
¡POR FIN!
¡Por fin llegan las Fiestas Patrias!…y llegan con su tradicional bullicio, alegría y colorido. La pandemia nos ha mantenido ajenos a estas tradiciones tan queridas, pero ahora ya podemos recuperar parte de las mismas.
Digo parte de las mismas, porque debemos mantener nuestras prevenciones con respecto al Covid 19. El virus está latente, está en la calle, en los grupos de amigos, en las sonrisas masivas, en el canto del gol de nuestro equipo favorito. Seguro que también está en el interior de las ramadas, de las fondas o de las carpas donde suenan las cuecas y las tonadas. Igualmente está entre las parejas que zapatean con entusiasmo la tierra emparejada, las tablas que improvisan suelos protectores o el cemento de una calle cubierta con lonas multicolores, protegiendo las posibilidades de la fina lluvia primaveral. El vino generoso, la chicha dulce y embriagadora, el terremoto que marea y que abre las bocas con sonrisas torpes, son causa de contagio.
No es que quiera estropear el ambiente de Fiestas Patrias, sino que es una advertencia para divertirse en forma segura, con medidas mínimas de prevención para no contagiarse. Sabemos que las vacunas han venido a defendernos de la letalidad que produce el virus. Las vacunas nos protegen de esa muerte terrible y que convierten al virus en algo más leve, más suave, en un resfrío fuerte. Sin embargo, todavía afecta con violencia a las personas vulnerables, a quienes padecen patologías diversas y graves. Por lo mismo, debemos prevenir, exagerar incluso en las medidas precautorias.
No nos confiemos demasiado, pero divirtámonos en estas fiestas en que la Patria se viste de gala. Y hagamos profesión de fe solidaria cuidándonos y, a la vez, cuidando a nuestros seres queridos y a nuestros vecinos que nos rodean.
La Patria se viste de colores, según el paisaje campesino o urbano. Desde el verde de los campos a los grises del cemento. Desde la guitarra medio desafinada de la ramada en un costado del potrero, hasta la ruidosa fonda plagada de altavoces con música enlatada que lleva ritmo de cuecas, pero también de cumbias. Desde la china con vestido floreado y campesino con ojotas, al huaso de ciudad bien vestido con manta multicolor y botas altas con pernera y china con vestido y tacones, o chiquillas con pantalones de jeans, con hoyitos en las rodillas, para estar a la moda. Pero todos, todos, unidos en el sentimiento de celebrar a la Patria en su Aniversario de Libertad e Independencia.
Dejemos a un lado las diferencias que la política nos pone enfrente. Abandonemos el ceño fruncido, la mala palabra, el gruñido a quien piensa distinto. Dejemos los malos modos que ahonda más la crisis de convivencia, que provoca divisiones, que nos aleja de la hermandad que necesitamos.
En la hora presente debemos alzar la mirada y pensar en un futuro mejor, en un diálogo abierto, sincero y permanente. Debemos ilusionarnos con volver a la comprensión social y a la responsabilidad para juramentar ante la Patria que queremos algo mejor para nuestros hijos y nietos. Debemos celebrar con moderación, pero con alegría. Y debemos abrirnos a la esperanza de que tendremos un futuro mejor, construido entre todos, porque Chile y su gente, se lo merecen.
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