Orlando Letelier, el que dio la voz de alerta.
Por Guilmo Barrio Salazar
En este país norteamericano, no existen los golpes de Estado pero los miembros del Congreso, lo cierran por semanas, ya que la mayoría republicana busca, de esta manera, ponerle presión política al gobierno demócrata. Además, aquí se asesinan presidentes y a líderes que luchan a nivel nacional por un cambio social.
Por supuesto, también se da muerte a representantes de gobiernos extranjeros, como es el caso del que fuera el embajador en los Estados Unidos de Norteamérica, y Ministro de Relaciones Exteriores y de Defensa del presidente Salvador Allende. Es así como, un 21 de Septiembre de 1976, fue asesinado, a sus cuarenta y cuatro años de edad, en la ciudad de Washington, D.C., Orlando Letelier, junto a su colega Ronni Moffitt, de tan solo veinticinco años. Según revelaron las indagaciones de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), Michael Townley, quien era un operador especial de los servicios de seguridad de Augusto Pinochet, había puesto una bomba en el vehículo de Letelier. Su responsabilidad quedó plenamente establecida y fue declarado culpable del doble crimen en una Corte Federal de esta nación.
El día 11 de Septiembre de 1973, se concretó el golpe de Estado al gobierno chileno, con el apoyo estadounidense a través de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que contó con la asistencia económico-militar de la administración del entonces presidente, Richard Nixon, y de su Secretario de Estado, Henry A. Kissinger. El general Augusto Pinochet y sus aliados de otras ramas de las Fuerzas Armadas, bombardearon el palacio de La Moneda, llevaron a la muerte al presidente electo democráticamente, y se apoderaron del gobierno del país. Ese mismo día, Orlando Letelier y cientos de prisioneros muy importantes, fueron conducidos a Isla Dawson, un remoto campo de concentración en el Estrecho de Magallanes.
Después de una fuerte campaña internacional para que se liberara a Letelier, la Junta le permitió irse al exilio. Así fue como él llegó a Washington D.C. en 1976, desde donde inició una permanente actividad de exposición de las torturas y los crímenes del régimen, defendiendo constantemente el record gubernamental de Allende contra la máquina propagandistica de la CIA.
Esta actividad surtió efecto. Pinochet comenzó a enfrentar una condena universal por violaciones a los derechos humanos, razón por la que fue imposible continuar ignorando las desapariciones masivas y las ejecuciones de opositores, muchos de ellos llevados en helicópteros hacia altamar, y lanzados al agua. Más de 3.200 muertos y más de 20.000 personas presas, hicieron que las cárceles no fueran suficientes, por lo que se utilizaron estadios y campos de prisioneros para mantenerlos recluidos. Una cantidad superior a los 200.000 personas fue obligada a salir del país, exiliándose en paises extranjeros.
Lo que frustró a Orlando Letelier, fue que, a pesar de que el mundo sufría por los horrores que se cometían en Chile, la mayor parte de los que criticaban a la dictadura, guardaba completo silencio cuando se trataba del choque económico chileno. Los métodos utilizados por los «Chicago Boys» convirtieron a Chile en el primer laboratorio capitalista de Milton Friedman, quien estableció las bases de una política que incluía una rápida privatización de empresas, la eliminación de todo control de precios, y el ataque frontal a sindicatos y organizaciones laborales.
Letelier quiso denunciar este consenso elitista a través de evidencias y de una retórica persuasiva. Argumentó que la Junta Militar no estaba persiguiendo dos proyectos separados y fáciles de obtener: uno, un experimento de liberalización económica, y el otro, un sistema político de represión De hecho, sólo había uno solo, ya que la represión era la condición que hacía posible el “nuevo modelo”. Represión para la mayoría, y libertad económica sin límites para un pequeño grupo privilegiado. Fue aún más lejos, al afirmar que Milton Friedman, el afamado economista estadounidense que sirvió como el «arquitecto intelectual y consejero” del equipo de economistas chilenos, compartía la responsabilidad en todo lo que sucedía bajo el gobierno de Pinochet. Letelier insistió siempre en que la violencia política fue lo que hizo posible la violencia económica.
En los Estados Unidos de Norteamérica, la grave desigualdad, las enormes situaciones de pobreza extrema, la violencia y el racismo, han aumentado en forma increíble, al extremo de transformar a esta nación de más de 300 millones de habitantes, en un país del Tercer Mundo, con departamentos de policías militarizados, como si los ciudadanos fueran los enemigos. Lo mismo ocurre en Europa, donde los peores enemigos son los inmigrantes. Mientras tanto, la miopía intelectual que anteriormente condenaba Orlando Letelier, continúa restringiendo los perímetros de los debates sin límites. Como en los tiempos de Letelier, las voces de los establecimientos gubernamentales y corporativos, generalmente no tienen problema en condenar la represión de las dictaduras extranjeras, o del aumento del neofacismo dentro de nuestros bordes limítrofes, pero raramente conectan los puntos entre esos fenómenos problemáticos y las celebradas nuevas cláusulas del Libre Tratado de Comercio.
