«Cada hoja que cae te recuerda que todo está conectado.»

David Attenborough

 

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Por una Nueva Constitución

Andrés Cruz Carrasco

Abogado. Doctor en Derecho (Universidad de Salamanca). Magister en Filosofía moral (Universidad de Concepción). Magister en Ciencias Políticas, Seguridad y defensa (ANEPE). Máster en Política Criminal (Universidad de Salamanca).

Para devenir en dictador no necesariamente se tiene que abusar de los recursos, jerarquía y adoctrinamiento que confieren un uniforme. Los autoritarismo pueden ser consecuencia de una actitud deseperada ante una amenaza contra los planes que una autoridad electa pudo haber tenido, viéndose obligado a maniobrar, pudiendo en este proceso transformarse en un déspota. Las señales pueden ser varias, como identificar a todos quienes se oponen a él como enemigos o bien cuando se comienza a generalizar el uso de expresiones como “terroristas”. Incluso, cuando los adversarios ya no sólo pueden ser reconocidos como seres humanos determinados, sino que se tilda de enemigo a cualquier fenómeno o hecho.

A su vez, quienes tienen las intenciones más nobles, pueden terminar cortando las cabezas de aquellos que defienden posiciones disímiles en torno al camino a seguir. La furia bienintencionada puede ser igual o incluso más sangrienta que aquella derivada de la pura perversidad.

En condiciones de adversidad, los líderes pueden abrazar posiciones polarizantes, buscando asilo en los sectores más radicalizados, para quienes la verdad es una sola, reduciendo sus argumentos a pobres esloganes o absurdos simplismos. ¡Los que piensa de manera diferente son ignorantes porque nada han leído o vivido! Cuando habría que felicitarlos si es que han pasado de una frase en algún meme de una red social que sirve para reafirmar sus prejuiciosas convicciones. Por otro lado, quienes se consideran ofendidos por el trato injustificado no piensan más que en debilitar y derrocar al gobierno, por muy democrático que sea, vociferando por su destitución por cualquier medio, lo que más se asemeja a un golpe de Estado que a una salida institucional legítima que asegure la convivencia en la diversidad y no en la exclusión. Para Levistky y Ziblatt: “las democracias exigen negociación, compromiso y concesiones. Los reveses son inevitables y las victorias siempre parciales”.

 Para quienes, aunque se digan demócratas, no sean capaces de aceptar los controles y equilibrios democráticos, puede parecer frustrante, porque, muy acorde con los tiempos, exigen todo y de inmediato conforme a lo que ellos pregonan. Una democracia exige mucho trabajo que puede parecer extenuante, pero vale la pena el esfuerzo, cuando lo que se busca es una institucionalidad más justa e inclusiva, lo que sólo será admisible con un diálogo en el contexto de una convención constitucional que redacte una nueva carta fundamental para y por todos y no sólo en beneficio de un puñado de privilegiados o simpatizantes de cualquier color político.   

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