas para aplicar las cosas buenas que hicieron y mejorar nuestras políticas de desarrollo.
Siempre un aporte sensato, útil y necesario para educarnos en torno al impacto social de los temas del planeta.
Su articulo nos da claridad y nos invita a ser mas responsables y consecuentes.
Gracias, Muchas gracias por su aporte.
Tremendo aporte profesor, un muy buen tema un mas grande artículo.
Gracias.