Todavía, la gente grita para que se hagan las debidas conexiones. Hay una razón para ello, por ejemplo, ¿Por qué la China autoritaria se ha transformado en el centro mundial de los trabajos peor remunerados, tal como ocurrió en Chile en los años 70’s y los 80’s ? La supresión de la democracia, las restricciones a la información, y la brutal represión, crean las condiciones requeridas para poder mantener los sueldos bajos, y a los trabajadores bajo un absoluto control.
En condiciones similares, hay una clara razón del por qué las encarcelaciones masivas han explotado hoy en día en los Estados Unidos, en esta revolución neoliberal de la economía actual, cuando el sistema de servicios dirigidos a la población más necesitada del país, ha sido radicalmente corroido y los fondos públicos de virtualmente todos los servicios sociales están bajo un severo ataque. No es una gran conspiración, pero la exclusión económica de una gran parte de la población de este país, requiere una estrategia paralela para poder escalar en la sociedad.
También hay conexiones entre la imposición de una austeridad brutal y un amistoso tratado con las corporaciones, ya que la intimidación va en aumento de parte de los partidos políticos de extrema derecha, tanto en Europa como en los Estados Unidos. Y, todavía, con mucha frecuencia, nos imaginamos que estas fuerzas pueden ser vencidas, sin tener que cambiar substancialmente los sistemas de gobierno.
La buena noticia, es que los movimientos sociales están construyendo sus propias historias, llenas de conexiones intuitivas entre lo político, lo social, lo económico, y lo ecológico, lo que estamos viendo, mediante la campaña presidencial estadounidense, y como la sociedad norteamericana está reaccionando, lo que ha llevado a que el gobierno de Obama haya decidido cerrar muchas prisiones privadas, las que se estaban aprovechando del alto nivel de cesantía en las comunidades minoritarias. Tal como Orlando Letelier lo señaló hace cuatro décadas atrás: «El plan económico tiene que ser enforzado, porque la represión para la mayoría, y la libertad económica para los pequeños grupos privilegiados son los dos lados de una misma moneda».
Con esto, he querido demostrarle a aquellos que aún piensan que todos los que vivimos acá, estamos disfrutando del mal llamado «Sueño Americano», que eso ha pasado a la historia hace muchos tiempo porque, en realidad, hoy, en esta «desarrollada» nación, se enfrenta una enorme «Pesadilla Americana».
Muy buen artículo.
Pocos comentan, mundo afuera, que el neoliberalismo fue implantado en Chile, a sangre y fuego, por una dictadura fascista, y por primera vez en el mundo, usando a nuestro pequeño país como un ratón de laboratorio.
La Inglaterra de la Tatcher vino después, siendo usada como cabeza de puente en Europa, para llevar esa plaga al viejo continente, aprovechándose el efecto patriotero allá de la Guerra de las Malvinas, con toda la propaganda necesaria para transformar a esa vieja momia en «dama de hierro». Esto nos hace pensar que esa guerra fue preparada con ese propósito, utilizándose para tal al alcohólico dictador argentino Galtieri, ex alumno de la «Escuela de las Américas» como tantos generales traidores de América Latina.
No sé si Letelier fue «el» que dio la voz de alerta sobre la realación gemela neoliberalismo y dictadura fascista. Creo que fue «uno de los que dieron»… Pero eso no le resta méritos al ilustre Canciller.
Cabe resaltar también otra «paradoja»: la gran confianza en la Democracia norteamericana, que tenía un socialista marxista como Letelier. Confianza traicionada por un régimen que se autoconsidera «la mayor democracia del mundo», con sus prácticas criminales y gangsteriles, principalmente en la administración Nixon-Kissinger.
Todos estos hechos históricos deberían ser divulgados hasta la saciedad, siempre, principalmente para las nuevas generaciones. Es la Historia Verdadera e no de los medios o del cine.
Reitero mis felicitaciones por el artículo.
Me parece una crónica dramática …para no olvidar,
Cómo es posible que el sufrimiento y el asesinato de chilenos quede en el olvido…
Le entregaremos el gobierno a los mismos que nos asesinaron a nuestro pueblo, a nuestros líderes, con la complicidad asquerosa de quienes se vendieron a SOQUIMICH…
Un gran aporte a la historia olvidada.