«Aquellos o aquellas que creen que la política se desarrolla través del espectáculo o del escándalo o que la ven como una empresa familiar hereditaria, están traicionando a la ciudadanía que espera de sus líderes capacidad y generosidad para dar solución efectiva sus problemas.»

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Nacionalismo,  patrioterismo y migrantes.

“El nacionalismo, que en sus orígenes fue un movimiento progresista, sustituyó a los vínculos del feudalismo y del absolutismo. El hombre corriente de hoy saca su sentido de identidad de su vinculación a una nación, y no del hecho de ser “hijo del hombre”. Esta fijación tuerce y deforma su objetividad, es decir, su razón. Juzga al “extranjero” con otros criterios que a los individuos de su clan. Sus sentimientos hacia el extranjero también están torcidos. Quienes no son “familiares” por vínculos de sangre y suelo (que se expresan en la comunidad de idioma, de costumbres, de alimentos, de canciones, etc.) son mirados con desconfianza, y a la más ligera provocación pueden surgir contra ellos mentiras paranoides. Esta fijación incestuosa no solo envenena las relaciones del individuo con el extranjero, sino las relaciones con los individuos de su propio clan  y aun consigo mismo. La persona que no se ha librado de los vínculos de la sangre y el suelo aún no ha nacido del todo como ser humano, su capacidad de amor y de razón está tullida; no siente a sí mismo ni a sus prójimos en su realidad  humana.

El nacionalismo es nuestra forma de incesto, es nuestra idolatría, es nuestra locura. Su culto es el “patriotismo”. No es necesario decir que por patriotismo entiendo la actitud que pone a la nación propia por encima de la humanidad, por encima de los principios de la verdad y la justicia, y no el interés amoroso por la nación de uno, que es el interés por el espíritu de la nación tanto como por su bienestar material, pero no por su poderío sobre otras naciones. Así como el amor por un individuo que excluye el amor por todos los demás no es amor, el amor por el país propio, que no forma parte del amor por la humanidad no es amor sino culto idolátrico”.

( De Erich Fromm en “Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea” )

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